Capitulo 2

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El sistema inmunológico de Kotoko no estaba reaccionando bien. Sus defensas eran excesivas y estaba haciendo picos febriles demasiado altos. En ese momento una serie de enfermeras estaba aplicando medios físicos para bajar la fiebre poniéndole compresas de hielo bajo las axilas y de agua fría en la cabeza pero no bajaba. Naoki la miraba desde fuera de la unidad de cuidados intensivos sintiéndose tan impotente como al principio. La ética profesional le impedía tratarla como médico pero investigaba cada día y supervisaba la terapia de medicamentos que le estaban aplicando pero que al menos en ese momento no estaba surtiendo ningún efecto.
El nudo en su pecho... ¿era acaso desesperación? ¿Como iba a saberlo?
El nunca tuvo que preocuparse por nada, pero ahora la responsabilidad era mayor, ahora era algo más. Mientras la contemplaba desde fuera de la unidad intensiva uno de los colegas médicos de más edad se le acercó con cara de preocupación indicando que debía hablarle en su despacho. No sonaba bien pero decidió no adelantarse aunque suponía que le diría lo que ya sabía. Que el tratamiento de Kotoko no estaba surtiendo efecto.
Ambos entraron al despacho en medio del silencio y tranquilidad de ese espacio prístino.
– Tengo los exámenes de sangre de la señora Irie.– dijo después de un instante. Naoki permaneció impasible esperando que le dijera que los leucocitos seguían siendo altos, que intentarían reforzar la terapia con otro medicamento de más valor o algo similar pero...– La señora está embarazada–
La noticia en si no lo sorprendió, después de todo tenían vida marital, con bastante frecuencia pensó socarronamente por unos momentos, y desde aquel día que habían estado juntos en el hotel donde casi que infructuosamente celebraron el cumpleaños de ella, esperaba que esa noticia llegara. No era nada dado a creencias pero después del rayo de Luna iluminándola podía creer en algo más allá De lo terrenal pero justo en ese momento no era la noticia que más beneficiaba el estado de salud de Kotoko. Y así se lo hizo ver el médico indicándole que la terapia de medicamentos utilizada en ella tenía un alto riesgo de ocasionarle un aborto.
Durante un momento se pregunto que opinaría Kotoko al saber que estaba embarazada, la felicidad que muy probablemente habría inundado sus rasgos emoción de saber que los dos habían podido crear una vida. Y por el amor que le profesaba la felicidad de estar llevando un hijo de él sería algo extasiado, pero ella no podía saberlo, se hallaba en coma barbitúrico para poder hacer frente a su sistema inmunológico. En sus manos parecía estar la desicion sobre la vida de Kotoko y lo que crecía en su vientre.
Al pensar en tomar esa desicion un sentimiento extraño se acomodó en su pecho. Sin duda era algo que no percibió antes en ninguna de las situaciones de su vida. Si decidía que le aplicaran menos dosis del medicamento que requería ella podía morir y llevar consigo a su creciente gestación. Si apoyaba toda la terapia medicamentosa ella podía salvarse pero el feto morir.
Sabía que no tenia que pensarlo dos veces si hablaba de sus propios intereses y es que la verdad no le interesaba perder a Kotoko en lo absoluto. Ya tendría tiempo de lidiar con el resto de emociones de la muerte de un hijo o hija más adelante y quizá al lado de ella.
Con la autorización de Irie comenzó la terapia medicamentosa más agresiva con la que contaban. No podrían saber si estaba funcionando hasta después de 24 horas seguramente serían las más largas horas que alguna vez Naoki Irie pasaría
Bajó a la cafetería a tomarse un latte. No tenía nada mejor o peor  que hacer. Y esperar frente a la habitación de cuidados especiales se le hacía algo demasiado para su propio bien y sus recién descubiertos sentimientos. En la cafetería encontró a su madre su padre y el padre de Kotoko. Todos ellos tenían la misma expresión de preocupación que seguramente el mismo no podía tener al no haber nunca expresado sus emociones de otra manera que con frialdad. Ninguno de ellos dijo algo más que el saludo y preguntó cómo seguía.  Su padre tenía el rostro pálido parecía estar reviviendo lo que debió ser la muerte de la madre de Kotoko , para el que nunca había perdido un ser querido cercano era algo incomprensible. Pero al contemplarlo pudo imaginarse a sí mismo de la misma manera que quedaría si ella se iba. Y lo peor de todo es que no le costó nada hacerlo lo cual venía a decirle lo profundos que habían llegado a ser sus sentimientos por ella. Pensó que su presencia se había hecho costumbre y que era esa la razón por la que se casó con ella y decidió hacer parte de su vida. Pero recordó lo que le dijo a ella una vez en la habitación; lo había conquistó pero solo hasta esta realidad le dio trascendencia a esa frase, en ese momento fue solo la palabra que primero se le ocurrió pero ahora lo comprendía, un poco tarde, la verdad.
Ella estaba en su corazón y volvía el sentimiento de preocupación por perderla sabiendo que eso sería más doloroso que perder incluso a alguien de su familia.
Permaneció con ellos en el mismo silencio incómodo, su madre que era tan parlanchina estaba inusualmente callada y sabía que era porque Kotoko también se metió en su corazón, ella tenía la habilidad para hacer que las personas la quisieran. Hasta Yuki, recién terminada la secundaria, dedicaba cuatro o cinco llamadas en el día para saber cómo se encontraba su nuera.
Pasaron dos días en los cuales Naoki pudo mirar de cerca la lenta evolucion de su esposa. En el día recibía una dolorosa terapia de tina de hielo para bajarle la fiebre, cuando salía tenía más pinta de estar muerta que viva y eso lo afectaba enormemente, por eso prefería restringir la visita de la familia haciendo valer su derecho de esposo. El papá de Kotoko intentó discutir pero Noriko en medio de su sensatez intentó explicarle los motivos de Naoki para ignorar su derecho de padre.
Ahora Naoki contemplaba a Kotoko, con los muchos aparatos conectados a ella, entre ellos un respirador artificial. Desde los pies de la cama esperaba la llegada del médico de cabecera de ella para intercambiar conceptos. Al ser familiar la etica seguía interponiéndose entre el estado clínico de Kotoko y su propio conocimiento de médico. Había logrado burlar esa barrera al inicio de todo pero el médico al enterarse de su violacion a la ética había limitado la información clínica de Kotoko a un archivo privado que solo podía ser accedido por los médicos de cuidados intensivos.
Había sido una lata pero su razonable mente  lo comprendía aunque le costara aceptarlo. Su palidez seguía incomodandolo aunque sus signos vitales habían mejorado un poco. Se acercó a un lado de la cama, aquel por donde ella no tenía casi accesos venosos. La contempló en silencio admirando lo joven que seguía pareciendo a pesar de su enfermedad. Puso su mano sobre la de ella sintiendo que el contacto aunque inerte lo revitalizaba un poco.
– Kotoko...– quería decirle muchas cosas, y aunque la ciencia habia comprobado que incluso en coma los pacientes podían escuchar su entorno le parecia estupido hacerlo sin que ella le mirara con esos ojos saltones que tenia. Queria decirle que lo sentía por todas aquellas veces que la rechazó. Resultaba insulso incluso para el precisamente llegar a esas reflexiones justo cuando ella estaba tan mal. Era injusto para ella ya que nunca se lo decía cuando estaba conciente, cuando tenía la seguridad de que la presencia de su esposa sería constante y tendría el tiempo. Ahora el mismo tiempo era reducido y el se encontraba ahí penando a los pies de la cama haciendo algo que debió haber hecho mucho tiempo atrás.
– Tienes que ponerte bien- apretó un poco la pequeña mano pensando que estaba demasiado fría aún, pero en su caso era lo mejor, mantener la fiebre a raya era vital para conservar la funcionalidad de sus órganos vitales – tienes que volver conmigo a seguir dándome lata– no era lo más romántico para decir, especialmente si ella era de esos pacientes que si escuchaban en estado de coma.
Quería decirle que la necesitaba, que aunque no lo pareciera apreciaba su insistente amor todos los días. Pero nada de eso salía por su boca. Estaba tan acostumbrado a esconder sus emociones que sabía o quizá presentía que ninguna de esas palabras serían habladas. Y aún así seguía siendo injusto para ella, quien le confesaba su amor al menos dos veces al día y en ese momento decidió que si la vida de Kotoko dejaba de estar en peligro haría lo que estuviera en sus manos para hacerla feliz. Era triste que siguiera ocurriendo eso en tantos casos (qué llegara una situación de vida o muerte para sacar a relucir los sentimientos más profundos. Se sentía mal ya que, si hubiera tomado esa determinación antes, quizá en ese momento conocería mejor a su esposa y ante el abanico de posibilidades que se abrían todas ellas terminaban en desgracia. Lo único en lo que podía pensar era en ella.
Por la enfermedad de Kotoko le fue otorgada una licencia especial para poder acompañarla en su tratamiento, lo cual le  venía de perlas ahora que no quería separarse de ella. De vez en cuando había que agradecer al trabajo por los pequeños detalles, aunque su jefe le dijo que le costaba renunciar a un médico como él solo sería por unos días.

No a Las Emociones (Una historia de Itazura Na Kiss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora