Eran amigos queridos, pero los dos sabían que los unía algo más atrevido.
Callaban los dos, pero se miraban echando chispas disimuladas.
Cuando podían, un roce al descuido los hacía estremecer.
No pasaba de éso... quizás una sonrisa más abierta... quizás un abrazo más apretado, con el que aprovechaban a frotar sus cuerpos con ansiedad mal disimulada.
Los meses fueron pasando y también los años...
Cada uno hizo su vida...
Pero un día se besaron... un simple beso en la boca que desató una pasión por años encerrada.
Y se encontraron solos.
Se miraron, se sonrieron, se buscaron, se tocaron, se reconocieron...
Y ya no hubo frenos, ni límites, ni mundo alrededor... sólo ellos dos...
Con prisa quitaron sus ropas, y se volvieron a mirar, así, al desnudo.
Y les gustó lo que vieron...
Cayeron en esa cama que por años los esperó y se besaron, y se lamieron, y se olieron... parecían animales salvajes, haciendo caso a su instinto. Pero eran un hombre y una mujer deseosos uno del otro.
Se miraban, se nombraban con ansias contenidas durante años, se acaricibian, y con pasión desenfrenada... se amaban...
No dejaron nada sin besar, sin lamer, sin tocar, sin morder...
Las caricias se tornaban más audaces, la vergüenza no existía, y ella pedía más, y él le daba más...
Y llegó el momento en que la pasión estalló una y otra vez, y los gemidos se volvieron gritos, y los gritos se acallaron y los cuerpos sudorosos se estrujaron en un abrazo sin final...
Y no faltó nada... tal vez un poco de tiempo...
Pero sabían que se volverían a encontrar...
Como buenos amigos, se despidieron luego de compartir un cigarrillo...
