/*/A pesar de haber estado inusualmente pendiente de los movimientos de Aihara, no había podido discernir la fecha seleccionada para salir con Kinnosuke. Aunque no era su problema le parecía infame que ella, que vivía prácticamente de la caridad de su familiar (apenas ese pensamiento cruzó su cabeza se sintió miserable, teniendo en cuenta que, de acuerdo a la información aportada por su padre, aunque intentó que el señor Aihara aceptara quedarse en su casa sin pagar nada, teniendo en cuenta la difícil situación en que quedaron, su amigo decidió darle una cuota de estancia tanto para él como para su hija y a regañadientes y para dejarle preservar su orgullo su padre aceptó).
Pero no estaba bien visto que una chica que vivía en casa ajena saliera en citas con otros muchachos, sin pensar en las horas de ingreso y salida.
Había decidido, irrefutablemente, evitar a la chica todo lo que sus posibilidades le permitían, lo cual implicaba quedarse encerrado en su habitación leyendo y con la compañía de su serio hermano, eso no era malo, pero se sentía prisionero en su propia casa.
Por eso y por muchas cosas presentía lo peor.
Se levantó temprano para poder tener el turno del baño e ir limpio a la escuela, alistó la ropa que se iba a poner y con la toalla en el cuello por encima de su camisa y pantalones de pijama se encaminó al baño de manera casi que automática.
La puerta no tenía seguro así que empujó para entrar hasta que una visión lo hizo tambalearse hacia atrás.
Aihara estaba desnuda frente a él. Bueno, la cubría una toalla pero no sabía por qué tenía la certeza de que había solo piel desnuda debajo.
Y no tendría por qué sentir esa ligera tibieza en el pecho ante ese hecho.
Había entrado sin pensar en el baño, casi que sin recordar la presencia de los dos nuevos integrantes de la familia porque era lo que hacía todas las mañanas pero esta vez su encuentro no había sido con el espejo sino con la chica que se estaba contemplando el cutis ante este o eso parecía.
Seguramente acababa de bañarse e intentó decirse que no estaba mirando las suaves gotas que aún pendían de sus hombros y que la toalla no secó.
Tosió un poco para llamar la atención de la chica que se volvió lentamente para mirarlo inexpresiva.
- Requiero bañarme - dijo simplemente esperando que ella entendiera la indirecta. La chica asintió con la cabeza, hizo una digna reverencia y sin mediar palabra pasó por su lado para salir.
¡Qué grosera! Pensaba Naoki mientras sus ojos, sin poder saber por qué seguían los pasos de ella alejándose, y el sutil perfume a jabón de fresas que quedó en el ambiente húmedo del baño. Altanera y orgullosa, era lo único que creía pensar de ella, después de perseguirlo ahora se hace la digna.
Increíble.
Se dio una ducha rápida y se preparó para ir a la escuela, su cabello no necesitaba mayor arreglo así que lo único que tuvo que hacer fue vestirse tan bien como siempre.
Cuando llegó al comedor su madre estaba revoloteando alrededor de Aihara insistiendo en que comiera mucho para que tuviera fuerzas para estudiar. Soltó una risa que no pudo contener y que intentó ocultar con tos sin éxito. Su madre lo miró con reproche esperando que Kotoko no se diera cuenta pero él no pudo evitarlo, aunque Aihara se dedicara a estudiar mil años nunca sería una buena estudiante.
En el momento en que tomó su taza de café se dio cuenta de que ella lo observaba pero no con la languidez propia de alguien que está enamorada, sus ojos oscuros estaban nublados por un halo de rabia que se sintió ligeramente intimidado.
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No a Las Emociones (Una historia de Itazura Na Kiss)
RomanceNaoki debe enfrentarse a algo que no puede controlar... La vida y la muerte... ¿Logrará descubrir su interior?