Su suegra decidió que ya les había dado tiempo suficiente o bien para anular el matrimonio o bien para consumarlo y puesto que su hijo, no la había dicho nada, presumía que había sido lo segundo.
Cuando ella eligió a esa joven aunque ya no era una niña, fue consciente de los gustos de su hijo, el cual creía que ella era una anciana senil, que no se enteraba de nada.
Sabía que la constitución pequeña aunque no delgada de la joven era de su agrado, así como el busto generoso pero no exagerado y esos ojos violetas eran una delicia, aunque no entendía porque tenía el cabello casi plateado como el de una anciana, también sabía que chocarían bastante mentalmente y eso haría que el carácter de su hijo, le hiciera imponerse....reía interiormente....sabiendo las escaramuzas que tendría con ella.
Así que como ya estaba decidido, les mando una misiva, ordenándoles a ambos que pasaran por ella para asistir a la fiesta del otoño, fiesta que era otra escusa más para reunirse por parte de la sociedad y lucirse.
Thomas como siempre, iba tieso y sin ganas, casi ofendido de que les hubiera hecho acompañarles a la fuerza.
Maret por el contrario, tenía los ojos abiertos, ilusionada con casi todo lo que veía, su boca hacia O constantemente, por lo que el evitaba mirarla de frente, aun recordaba aquella ocasión en la casa del té que....un escalofrió le recorrió.
Ayudo a bajar del carruaje a su madre y luego a su esposa, se le hacía raro caminar con ambas del brazo.
En la entrada, su madre fue presentada como la señora viuda y ellos como matrimonio, a lo cual cientos de ojos se volvieron.
--Mira el esquivo Thomas se casó—
--Quien será ella—
--Pobre mujer, él tiene fama de afeminado—
--Sin duda ella es una caza fortunas—
--Sera que la dejo en cinta—
Esos fueron los comentarios más cercanos que se murmuraron cerca de ellos y los cuales pudieron oír.
Maret desde luego los oyó, porque sintió como su mano temblaba sobre su brazo y el labio inferior se arrugaba en un puchero.
Él se acercó a su oreja.
*-¿Qué versión quiere darles?
Ella le miraba, sin entender.
*-Si quiere puedo besarla aquí y ahora de forma que no quepa duda de que soy su mas ferviente enamorado.
Ella bajo los ojos hasta sus labios.
*-Mejor dejemos esas cosas para la intimidad de nuestro dormitorio, yo soy mala actriz y me notarían la farsa.
Eso no supo porque le irrito bastante, así que la acompaño cerca de su madre y las dejo allí a las dos.
Estuvo vagabundeando en torno a las mesas de naipes, pero no encontraba el lugar idóneo donde sentarse, hasta que uno de los otros caballeros se levantó, pues ya había perdido suficiente.
A él le recibieron entre saludos y maldiciones, ya que era conocido por su buena fortuna y no solía perder, sino más bien ganar a todos los contrarios que se le enfrentaban.
Y fue la tónica acostumbrada hasta que advirtió que Eva...Maret pasaba bailando con uno de los caballeros,...después con otro y otro más...ciertamente no repetía acompañante, así que no caía en actos indecorosos, pero a él se le apretaban las mandíbulas cada vez más.
Así fue como comenzó a perder.
Y otro más y otro y otro.
*-Vaya Thomas va a ser cierto eso de que afortunado en amores desafortunado en el juego, antes de casaros no perdíais nunca.
Intento sonreír, pero le salió una mueca extraña.
*-Si va a ser verdad.
Y como ya me han dejado secos los bolsillos, voy a ver si me esposa quiere bailar conmigo.
Desde lo alto de las escaleras, diviso a su señora madre, y como era de ley, cada vez que el baile terminaba, su esposa era llevada allí por su acompañante de danza, y su madre era quien hacia las presentaciones y daba permiso al baile, así que todo estaba en regla según las normas sociales, pero el cada vez sentía más angustia.
Sin saberlo, su madre podría estar propiciando un encuentro con el hombre que ella anhelaba es silencio y desde luego eso no podía ser, ahora le pertenecía.
Cuando estaba por llegar a su lado la vio salir de nuevo para la pista y azuzo el paso, apenas se habían colocado en posición, cuando el golpeo suavemente el hombro masculino.
*-Me perdona si le robo el lugar con mi esposa?
Pudo darse cuenta de que al joven no le gusto ni un poco, pero finalmente él era su marido por lo que tuvo que ceder sin provocar en mal rato a nadie.
Ella en vez de mirarlo a la cara como hacia cuando baila con otros, miraba de lado, con expresión aburrida.
*-Te lo has pasado bien querida?
El vio como ese simple calificativo cariñoso la hizo florecer.
*-Ha estado entretenido, he bailo casi todas las piezas y he de decir que estoy agotada –arrugo la nariz- y me duelen los pies.
Acabado el baile, la saco por una de las puertas del jardín y caminaron por el.
*-¿Nunca había estado es este domicilio?
*-Mi padre era de poco salir a fiestas y yo no quería lucirme en bailes.
*-Se guardaba para su enamorado?
*-Ya le dije que él, no tiene idea de lo que sentí por él, en su momento.
*-Tan inconstante es que ya no le ama?
*-¿Por qué siento que me está juzgando? ¿Usted que debería estar contento de que le olvidara ahora que soy su mujer?
*-Estoy intentado hacerme una idea de cuan constante puede ser.
Ella bajo el rostro mientras seguía caminando hasta que llego a un meandro sin salida, ni visión.
*-Supongo que lo he guardado en algún cajón de mi alma como algo imposible.
Él se abalanzó sobre ella, tomando su boca, sujetando su cuerpo contra un tronco.
Ella a pesar de la sorpresa, le correspondió.
Sus respiraciones fueron subiendo de frecuencia, así como el calor, hasta que él se retiró del mismo modo que la había asaltado.
Ella le miraba francamente, directamente a los ojos mientras le acariciaba la mejilla con la contra de los dedos.
*-Thomas si me deja, yo podría curarle.
El abrió los ojos.
*-A qué se refiere.?
*-Vera...yo tome unas clases y creo que podría curarle, que de nuevo le gusten las mujeres o al menos que le guste su mujer.
No sabía si reír o gritar, la pequeña arpía se quería convertir en su maestra.
Así que simplemente la dejo allí.