Al día siguiente, para más o menos las 09.00 a.m., el sol ya brillaba con todo su esplendor. David abría sus ojos lentamente, tratando de adaptar su vista ante la luz que entraba por las persianas.
¿A quién quiere engañar? Su corazón latía a mil por segundos, no estaba en su casa, obviamente no en su cama y traía nada puesto.
Pero lo más importante no era el lugar en donde estaba desnudo; su gran problema se encontraba a su costado aún dormido: "¿Que carajos hacía Nick desnudo abrazandolo?"David debía mantener su cabeza en frío, y vaya que intentaba no alterarse más de lo que ya estaba. Con cuidado trata de safar de los brazos del castaño, queriendo huir lo antes posible, pero no encontraba su ropa por ningún lado. Y eso claramente era un problema.
Se ensimismo tanto en su búsqueda que no nota a un reciente Nick despierto, quién lo mira curioso y alegre ante tal escena.—Ya cálmate. Es nuestro día libre.— suelta el comentario atrayendo la atención del de ojos azules. David lo mira incrédulo, no pudiendo creer lo que le decían, pero sí: tenía razón.
Nick le sonrie y a su costado palmea varias veces para que David fuera y se recostara con él. Obviamente no se negó, y a cambio de todo: David le sonríe con socarronería.
Estando un poco más cerca del castaño, se hace un lugar en el pecho de tal forma en que ambos se puedan ver directo a los ojos.—Creo que anoche lo hicimos muy a las apuradas, no lo logré disfrutar ¿no lo crees?— le pregunta David con picardía, recordando las cosas que había llegado a hacer mientras venían para la casa, y de dónde posiblemente estaría toda su ropa.
Nick lo besa con un beso de tornillo: —David, ¿te arrepientes por lo que pasó?— habla preocupado, su rostro mostraba triteza y miedo, sin eludir que podría ser desespero y nostalgia.
—No. Claro que no. Sino, no seguiría aquí.— le responde David en un tono tranquilo y ensoñecedor, acortando la poca distancia que tenían entre ambas bocas; un beso casto y apurado por querer conocer y reconocer esos labios que yacían de dueño. Nick, por su parte, aferro aún más su agarre en la cintura de su amante, dónde lentamente se daba el lujo de llegar a las nalgas y poder propinarle un masaje que solo él tiene permiso de hacer. Un suspiro igualado a un gemido, era el incentivo que recibía Stokes para que siguiera con su tarea; y David terminó siendo posicionado, como la noche anterior: encima del regazo del CSI.
Una lluvia de besos cayendo sobre ambos, sobre sus quijadas, mentones, cuellos y clavículas; David siente como su culo es abierto de una forma un toque brusca pero, de algún modo, excitante.
—¡Oh, Dios Santo!— jadeó al sentir los calientes y mojados dedos de Nick, acariciando y relajando cada centímetro suyo.
—Dios no tiene nada que ver en esto, David.— le refuta buscando los finos labios. Una nueva danza, dónde sus lenguas juegan, y la saliva es escurridiza. Se separan lo suficiente para que Nick pueda bajar y besar el pecho de su compañero, y seguir yendo más abajo hasta su abdomen.
Desesperado, David se coloca de rodillas, para atender aquello que la noche anterior no lo pudo apreciar como se debía e iba siendo hora de atenderlo apropiadamente.
Lentamente se lo engulle, intentando regular la respiración para no tener ninguna arcada.
Cuando llegua al tope de su capacidad, Nick comenzaba a jugar con su dedo y la recién hallada próstata, lo que provocó que David gimiera alrededor del miembro, retumbando hasta lo más profundo de ambos.
Presemen, escapa por su comisuras remojados en la esencia de Stokes, aguanta, sorbe y lo suelta al fin; el miembro rebota y vuelve para propinar un suave golpe contra la mejilla de Hodges, el anterior nombrado escucha una risa detrás suyo, atento a sus movimientos.
David voltea lánguidamente su rostro, lo mira y le sonríe.
Bajo la observación del castaño, David recoje con su pulgar algo del residuo biológico para luego llevárselo completamente a la boca y Nick disponía una vista bastante clara, tan clara como el asombro que tenía en esos momentos.
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CSI: JUEGOS DE MIRADAS [David Hodges y Nick Stokes] (Pausada)
RomanceUna apuesta puede tener muchos finales: algunos no lo cumplen, otros sí, hay gente que matan por desaudedar, venden sus órganos, drogas. Demasiadas cosas se diría. Normalmente, las mismas no tienen límite alguno, y eso en la ciudad de las apuesta lo...