En este día de lluvia necesito de tus brazos; aunque ayer, el sol brillaba con todo su esplendor y también los necesité.
¡Es tan fuerte el amor!!!
Y acá estoy, tirada lánguidamente sobre el sofá.
Llueve...
Ese murmullo de las gotas al caer me recuerdan a tu voz, susurrándome al oído.
Miro a través de la ventana y veo los árboles. ¡Los envidio!!!
¿Será que ellos se hacen el amor?
Los observo...
Creo que el viento es su cómplice. Los empuja. Las ramas se rozan, se tocan entre sí y penetran con su dura extremidad a las hojas, que se muestran apetitosas y mojadas por la lluvia.
Los observo y te recuerdo...
¡Son tan intensas las imágenes que vienen a mí!!!
Vos sos como ese árbol, tan lleno de ramas que me buscan y me atrapan.
Yo soy y estoy como esas hojas, esperándote. Son muchas las hojas en el mismo árbol, al igual que que yo, pues son muchas las mujeres que habitan en mí.
¡Tú las conoces a todas!!! Y tienes un lado, una rama, para cada hoja que toques.
Está esa rama tan suave y jugosa como tu lengua, que se desliza juguetona y ardiente por cada centímetro de la superficie de esa hoja mimosa, esa que cierra los ojos disfrutando y dejándose hacer...
Luego, esas otras que tocan, que abrazan, que hurgan y que encuentran todo lo que van a buscar, y más, mucho más.
También están las más duras, las que penetran con fuerza la hoja, abriéndola a su antojo pero sabiendo que ella es suya, que le pertenece.
Definitivamente somos como ellos y nos buscamos con avidez.
Llueve...
Estoy mojada y te pienso, o quizás estoy mojada porque te pienso...ilargiluna