Capitulo 15

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El palafrenero jefe, estuvo expectante para no perderse ni un detalle  que sus ojos pudieran darle.

Llevaba mucho tiempo al servicio de la familia y sabía que su señor, tenía algunos secretos que aunque se le escapaban,  eran eso, secretos, así que la joven señora fuera una incauta, quizás no era nada o era mucho y él sabía a quién debía fidelidad.

Primeramente estuvo en la vieja casa de soltero del señor, que ahora era la casa de la vieja señora (que Dios le permitiera que nunca se enterara que el la llamaba así o le tiraría de las orejas) la cual ahora era todo menos una casa de soltero, más bien parecía un lugar de encuentro de viejas damas.

Supuso que se trataba de una visita de cortesía hacia su suegra, ya que estuvo poco más de una hora, según él pensaba, tiempo de tomar una taza de café y parlotear cosas de mujeres.

Después se fueron al asilo de mujeres viudas de la ciudad, aunque antes de esto le hizo dar un rodeo por el callejón posterior del mercado, en donde bajo y encargo verduras y algo de carne en diferentes puestos y los mando llevar al asilo.

Supuso que la joven señora, las tenía lastima por algún motivo y que las daba un donativo en forma de alimentación, ya que el asilo era del estado, pero no así la manutención o el mantenimiento del mismo, de hecho se decía que no recibían dinero alguno de parte del estado para que el edificio se viniera abajo y así poderlo quitar de allí y vender los terrenos.

Después estuvieron visitando varios sitios de alimentación, bastante exclusivos, incluidos fruterías y herbolarios, y por lo que pudo llegar a captar de entre las demandas de la señora, estaba tratando de organizar una cena con los platillos preferidos del señor,--sonrió—de ahí la visita a su suegra, para preguntarla cuales eran –después de todo era un mal pensado y la joven solo quería llegar al señor, su esposo, a través de su estómago—

Por lo que finalmente a la llegada del señor, cuando este le pregunto, el respondió que habían salido de visitas y compras, sin hacer un gran informe.

*-Otra cosa ¿La señora sale a cabalgar o ha autorizado a alguien a usar alguno de nuestros caballos?

*-No señor, y si ese hubiese sido el caso le hubiéramos pedido confirmación.

Ambos hombres se despidieron conformes con lo hablado.

Se aseo y bajo a cenar.

Encontró la mesa ampliamente dispuesta y a ella esperándolo.

*-Espero que no le importe pero hoy estuve en casa de su señora madre y ella me indico, por lo  que la cena de hoy son sus platos preferidos.

*-¿Por qué habría de importarme comer lo que más me gusta en una sola vez?

*-Porque parece que cualquiera de mis acciones le impulsa a hacer justo lo contrario que yo deseo.

Iba a contestarla pero aparecieron las criadas con las bandejas de comida, se le hizo la boca agua y simplemente se limitó a comer todo lo que le apeteció, cuando por fin estuvo satisfecho, se levantó y limpiándose la boca con la servilleta la tiro sobre la mesa.

*-Gracias, os lo agradezco mucho, hacía tiempo que no comía así. De hecho voy a mi despacho a tomar un licor digestivo o no podre dormir.

Ella asintió con la cabeza y su mirada pareció brillar de forma extraña, pero apenas fue un segundo por lo que pensó que se lo había imaginado.

La sintió subir a su dormitorio desde el salón, hablando con Rose, iban muy animadas y las risas sordas recorrieron las escaleras.

Al cabo de un rato y una copa de licor después, comenzó a sentir mucho calor, aunque no era de extrañar debido a todo lo que había cenado, seguro que lo pagaría con ardor de estómago.

Se fue a su dormitorio para prepararse a dormir.

El de nunca había tenido valet o sirviente que le ayudara por las noches, aunque si por las mañanas para ocuparse de ir anudado a la perfección.

Seguía sintiendo un calor inusual, así que decidió ni siquiera ponerse los pantalones del pijama que usaba desde que era casado, ya que él siempre había dormido en ropa interior o sin nada, pero pensó que su Eva...Maret, podría entrar alguna noche.

Tumbado en el centro de su dormitorio, sentía cada vez mas calor.

También la sentía a ella moverse tras la puerta del vestidor.

Eso le hizo recordar el tiempo en que podía tocarla a diario y  su rostro cuando encontró el primer orgasmo.

Se levantó impulsado por una fiebre que le impedía estarse quieto y al hacerlo derribo parte del contenido que tenía en la mesilla.

*-¡Joder¡

Apenas termino de lanzar el juramento, la puerta del vestidor se abrió dando paso a Maret que le miraba con cara de preocupación.

*-¿Os pasa algo?

Al verla con el cabello plateado suelto, y aquel camisón transparente, la sangre le bajo a la entrepierna palpitándole, haciendo que se pusiera duro en dos latidos.

Ella era un oasis y él se estaba muriendo de sed.

Su rostro debió de asustarla porque ella retrocedió hacia su cuarto.

El por el contrario avanzaba aun sin darse cuenta de que lo hacía.

Algo en él, no estaba bien.

Cuando llego a su lado la agarro de las muñecas, sujetándoselas con una sola de sus manos contra el doses de la cama, para tener así acceso a todo su cuerpo.

La tocaba al tiempo que la besaba y se restregaba contra ella, enseñándola cuan excitado estaba y que no tardaría mucho en poseerla.

Ella tardo un breve instante en responderle, pero era imposible que se quedara estática, él era un maestro.

*-¿Que me habéis dado?

Ella negaba con la cabeza al tiempo que le mordía el cuello y se restregaba contra su miembro.

*-Sé que me habéis drogado pequeña arpía.

Ella siguió negando, así que la tumbo boca abajo en la cama, sujetándola contra el colchón con una mano por los omóplatos y con la otra dando un tirón de su ropa intima...

Se cogió su miembro y comenzó a masturbarla con él, haciendo que la humedad creciera, torturando sus carnes...haciendo que los gemidos femeninos fueran casi gritos.

*-No vas a tenerme hasta que digas que usaste arpía...

*-To..toloache (**) –confeso ella-

Maldita mujer...

Se lanzo a su interior sin tener consideración por su virginidad, que rasgo con bastante dolor, o eso le pareció por sus gemidos de dolor,  que  cambiaron otra vez a placenteros en cuestión de varias embestidas de su cadera.

No era un acto bonito, solo un animal buscando liberación...la paz del orgasmo....

No podía estar pendiente de si ella lo alcanzaba o no.

En cuanto se liberó, salió de ella y corrió a su dormitorio, en donde se colocó los pantalones del pijama y salió a su cuarto privado, aquel que siempre permanecería cerrado porque nadie conocía su existencia. 

  N.A.:(**)  sustancia que en filtros mágicos ayuda al ardor masculino

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