CAPITULO 1 SEGUNDA PARTE

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EL CENTRO

El día siguiente a mi primer día de secundaria cayó en sábado, por lo que no tenía mucho que hacer salvo la tonelada y media de tarea que nos dejaron. ¿Qué les pasaba a esos profesores? El primer día nos dejaron suficientes investigaciones y labores para unas vacaciones de verano (en las que no haríamos ninguna porque estábamos de vacaciones). La primera mitad de ese día me dediqué a ver caricaturas en mi habitación, estaban pasando episodios viejitos del pájaro loco, recuerdo que lo vi vagamente hace mucho tiempo, no podría decir a qué edad con exactitud, el caso es que este programa ya era viejo desde antes que yo tuviera uso de razón y supiera que dos y dos son cuatro y que cuatro y dos son seis y que seis y dos... Ya sabes, canciones tontas de kínder.

Finalmente, me puse a hacer los deberes en mi escritorio personal, donde que tenía todos los aburridos libros que mis papás me compraron para mi nueva vida de estudiante; la mayoría de ellos no los iba a leer nunca y otros tantos eran como para chicos mucho más avanzados. El único que me gustaba ligeramente de este lote de conocimiento era el libro de geografía, porque adentro tenía muchos mapas y dibujos bonitos. ¿Sabías que Madrid no es sólo un equipo de futbol? Es también la capital de España.

Me metí en la página web de la institución e intenté practicar el himno. Según las instrucciones había que ponerse una mano en el pecho y cantarlo perfectamente afinado con la melodía. No les bastaba con hacernos cantar, para colmo querían que lo hiciéramos bonito. La letra era más o menos así:

"Con escudo, espada y bandera se defienden los guerreros en la arena.

Con pluma, pergamino y amor defendemos nosotros la institución.

La sublime luz de la esperanza bañará el futuro del mundo y la nación

Cuando el conocimiento, la paz y el amor brillen para todos con nuestra voz.

Somos los guerreros del alba y los dadores de esperanza.

El futuro viene ya

El futuro viene ya"

Ahora sé por qué el escudo de la secundaria es un rayo de luz impactando el planeta tierra. No es el himno más bonito del mundo, el de México se oye mejor, pero supongo que no está mal.

Se me hizo algo difícil memorizar y cantar a la perfección todas las estrofas, jamás fui bueno para todo lo que va englobado en la música, la danza o el arte. Apenas sé cantar la canción de los pollitos (y va que chuta).

Decidí tomarme un descanso porque se me secó la garganta. Esto de los himnos era difícil, o puede que no se me diera bien. Así que me fui a la cocina a prepararme un bocadillo rápido y sencillo; cogí una rebanada de pan de sándwich y lo embarré de mermelada, después otra y le unté mantequilla de maní. Las junté en un solo y perfecto emparedado y, con un cuchillo, corté la orilla, creando así el hibrido perfecto entre dulzor y pegajoso deleite. Al terminar de comérmelo mi madre entró por la puerta de la cocina y me vio sentado en la barra chupándome los dedos. Me observó con divertida exasperación y se acercó a mí con manos en las caderas.

—Lucas, ¿Cuántas veces te he dicho que no ensucies la cocina?

—Pedo mama, io...

—Y no hables con la boca llena, es desagradable. —dijo, tomando un trapo y barriendo las migas y orillas de pan de la barra, transportando todo rápidamente al cesto de basura—, mírate la cara nada más cariño, parece que comes como un vikingo.

Me reí un poco entre dientes, apresurándome en masticar el último bocado. Ella cogió una servilleta y me limpió la cara rápida y toscamente como sólo una madre sabe hacerlo.

CHICO EN PROBLEMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora