✧ e m o t i o n a l ; [ᵈʳᵃʳʳʸ/ʰᵃʳᶜᵒ]

「 02 」

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Sentía como si hubieran lanzado un Muffliato a todo el salón. Porque podía ver qué Hermione y Ron le estaban hablando, y de manera desesperada por los gestos que hacían pero Harry solo podía escuchar todo lo que estaba saliendo de su boca, aquellos pensamientos que jamás pensó decir en voz alta mezclados con el enojo del momento, estaba haciendo cosas que nunca imaginó hacer.

Harry tenía el ceño fruncido y el rostro completamente rojo, estaba señalando a Neville, y le estaba diciendo, no, le estaba gritando cosas que ni en sus más oscuros sueños hubiese querido gritar. Era como un veneno que abandonaba en cantidades alarmantes su cuerpo.

«Veneno» pensó, como el de las serpientes esas de Slytherin, aquellas que habían dejado de reírse hace un rato, incluso algunas miraban incómodas la escena.

Aquella sensación de desahogo, de decir parte de lo que siempre intentaba retener era como quitarse un peso de encima. Lastimosamente no lo estaba haciendo con la persona correcta.

—¡¡Te conozco más de cuatro años Neville!! ¡¡Y nunca entendí porqué no puedes hacer algo bien!! ¡¡Mírame por un demonio!! ¡¿Nunca has pensado que practicar los hechizos o las estúpidas pociones en las que siempre fallas ayudarían a evitar estos malditos problemas?! ¡¡Esto es demasiado!!

—¡Potter!

Harry detuvo su griterío de golpe y lentamente divisó al profesor Snape parado frente a él, con la ira mostrándose en el rostro, el moreno se cubrió nuevamente la boca, esto era serio, no podía; podía disculparse con Neville más tarde, pero no con un profesor, menos con ese profesor.

Mordió con fuerza su mejilla rogando que todas esas palabras dejaran de juntarse de forma desesperada. La impotencia de no poder controlarse estaba a punto de ocasionarle un ataque. La herida estaba abierta y el sabor de la sangre lo asfixiaba.

—Son cincuenta puntos menos para Gryffindor, diez por su incompetencia Longbottom y cuarenta por su sucia lengua Potter.

Harry levantó la vista sin saber cuando la mantuvo fija en el suelo, observó a Snape levantar una ceja sin alterar su expresión, pese a tener puestas sus gafas no lograba ver nada y la cabeza le estaba doliendo a horrores.

Pasó con temor su mano por su rostro y notó que se estaba bañando en lágrimas.

¿Por qué, por Merlín estaba llorando?

Lo último que escuchó antes de caer dormido de repente, fue "Desmaius".

Quien quiera que hubiera sido, le estaba eternamente agradecido.