XVIII

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-Ahora si cariño, cuéntame...

La tía Gaby no parece dejar de hacer indirectas o preguntas no muy discretas sobre Max, es lógico y era de esperarse que le caería de sorpresa ver a Max en el departamento. Aún tenía la idea errónea de que entre Diego y yo había algo más que amistad. Todo este tiempo solo me limito a responder como si, no, tal vez, no sé y quizás. Tampoco es como si pudiera darle muchas explicaciones porque para empezar ¿Cómo le diría? Solo tengo sexo con él, no quiere besarme, no quiere una relación seria, me acaba de comprar el auto de mis sueños y no estoy segura de lo que siento.

Siendo realistas, estoy segura de que le daría un infarto a esta mujer, muy probablemente me llevaría de vuelta a Londres sin exagerar, su forma de pensar es tipo Nada de sexo hasta el matrimonio yo sé que ya es el siglo XXl y ella lo sabe, solo que suele ser un tanto aferrada a las costumbres antiguas. Añadiendo lo mucho que se preocupa por mí.

-¿Sobre qué?

Dándole un sorbo a mi café, finjo no saber de lo que habla mientras saboreo el líquido al pasar por mi garganta. Decidimos venir al Station Coffe, mi lugar favorito, ya que soy una persona un tanto territorial y preferiría no arriesgarme a llevarlos a un lugar donde no conozco y donde puede que no les guste. Soy de la idea que mas vale malo conocido, que bueno por conocer. Si lo pensamos bien eso realmente aplica mas hacia las personas, sin embargo, eso no explica la incredulidad brotando de los iris de la mujer que esta justo en frente de mí. El ambiente se a tornado un tanto tenso y desconcertante. Lo único que deseo sentir es lo calentito del lugar gracias al calefactor que vuelve cálido el lugar separándonos del frío invierno de las calles engentadas.

-Rosalie - Sentencia arrastrando cada letra de mi nombre como si este realmente pesara lo suficiente para no poderlo pronunciar con facilidad - Sabes de que hablo, no trates de fingir señorita - Suena intimidante.

-No pasa nada.

Le aseguro no estando segura de que eso fue más para mí que para ella. De su parte recibo otra mirada de desaprobación, de esas que hablan por sí solas. Esta dice; no me quedaré con eso. Tampoco espero que lo haga.

-Podrás engañarme a mí, pero no a ti.

Y ahí está esa frase que no puede faltar en cada discusión. Ella sabe cómo hacer que dude de mí misma y me pregunte; ¿Estará bien lo que hago o no? Disimulo observando a mi alrededor intentando buscar alguna excusa, sin embargo, lo único que veo es a varias personas charlando entre murmullos y a un bebe comiéndose una galleta. Ser bebe era tan fácil... pobre niño, no sabe lo que le espera... ojalá el sí sepa hacer las cosas bien, sin reglas, sin estupideces como no querer que lo besen. De solo pensarlo me parece estúpido, es ahí cuando caigo de nuevo en la realidad.

-No sé lo que pasa - Admito - Es muy lindo y todo, pero no se...

-¿Qué no sabes? - Indaga.

Eh aquí la razón por la que prefiero callarme las cosas. No me gusta decir lo que siento o pienso, mucho menos me gusta indagar más a fondo mis sentimientos, porque tener sentimientos solo trae conflictos y soy una persona pasiva dentro de lo que cabe.

-No sé nada.

Respira cansada llevando su mano delgada por la mesa hasta llegar a la mía dándole un pequeño apretón para decirme que está conmigo en todo lo que haga. Si, contando las miles de estupideces que suelo hacer con mucha frecuencia.

-Recuerda Cuando alguien es para ti, aunque te quites y cuando no, aunque te pongas no lo será - Cita una frase.

No se si fue la referencia o que una chica despistada haya entrado a la cafetería dejando filtrar libremente el aire cuando se cruza con un hombre que iba de salida parándose en seco ocasionándome escalofríos. Doy un sorbo al café para contrarrestar la reacción.

Insuficiente I (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora