Capítulo 5

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Naoki se despertó en otro día soleado, rodeado por el sonido de los pájaros que posaban sus nidos en los árboles que rodeaban su casa. Escuchaba mucho ruido en la sala y suponía que su madre estaba en medio de alguna de sus elucubraciones. Suspirando decidió bañarse y bajar a ver el motivo de tanto escándalo.

Cuando estuvo listo y bajaba las escaleras escuchó más voces aparte de las que ya conocía, así que no era su progenitora después de todo sino una visita. Aunque era muy temprano para estar en esas suspiró pensando que su madre no era nada convencional.

Asomó su presencia y vio que había dos personas mas, una chica y un hombre mayor a los que no conocía, pero dada la confianza con la que hablaban a su padre, él si.

Cuando su madre anunció su presencia este hizo una reverencia pronunciando su nombre y la chica pegó un salto y un grito. El momento del reconocimiento llegó para ambos y para él, aunque no lo demostró en su semblante, también fue una sorpresa verla ahí. Era Aihara, la chica de la carta de amor a quien se le esfumó dicho amor de una semana a otra.

No quiso hacer caso del estremecimiento leve que le recorrió el pecho cuando ella lo miró a los ojos.

Ninguno de los dos quería decir nada, pero lo único que a Naoki se le ocurría era el loco pensamiento de que ella y quien parecía ser su padre había venido a pedir su mano. Su ego no sabía si elevarse o decaer ante esa estúpida perspectiva. Ninguna chica fue tan atrevida.

Hasta que su padre comenzó a desenredar el motivo real de la presencia de esas dos personas en su casa. Igual fue una sorpresa especialmente cuando su progenitor anunció que vivirían con ellos, por algún motivo referente al daño de la casa de ella.

Claro, lo que sucedió el día anterior y de lo que fue testigo.

Intentó no alegrarse de que la opción de ellos hubiera sido su propia casa y no la de Kinnosuke, pero tampoco lo demostró. Simplemente contemplaba la escena con estoicismo preguntando qué pasaría ahora que esa chica iba a estar tan cerca.

Tendría que advertirle que no se le acercara ni se cruzara en su camino, ni que lo acosara con sus delirios de amor por él. No estaba dispuesto a permitírselo. Se lo diría a la menor oportunidad que tuvieran de estar solos, lo cual, conociendo a su madre, pasaría pronto.

No podía dejar de notar que su progenitora miraba a Aihara como si todos sus sueños se hubieran hecho realidad con la llegada de ella.

Noriko nunca ocultó que siempre quiso una niña, él mismo sufrió por esa obsesión hasta que creció, pero ahora parecía fascinada y tenía la ligera impresión de que iba a verse personalmente afectado también por eso.

Aun así no dejaría que ella volviera a interferir en su vida. Tenia cosas mas interesantes y complejas en las que pensar.

Se presentó haciendo la respectiva venia y sin poder evitar notar que los ojos de ella no lo miraban. Simplemente respondían con el mismo saludo y se dedicaban a responder las preguntas, un poco salidas de todo, de su madre, como por ejemplo si Kotoko tenia novio y este se iba a molestar por que permaneciera en una casa donde uno de los habitantes era un chico de casi su misma edad. Sentándose en el mueble y siendo partícipe de toda la comida con que su madre les estaba dando la bienvenida, observó el comportamiento de Aihara que respondió sonrojada las inconvenientes preguntas que salían de la boca de Noriko a la cual su padre intentaba contener ofreciendo excusas a su amigo.

Aunque lo esperaba, ella no volvió a mirarlo, se notaba retraída y se preguntó por qué, después de todo no había tenido reparos en intentar entregarle una carta de amor delante de mucha gente.

No a Las Emociones (Una historia de Itazura Na Kiss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora