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"las personas no son para siempre y eso lo aprenderás de
la peor manera"

Con cada historia sentía sentimientos encontrados, ya que al mismo tiempo que me asustaba con cada historia, me sentía como bendecido al saber detalles de sus últimos momentos entre nosotros.

Cuando estaba en mi trances, una voz me quito de ese lugar tan pacífico dentro mío.

Crees en las brujas?- me preguntó él, de la nada con aquella tonada tan característica, solo pude mirarlo horrorizado provocando así la risa del resto del club- sácate esa cara de boludo, es sólo una metáfora, ahora escucha la historia de la bruja mística.

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Narra Janis

Viví en un tiempo donde cumplir 30 años era ser un anciano, y en la que se debía vivir a todo trapo.

“Prefiero tener diez años de superhypermost , que cumplir 70 y estar sentada ante un
maldito sillón, delante del televisor. Se vive ahora. ¿Cómo vamos a esperar?”.

Fui una beatnik cuando nadie sabía ni qué diablos era eso.

Nací en la ciudad de Port Arthur, en Texas, el 19 de enero de 1943.

Mi padre, Seth, trabajaba en una refinería; mi madre, Dorothy, era ama de casa y poseía buena voz.

Mi familia la completaban dos hermanos, Michael y Laura, pero yo era la incómoda de la casa y según mí mamá “Ella era infeliz e insatisfecha. La relación no era la más adecuada”.

En la adolescencia hice amistad con un grupo de marginados que me onectaron con la música
negra, interpretada por Bessie Smith, Ma Rainey y Lead Belly, quienes marcarían mi trayectoria artística.

Recorri los bares de Luisiana y me empape del blues y el jazz , lo cual –por supuesto– no les gustó para nada a mis padres, pues ellos querían que fuera maestra de escuela.

Día a día dependía cada vez más del licor y la heroína para cantar, pero me había convertido en un símbolo para muchas mujeres de mi época.

En mis primeros años de colegio comencé a sentir rechazo por ser “amiga de negros”, oponerme al
racismo y a los convencionalismos sociales imperantes en aquellos días.

Pronto se manifestaron mis trastornos de personalidad sobre todo por mi aspecto físico: chiquitilla, regordeta y con la cara llena de espinillas no era precisamente lo que necesitaba para ser popular.

Encontré refugio a mis depresiones en la música, la pintura y la poesía.

Ya a los 17 años deseaba ser cantante, pero quise estudiar Bellas Artes en la Universidad de Texas.

Una entrevista en el periódico The Daily Texan me presentó así: “Ella va descalza cuando se siente como ella misma, lleva Levi´s a clase porque es más cómodo, y carga su auto adonde quiera
que va por lo que, en caso de que tuviera el impulso de romper a cantar, le será muy útil. Se llama Janis Joplin”.

Conocí y canté en casi todos las cantinas de los alrededores universitarios y me hice una merecida reputación de bebedora; por esos días hice yunta con la banda Waller Creek Boys.

Cansada de los moldes, decidí tirar el canasto y me marché de Texas a San Francisco, porque
quería “estar lejos, porque mi cabeza estaba en un lugar muy diferente”.

En la ciudad de Los Ángeles me uni al grupo Big Brother and The Holding Company; sorprendí con tonos desgarradores que sacudían las fibras íntimas de los oyentes, aderezada con mis arrebatos, mis cabellos desordenados y mis numerosos collares.

The Last Day of Our LivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora