CAPITULO 10 PRIMERA PARTE

779 31 24
                                    

DÍA DE ESCUELA

El día siguiente a ese despertamos por la mañana con la energía recargada. Mi primer pensamiento al abrir los ojos y desperezarme en la cama fue que todo volvería a la normalidad, bueno, no a la normalidad sino a la relación semi-normal que tenía con mis compañeros de clase apenas hace dos semanas.

<<Puede que nada vuela a ser como era antes, puede que lo de antes no se repita nunca>> Pensé después.

Me levanté de la cama tambaleándome.

Pateé suavemente la cabeza de Darío, quien descansaba en una bolsa de dormir. Asemejaba estar muerto o haber caído de nuevo en coma. Obviamente no era así pero cuando se dormía parecía que ni un tornado o un terremoto podrían perturbar su descanso. Viendo que no respondía me arrodillé a su diestra y le pellizqué la nariz con una mano para cortarle la respiración. No tardo ni 10 segundos en retorcerse como un animalito ahogado.

—¡AAAHHH! —se quejó nasalmente, sin quistar prosiguió a quitar mi mano de su cara violentamente—­. Déjame.

No pude evitar reírme, verlo ahogarse tenía un toque delicioso. Hasta podría decir que me hacía sentir poderoso.

—Eres un psicópata —me recriminó­—. ¿A qué ha venido eso? Estaba teniendo un sueño maravilloso. Había un perro de tres cabezas y un tipo con cuernos.

—Lo siento, pero si sigues durmiendo vamos a llegar tarde al cole.

—Qué aburrido —se quejó metiéndose más en la bolsa de dormir hasta que su cabeza desapareció—, no quiero ir. Quiero seguir durmiendo.

Yo abrí la bolsa por completo y volví a descubrirle la cabeza.

—No puedes quedarte dormido. Es mi casa. Además, la primera clase es mates ¿recuerdas? El examen.

—¡MMM hum!, mami no quiero ir. Estoy muy cansado.

—¿Cansado de qué? Si acabas de despertar. Deberías tener energía.

—No sé si ya te diste cuenta pero yo soy de esas personas que no siguen la lógica.

—¡Tonterías! Tienes el cuerpo joven. Levántate o te echo un balde a agua fría.

El bello durmiente rodó sus ojos con exasperación y se levantó

—Nunca me dejan ser feliz...

Al verlo de arriba abajo no pude evitar reírme entre dientes. Darío llevaba puesto mi pijama de Pikachu. No había traído ropa para dormir así que le presté esto, tal como él había hecho con mi visita a su casa. Claro que se quejó del pijama pero... al final accedió.

—¿Qué es tan gracioso? —no estaba de buenas, él rara vez lo estaba.

—Nada —respondí con una mueca.

—¿Es el pijama, verdad? Dios, hubiera sido más digno dormir en calzoncillos.

—¿Y por qué no lo hiciste?

—Costumbre supongo. Costumbre y frío —se encogió de hombros y se sentó trabajosamente en la cama con ayuda de la muleta—. Qué bueno que hoy me liberan la pierna. Estoy impaciente ¿sabes que ya he olvidado cómo se siente caminar como una persona normal? Es horrible.

—Seguro que sí —dije— ¿Cuándo será? ­—cuestioné, a sabiendas de que saldríamos tarde del colegio.

—Alice se encargará de quitarme el yeso cuando llegue a casa.

Me quité el pijama de rajas que llevaba puesto y me calcé unos pantalones con una polera verde manzana. Era muy tarde para tomar una ducha mañanera así que lo haría en la noche... si me acordaba. De repente me encontré listo para bajar a comer, mas mi visitante aún estaba con su colorida ropa de dormir.

CHICO EN PROBLEMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora