CAPITULO 2 SEGUNDA PARTE

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Ya eran casi las 4 de la tarde. Ya estaba bañado, con ropa limpia y con la mente despejada.

Mi cerebro vagaba por las lomas del "que tal sí" y todo lo que se me venía a la mente no eran otra cosa que calamidades.

¿Qué tal si ambos llevaban pañales?

¿Qué tal si hacían algo sumamente vergonzoso antes de entrar al cine como un berrinche o cosas infantiles?

¿Qué tal si en verdad creían que yo era el menor de los tres?

¿Qué tal si en lugar de una peli de miedo terminamos viendo una infantil?

Aunque... ese último pensamiento no me turbó sino que casi me tranquilizó. Las películas de horror y suspense no eran lo mío. No es que sea un gallina ¡No! Ni pensarlo, nada más que no me gustaban demasiado. Prefiero la acción o las comedias. La última vez que vi una peli de miedo fue con mi papá en el sofá. Se llamaba el Exorcismo de Mary Lu. Empezaba muy bonita de hecho. Con una chica de las afueras que quería ser bailarina de ballet. Todo iba bien hasta que empezó a tomar anti depresivos y una noche el diablo se le metió. La verdad no sé si acabó todo bien porque me tapé los ojos e intenté hacerme el dormido. Creo que a mí papá tampoco le gustó El Exorcismo de Mary Lu porque no pasó mucho tiempo después de que yo intentase dormir que él apagó la tele y me subió cargando a mi habitación. Esa noche lo último que hice fue dormir, pasé el resto de las horas intentando no pensar en los cuernos de cabra que le salieron a la pobre Mary.

—Hijo, ¿la película que van a ver es de miedo, no? —preguntó mi padre sin despegar la vista de la carretera. Hoy portaba sus lentes para conducir y sus guantes de cuero. No estoy completamente seguro de parqué tenía que usar guantes para conducir, según él tiene una especie de enfermedad rara en las manos.

—Sí... —contesté—, aunque es más de ciencia ficción que de miedo.

Mi padre asintió con positivismo y sonrió ligeramente.

—¿Ya no te asustan las películas de miedo?

—¿Qué? Yo... A mí nunca me han asustado esas pelis. De hecho me... me encantan. ¡Sí! No me dan pesadillas de nada de eso.

—¿En serio? —inquirió con intriga.

—A-Aja... —mentí.

—Vale —replicó—, pues que sepas que estoy muy orgulloso de ti —concluyó de buen ánimo.

—¿En serio? —yo estaba completamente sacado de onda. ¿Cuándo fue la última que mi padre me dijo que estaba orgulloso de mi? ¿Era esta la primera acaso?— ¿Por qué, papá?

—Porque creo que has madurado. Sabes, a tu edad a mí me asustaban muchas cosas. Era muy ansioso y siempre creía que lo peor podría pasarme. No me gustaba ver esa clase de películas, y mira que las de mi época sí que daban miedo... El caso es que me hacían tener muchas pesadillas. Pero creo que tú eres diferente a mí. Incluso estás haciendo amigos mucho más rápido de lo que yo hubiera soñado a tu edad. Esos Aligiheri se ven como muy buenas personas.

—Papá yo...

—No digas nada hijo. Sólo quería decírtelo. Sé que vas a estar muy bien cuando crezcas, estoy seguro de ello —extendió la mano y me alborotó los cabellos.

Yo no supe qué responder. Por un lado me sentía muy bien de que mi padre me viera de esa forma pero... no me sentía tan grato, porque yo no creía ser todo lo bueno que él decía. ¿Si supiera con qué clase de personas me voy a juntar en realidad, seguiría tan orgulloso de mí? Nunca lo supe, ni siquiera yo conocía bien a las personas con las que me encontraría esta noche.

CHICO EN PROBLEMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora