*-Buenos días Thomas. Hacía mucho que no se te veía por aquí.
Efectivamente la casa de la moneda, no era un sito jolgorioso, su ambiente opresivo y su olor a polvo y moho no eran de su agrado.
*--Hola Jhon. Es cierto pero necesitaba un sitio en el que evadirme.
El otro hombre, el cual le sacaba al menos una década, arqueo las cejas en señal interrogativa.
*-Mi nueva esposa, ha tomado la mansión con una cuadrilla de limpiadoras y no hay donde esconderse, ruido y olor a desinfectante por doquier.
*-Te comprendo querido amigo, nosotros, necesitamos otro tipo de ambiente, ya que nuestra vida gira entorno a los libros de cuentas y estados bancarios –sonrieron ambos- pero date cuenta de que ellas solo hacen su función, nos casamos para no tener que ocuparnos de eso también.
*-Y para tener un cuerpo caliente al que abrazar por las noches. ¿No Jhon?-intervino un tercer hombre-
Todos rieron en voz alta
*-Seguramente Thomas haga algo mas que abrazar, Peter, su esposa es sumamente bella además de joven, no como mi Edit que es toda profusión de carnes, aunque he de decir que no la cambiaría por nadie ahora mismo, a pesar de que no la amaba cuando nos casamos.
*-Como es eso Jhon?
*-Fácil, ella va detrás de mí todo el santo día con sus arengas de haz esto o no hagas aquello, pero a cambio, mi casa es un reloj, todo luce perfecto, no tengo una molestia y ella se ocupó de saber que me gusta y que no, así que aparta lo que no me gusta y me colma de lo que si me gusta, y como he dicho, su rollizo cuerpo, me acomoda-dijo esto enrojeciendo- y es agradable dormir con ella.
Nuevamente todos se rieron
*-Vaya Jhon, no sabía que fueras un romántico.
*-Pues realmente caballeros, me habéis hecho reflexionar. Creo que puedo decir sin miedo a equivocarme que amo a mi rolliza y amable Edif, por lo que si me disculpáis, voy a partir en busca de unas flores- el hombre levanto las cejas- aunque no sé cuáles son sus preferidas. Rosas blancas esas no fallan nunca – salía mascullando por el pasillo ante los ojos sonrientes de sus contertulianos-
El ocupo el pequeño butacón de lectura que el otro hombre había dejado libre.
Automáticamente un mozo apareció con una bandeja, donde puso el vaso usado y paso un trapo sobre la superficie para dejarla limpia y brillante.
*-Tráeme un oporto.
El muchacho inclino la cabeza en señal de entendimiento y acatamiento de su orden, además había notado el tono que uso al hacerlo, por lo que tuvo que concentrarse para no temblar.
El extendió el diario con interés en la página financiera, pero no paso de la tercera línea, estaba distraído y de muy buen humor, debido al comportamiento de su Eva, Maret...Maret...Maret...
Ella había hecho varios intentos de incitarle para que saltara encima de ella, como hubiera hecho cualquier otro hombre...andar casi desnuda dentro del vestidor con ambas puertas abiertas para dejarle verla, usar la excusa de que se la había metido un bicho por el escote, frotarse la pantorrilla con las faldas elevadas...y varias cosas más.
Eso le agradaba sumamente porque la frustraba y cuanto más frustrada, antes cedería a sus planes, aceptándolos con gusto.
Pasadas unas horas, ya anochecido, decidió volver a su domicilio, la cocinera seguía siendo la misma y sus platillos eran exquisitos.
Abrió la puerta con bastante impulso, debido a la extrañeza de que su mayordomo no lo hubiera hecho al llegar.
Sintió algo en el trayecto de la misma y sonó un golpe, pero él siguió caminando para entrar en su domicilio.
*-No entre, en el nombre del señor...
Apenas pudo mirar para arriba en la dirección de la voz, cuando vio venir hacia el, cayendo. un revoltijo de faldas color azul celeste, que recibió en sus brazos.
Se trataba de Maret que se aferró con sus dos brazos al cuello masculino, al tiempo que escondía la cara en el hueco del cuello.
La sintió respirar aceleradamente varias veces.
*-Gracias, gracias, pensé que iba a hacerme mucho daño.
*-Que hacia alli arriba.
*-Puse una escalera para quitar ese cuadro pero antes de poder hacerlo, usted empujo la escalera y la tiro y....yo me agarre al cuadro.
Ambos miraron para arriba y vieron el cuadro destrozado al no poder resistir el peso de Maret.
*-Podría haberse hecho daño –sonaba un tanto enojado-
Ella asintió con la cabeza y se elevó un poco sobre su brazo para alcanzarle la boca.
Y esta vez no fue un toque, le beso como si quisiera devorarlo, así que no pudo hacer otra cosa que corresponderla. Pelear con su lengua, profundizar y no rendirse hasta que les falto la respiración.
Soltó primero sus piernas para que ellas tocaran el suelo y así consiguió que el beso se rompiera, debido a la diferencia de estatura.
*-Tengo entendido que es la hora de cenar.
Ella bajo la cabeza para a través de las pestañas.
*-Estará en media hora, he de cambiarme la ropa y asearme un poco.