Capítulo 15

10.7K 882 237
                                    




Ruido.




Asentía con la cabeza ante las palabras del Ministro, pero sinceramente había esperado que la reunión sea para algo más importante, no para que me de más reglas y sermones sobre lo que estoy haciendo.

Lo único relevante fue lo que llegó en la carta, sobre un medimago que vendría a revisar a Malfoy, no había leído antes que alguien vendría a verlo. Después de eso todo es irrelevante.

Hasta podría enfocarme en cualquier otra cosa sin perderme de otra cosa importante que diga el Ministro.

Admítelo, quieres pensar en Malfoy.

No, no quiero pensar en él.

Pues yo si quiero pensar en él y me da curiosidad saber lo que está haciendo.

Siempre andas muy al pendiente de Malfoy, no me digas que te enamoraste.

Eres más gracioso de lo que demostraste serlo en este tiempo.

Siempre andas Malfoy por aquí, Malfoy por allá, prometo no decirle a nadie que te gusta.

Tuve que morderme el labio inferior para evitar reírme mientras seguía observando al Ministro caminar por su oficina sin dejar de hablar.

¿Y qué hay de ti? Yo soy una parte tuya, quizás todo este tiempo te reprimiste de tu gusto por Malfoy.

Estamos hablando de ti, no de mí, yo no soy quien siempre anda hablando de él y queriendo violarlo mientras duerme o se toma una ducha.

Vuelvo a repetir que yo soy una parte tuya, pero sabes algo, cada vez tengo más poder. Podré haber empezado siendo una pequeña parte de ti, sin embargo cada vez esa parte se está extendiendo.

Sus palabras hicieron que mi ceño se frunza con vehemencia, no entendía a lo que se refería, pero es algo que sonaba muy mal, y antes de poder cuestionarle cualquier cosa los gritos de Malfoy traspasaron la habitación.

Alguien se lo estaba llevando.

Me levanté con rapidez sin escuchar las réplicas del Ministro y salí de su oficina buscando a Malfoy con la mirada, fue cuando lo vi a cuestas de otra persona.

Mis manos se convirtieron en puños mientras me acercaba rápidamente a él, quitando a las personas que miraban curiosas lo que sucedía. Tomé su mano cuando estuve a un palmo de distancia.

—¿A dónde te lo llevas? —Mafoy me observó, al igual que Ron, era imposible no distinguir una cabellera de ese tono—. No tienes derecho a llevártelo a ningún lado, yo soy su guardián.

¿Ves? Yo te lo dije, si no lo agarras bien, alguien más se lo llevará.

Cállate, no quiero oírte ahora.

A ti también te atrae, por eso no quieres que nadie más se lo lleve, sino lo hubieras dejado ir hace tiempo.

Apreté la muñeca de Malfoy con más fuerza al oír esas palabras mientras caminábamos hacia las chimeneas. Al llegar observé su rostro con enojo antes de asestarle un golpe contra la pared.

¿Por qué no podría dejar ir a Malfoy? Claro que puedo hacerlo cuando quisiera, pero ese momento todavía no llegaba, por lo tanto, un tiempo encerrado no le haría mal.

Dejé la puerta cerrada, pero no la aseguré con el pestillo. En parte era para averiguar lo que Malfoy haría, si se quedaría ahí o no. Lo más seguro es que en cualquier momento comience a golpear la puerta con fuerza para que lo saque de ahí, eso sería divertido de ver, a un Malfoy desesperado por salir.

A cargo de ti. (Harco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora