Él la recibió como siempre...
No, no... No me refiero a una aburrida rutina; la recibió irradiando amor por cada uno de sus poros, por su mirada, en su sonrisa y en cada susurro de simples palabras.
La recibió como siempre.
Ella se refugió en él, en todo él, como siempre.
_ Hoy te haré el amor, dijo él, muy bajo.
_ Ya lo sé, respondió ella, juguetona.
_ Pero te haré el amor de forma muy diferente, volvió a susurrar él.
A pesar del calor que hacía, ella se estremeció
_ ¿A sí?
_ Sí
Y diciendo esto, le tapó los ojos con un pañuelo de seda.
Ella volvió a estremecerse...
La sentó a los pies de la cama y le quitó los zapatos. Siguió con su blusa, desprendiendo uno a uno los botones, bajó cierres, desprendió ganchos, y las prendas comenzaron a caer una a una, lentamente, con suavidad.
Él no decía palabra alguna y cuando a ella se le escapaba algún gemido, le decía
_ Sssshhh
Con dulzura la acostó.
Ella se dejaba hacer... Sintió algo suave en sus muñecas. Parecía una tela suave. Levantó sus brazos y la amarró a los barrotes de la cama.
El cuerpo de ella reaccionaba; se erizaba, se humedecía, y él aún no la tocaba.
Sentía su mirada en toda su piel; sabía que la deseaba tanto como ella a él.
Percibía sus movimientos y supo que se estaba quitando su ropa.
Él se acercó y ella sintió su aliento en todo su cuerpo, lo sentía muy cerca, casi la rozaba, casi...
Entonces él comenzó a decirle todo lo que le gustaría hacerle, pero sin hacerlo: besar su cuello, sus orejas, besar su boca y jugar con su lengua, bajar a sus pechos, lamerlos, morderlos, recorrer su cuerpo con la lengua, seguir bajando, hurgar cada rincón... Sus manos y dedos seguían el recorrido de su lengua, le decía, pero no lo hacía...
Ella se excitaba más con cada palabra susurrada en su oído, se movía, gemía, sentía que le estaba haciendo el amor.
Él continuó amándola con palabras hasta que ella no aguantó más y estalló con frenesí, con tanta fuerza que hasta lágrimas brotaron de sus ojos vendados.
En ese mismo momento, él quitó el pañuelo de sus ojos y la miró con amor, con pasión, con deseo, con hambre, y la devoró, ahora sí, con hechos.
Eran un hombre y una mujer amándose hasta la locura.
Pero no eran solo un hombre y una mujer...
Él era su hombre y ella, su mujer...