Celebrando el amor...

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Se termina el año...
_ Amor, ¿qué haremos para celebrar todo lo bueno que nos ha brindado este año?, preguntó ella?
_ Mmm... Por tu cara, creo que ya pensaste en algo, mi amor. Dime, ¿cómo te gustaría celebrar?
_ Jajajaja. ¿Cómo puedes pensar eso?
_ ¡Porque te conozco muy bien!
_ ¿A sí?
_ ¡Siii!
_ Entonces dime qué me gustaría.
_ Mmm... Mejor no te digo nada y te sorprendo.
_ ¡Mencantaaa!!!
Aún quedaban unos días del año que llegaba a su fin.
Los dos estaban ansiosos. Él preparando la sorpresa y ella esperándola.
A veces, mientras tomaban mate, ella le preguntaba si ya había pensado algo, pero él se hacía el olvidadizo, como que no recordaba qué era lo que tenía que pensar.
Ella lo miraba con ojitos tristes y él la sentaba en sus rodillas para consolarla. Era un juego peligroso, ya que sabían cómo empezaban pero... también sabían cómo terminaban. ¡Siempre les pasaba lo mismo mismo!
Esos juegos tan llenos de coqueteos, de seducción, de besos, sonrisas, roces, mimos, lograban que se olvidaran del mundo. El reloj se detenía y tenían todo el tiempo solo para ellos. ¡Y cómo lo aprovechaban!
Esos cinco días que faltaban fueron un aperitivo, preámbulo de ese encuentro especial para despedir el año.
El último día del año llegó tempranito. Despertó lentamente... Con los ojos aún cerrados, se desperezó . Estiró sus brazos y piernas, se le escapó un quejido (siempre le pasaba cuando se sentía feliz) y sonrió. Entonces sí abrió los ojos y lo vio. Él estaba allí mismo, observándola con esa sonrisa que ella tanto amaba. Sus ojos entornados le contaban de su amor y deseo.
_ ¡Buenos días, amor!, la saludó acercándose a su boca.
_ ¡Buenos días, amor!, ronroneó ella.
_ ¿Traigo el desayuno?
_ ¡Pero si ya estás aquí!, le sonrió ella con picardía.
_ ¿Quién desayuna primero?
_ Tú, mi amor.
_ ¿A sí? ¿Y dónde queda eso de que las mujeres van primero?
Y su sonrisa, su mirada y esas manos que la recorrían con avidez, lo mismo que su lengua, hicieron que esa primera comida del día la hicieran los dos a la vez. Fue un desayuno largo y delicioso, donde los sabores se mezclaron en completa armonía. Fue un desayuno digno de un rey y su reina.
_ Hoy es 31, mi amor. Te tengo una sorpresa. ¿Nos levantamos?
_ Mmm... Sabía que estabas pensando algo.
_ ¡Vivo pensándonos!
Ella lo tomó de la mano, lo besó y lo invitó a la ducha.
_ ¿Ya es hora de la colación?, preguntó él, riendo.
Y entre risas y arrumacos se fueron al baño a tomar su colación y una buena ducha.
Desayunaron, prepararon el mate y salieron.
_ ¿Con quién pasaremos hoy?
_ Yo pasaré con la mujer de mi vida y tú pasarás con el hombre que te ama como nadie te ha amado ni te amará jamás.
Así le dijo él, mirándola a los ojos.
_ ¡Amooor!!! ¡Es lo que yo más deseaba! ¡Estar juntos y solos!
Y partieron hacia algún lugar en el mundo.
Marcharon despacio. Ella acariciaba la nuca de su hombre, él, con su mano libre, acariciaba las piernas de su mujer. Fue un viaje delicioso, con una charla simpática y picante. ¡Ellos eran picantes!
Se detuvieron dos veces en el camino y recorrieron los senderos abrazados. A veces ella corría y él la atrapaba, forcejeaban, reían y caían uno en brazos del otro. Era un juego de seducción constante.
Y el viaje llegó a destino.
Él detuvo el auto, se bajó y fue a abrir la puerta para que ella bajara. Le ofreció su mano y la atrajo hacia él. La besó de esa manera que la enloquecía pues con su lengua , moviéndola como solo él puede hacerlo, le hacía el amor.
La separó y la giró.
Allí, en una maravillosa playa solitaria, se elevaba una cabaña.
_ Ese es nuestro nido hasta mañana, mi amor.
¡Era un paraíso!
La cabaña era pequeña y confortable.
_ Hoy brindaremos por este maravilloso año: por tenernos, por desearnos, por amarnos. Lo despediremos con mucho amor. Y mañana le daremos la bienvenida al nuevo año y brindaremos por la eternidad de nuestro amor.
_ ¡Amooor!!!, exclamó ella. ¡Esto es simplemente maravilloso! Juntos y solos... Me leíste la mente, ¿acaso?
_ Estamos tan conectados, amor, que tus deseos, son también los míos. Tengo hambre, agregó. ¿Te gustaría ser mi banquete?
A todo lo vivido ese día, le agregó esa invitación... Ella sintió que se derretía.
_ Quiero ser tu aperitivo, tu plato principal y tu mejor postre, mi amor _ respondió ella, provocadora.
¡También tu mejor trago!
_ ¡Toda, toda para mí! ¡Y no dejaré nada!
_ También yo tengo hambre...  de vos.
_ ¡Aquí me tienes, amor! ¡Soy todo tuyo!
La cabaña se llenó de caricias acompañadas de suspiros, de besos, de abrazos... Su aroma a mar se mezcló con el aroma del amor disfrutado, sentido, vivido a pleno.
En algún momento se detuvieron y almorzaron algo y tomaron agua, mucha agua.
Caminaron por la playa, entraron al mar. Solos los dos. Tal vez por eso, la arena y el agua también mezclaron sus aromas y sabores con los de ellos. Todo el entorno vibró, se estremeció y amó al ritmo de los enamorados.
Al atardecer regresaron a la cabaña.
_ ¿Confías en mí?, preguntó el de pronto.
_ ¡Totalmente!
_ Cierra tus ojos.
Ella cerró sus ojos y sintió que le ponía un pañuelo sobre ellos, atándolo por detrás. Luego, la acostó con suavidad mientras la besaba. Ató sus manos al respaldo de la cama e hizo lo mismo con sus pies. Ella quedó a su disposición. ¡Cómo le gustaba!
¡Se amaron de mil maneras diferentes! Y así como las olas del mar, que llegan a la orilla con suavidad, una y otra vez, así se amaron hasta ese momento en que se sintieron mar y estallaron en una gigantesca ola que los revolcó en las arenas blancas y suaves de esa habitación.
De pronto ella sintió algo frío que corría entre sus pechos y se detenía justo en su ombligo. En seguida, la lengua ardiente de su amante hizo el mismo recorrido. Los labios succionaron su ombligo y ella se estremeció.
_ ¡Amooor! No sé lo que haces pero me encanta.
_ Por todo lo bueno que hemos vivido juntos y por todo lo maravilloso que pasaremos en este nuevo año, mi amor, estoy brindando, bebiendo champagne de tu ombligo. ¡Sabe maravillosamente bien!
_ ¡Yo también quiero brindar!
Y volvieron a brindar, bebiéndose mutuamente. Y para el champagne usaron las mejores copas: el ombligo de cada uno.
En el atardecer de ese primer día del año, agotados pero irradiando felicidad, celebraron la llegada del año nuevo, con la familia y los amigos.











A puro placer... #BWAwards19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora