No podría decirse que tenía una mala vida de casada.
Su esposo a penas se metía en las decisiones de la casa a no ser que fueran caras, en cuyo caso, la solicitaba un estudio de gastos, haciéndola argumentar porque era necesario.
Sopesaba los hechos y argumentos y hasta la fecha siempre había claudicado a sus peticiones.
Su suegra apenas iba por casa, cuando lo hacia la felicitaba por los cambios y solo pedía para dejarlos tranquilos, que la acompañaran a las fiestas dos veces a la semana, cosa que ella disfrutaba ya que si no apenas salía de casa.
Y aunque debería de estar contenta no lo estaba.
¿La razón?
Thomas.
Era un hombre agradable casi todo el tiempo, fácil de convivir con él y de cogerle cierto cariño, pues a pesar de lo que la gente murmuraba de él, era una buena persona.
También debería de dar gracias porque no fuera un licencioso mujeriego, viciado del juego o de los placeres, como muchos de esos mismos que le criticaban, pero....se sentía en cierta forma triste, ya que no veía ningún avance en él, no ya de que quisiera una compañera, tampoco de que quisiera un bebe o de haberla cogido algún tipo de cariño, de hecho si se fuera a la casa en el campo, él ni se daría cuenta.
Solo vivía por sus negocios.
No se sentía lo suficientemente mujer como para sacarle de aquella situación, ni tampoco sabía qué hacer.
Se la estaban acabando las ideas y también las ganas.
*-¿Qué estáis pensando Maret? Cuando os concentráis de esa manera me aterrorizáis...
*-Como es posible eso esposo. Me duplicáis en altura y fuerza.
*-Pero vos sois maliciosa, siempre estáis pensando formas de llevarme al lecho, sois un tanto insaciable.
El siguió caminando al siguiente cuarto.
Se quedó con la boca abierta, analizando la crítica.
Se dirigió hacia el como un faetón tirado por sementales.
*-Si vos no fuerais tan condenadamente....mujer... yo no tendría que ser el hombre en esta situación.
*-¿Lo veis?
*-Lo único que veo es que vuestra madre os caso para acallar el escándalo de tener un hijo afeminado y con la intención de que uno de los dos en esta relación le diera un nieto, pero a este paso tendré que buscar en otra parte si quiero tener un bebe...
Se marchó dando un portazo, dejándolo furibundo.
De hecho si las miradas pudieran prender fuegos, el despacho estaría ardiendo por todos los costados
Era cierto que quería darla una lección, quería que fuera ella quien se doblegara y le pidiera que la tomara, pero desde el papel de Thomas afeminado era complicado, aunque si era divertido.
Quizás el motivo de tanta dilación era la pequeña confesión dada sin darse cuenta de que ella estaba interesada en otro hombre.
Si, realmente le escocia, aunque en la vida de Maret había sido el primero del mismo modo que había sido el primero en la vida de Eva, no era el único en su corazón y si la daba un hijo como ella y su madre querían, jamás lo seria.
No sabía porque de pronto el amo de la fornicación, necesitaba poseer totalmente a su esposa, cuando de sobra era conocido por él, que los placeres carnales, nada tienen que ver con el corazón o el alma.
*-Señor, puedo hablar con vos?
Al darse la vuelta, encontró al jefe de los palafreneros, un viejo seco y enjuto donde los hubiera, pero leal hasta las raíces.
*-¿Qué ocurre?
*-Hace algún tiempo, usted me pregunto si la señora salía a cabalgar o si alguien usaba. Alguno de nuestros caballos y yo le respondí que no.
El señor afirmo con la cabeza.
*-Vera. Ahora hace apenas un rato, he sabido que eso no es así concretamente.
El ayudante de palafreneros, todos los días, cepilla, y cuida a uno de los grandes animales del señor.
*-El negro.
*-El negro concretamente.
Vera. El muchacho esta enamoriscado de la sirvienta de la señora, la tal Rose, que yo no digo que sea mala, pero le tiene el seso fundido y se le olvido comunicármelo.
*-¿Quién monta ese animal?
*-El caso señor es que no lo sabemos cierto, desde hace bastante, el caballo aparece ejercitado, con sus apeos puestos en el establo, y que el muchacho recibió una nota de que hiciéramos el favor de cuidar del animal.
*-¿Una nota?
*-Si una nota escrita de la señora. Él pensó que estaba bien y no dijo nada.
*-Bien gracias, de momento dejaremos el asunto así.
*-Como el señor guste.
Se volvió contra la cristalera, llevando sus dedos al puente de la nariz.
Evidentemente esto era cosa de Eva...Maret y como siempre serio un lió, organizado por ella.
Quizás solo era que ella usaba un filtro para disfrazarse de hombre y montar a horcajadas un potente animal.
Pero él había visto un hombre, si hubiera usado un filtro, él la hubiera visto a ella.
Así que a la mañana siguiente, lo hizo todo como siempre intentando descubrir quién podría ser dicho caballero.
Efectivamente el montaba como un especialista, hasta dejar al caballo en sus propias caballerizas y después le observo, avanzar con cuidado por las lindes del jardín hasta los ventanales que daban en el lado de los dormitorios.
Vio a Rose, la sirvienta de confianza de Maret recibirle con una pequeña reverencia y dejarle pasar.
El infierno se congelo al llegar al fondo de sus conclusiones.