Capítulo 10

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La vida en la prefectura de Dijon podía considerarse tranquila, Naoki se preguntaba si podría visitar mas adelante ese lugar con Kotoko y decidió que el clima podría ser bueno para su salud. El simposio, de hecho, estaba siendo mas interesante de lo que esperó, estaba aprendiendo algunas cosas nuevas y por cada día de asistencia recibía la compensación de la que tanto hablaron en el hospital.

Todos los días llamaba a su madre esperando que tuviera una noticia diferente a que todo seguía igual, pero esta no había cambiado. En medio de todo su aprendizaje lo que mas queria era volver, pero para eso tendria que esperar otros cinco días mas. Nunca pensó que extrañaria tanto su vida en Tokio, después de todo cuando trabajó un tiempo en el hospital de otra ciudad no extrañó tanto estar en casa.

Pero era una situación diferente, parecía que pasó en otra vida. Había cambiado mucho desde ese entonces.

Él mismo era diferente. Después de ser un médico que enfrentaba la muerte con sus mejores armas, estar frente a la muerte de su propia esposa era algo que podía influenciar a alguien a ser algo diferente. Especialmente porque se necesitaba de un golpe de tal magnitud para hacerle darse cuenta de la profundidad de sus sentimientos hacia su propia esposa. Una que no supo valorar mientras la tuvo pero también una que se encontraba dispuesto a resarcir y recuperar a como diera lugar. Después de todo no era conocido por darse por vencido.

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-Se encuentra en un simposio en Dijon- Comentó Satomi mientras ayudaba a Kotoko a sentarse después de un baño refrescante. Le secaba el cabello con parsimonia mientras Kotoko solo miraba a la nada como si estuviera calibrando el sentido de las palabras de su amiga.

Claro, era de esperarse, aunque aún le doliera un poco pensar que para él era mas importante sus viajes de estudio que su misma esposa, pero era algo a lo que estaba acostumbrada así que, aunque le dolió no la tomó por sorpresa. Su mamá política insistió en que Naoki debia enterarse de su ahora estado de conciencia pero ella seguía negando y pidiendo a los demás que mantuvieran el secreto, y, por su condición de enferma, parecía que conseguía lo que quería.

Cada dia veia mas claramente lo que haría con su vida. No sabía si solicitar el divorcio antes o después de ser dada de alta, especialmente porque ninguno de sus allegados se lo tomaría bien, después de todo no estaba bien visto un divorcio pero ella no veía otro camino para alejarse definitivamente de su esposo y toda su familia. Era tal su deseo de reencontrarse, de saber si lo que era en ese momento, una enfermera que se graduó solo para estar cerca de su esposo, era lo que ella misma quería para su futuro.

Quizá, quizá no, pero lo que era seguro era que no lo descubrirá estando siempre bajo el ala protectora de los demás.

Así que estaba poniendo todo su empeño para mejorar a pasos agigantados aunque seguía recibiendo medicación para que sus defensas no explotaran ante cualquier estímulo. Ahora ya casi no tenía fiebre y podía comer con un poco mas de libertad, aunque nada de alimentos sólidos.

Durante la noche le era difícil conciliar el sueño especialmente por que su tarada mente, como le gustaba llamarla, elegía ese momento del día para pensar en Irie. Cómo lo amó y cómo ese amor parecía estarse desvaneciendo al no recibir el estímulo adecuado. Aun se preocupaba por él pero aunque ansiaba verlo, eso era tóxico. Su amor era tóxico, especialmente de parte de ella, que pensó que con su propio amor sería posible cambiar el corazón de alguien mas. Tarde descubría que el amor no podía ser estimulado a crecer en alguien como si de una planta o un hongo se tratase, era algo mutuo, una conexión instantánea, una conexión que ni ella ni Irie tuvieron desde el principio.

Y lloraba, sus noches se convertían en llanto a pesar de sus esfuerzos por evitarlo. Pero suponía que era mejor sacarlo todo en los momentos en que estaba sola y no después.

No a Las Emociones (Una historia de Itazura Na Kiss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora