VII

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Llego al departamento agitada, me recargo en la puerta ya cerrada, es probable que solo sean figuraciones mías. El departamento vacío, escueto, solo se escucha el sonido de los vehículos y el mormullo de las personas que pasan por la acera, es increíble como suceden las cosas, cuando crees avanzar una cadena te jala con fuerza haciéndote daño. Recuerdo que no he hablado con la tía Gaby desde el domingo pasado, ella es un poco sobreprotectora, o antes lo era más, voy a mi habitación no muy grande pero acogedora, perfecta para mí. Me siento junto a la ventana observando la calle y el cielo azul clarito con nubes esponjadas y algunas aves volando con un rumbo fijo.

-¡Cariño! Pensé que te habías olvidado de mí - dice mi tía Gaby con desaires.

Ella es un poco escandalosa y sentida, mala combinación, a veces se siente de la nada y otras está más feliz que una familia viendo a su can dando a luz a unos hermosos cachorritos, me agrada oír su voz, muy suave y maternal, me siento protegida con tan solo escucharla, de pronto me dan unas ganas inmensas por abrazarla y pedirle sus consejos.

-¡Nunca! - le aseguro - solo estaba ocupada, conseguí un empleo en una empresa de Bienes raíces - trato de fingir emoción, desde que conocí a Max algo en mí se movió bruscamente volviendo todo al revés.

-¿En serio? ¡Es grandioso!, estoy muy orgullosa de ti Ross, cada día me enorgulleces más, tus padres deben estar muy orgullosos de ti cielo - al pronunciar esto ultimo con resignación mi corazón se encoge.

Lo único que quiero es que lo estén, que sea en donde sea que estén se sientan muy orgullosos de mí, cuando recién murieron yo era una niña que no entendía muy bien la muerte, me parecía increíble que ya no los volvería a ver nunca, recuerdo ese día como si haya sido ayer, mi madre era hermosa y mi padre muy apuesto, yo decía que cuando este grande quiero tener un novio muy guapo y ser una pareja muy bonita de esas recién salidas de un cuento de hadas, un príncipe, decía yo, mi padre era de tez blanca, delgado, ojos almendrados, cabello castaño ondulado, de ahí herede mi cabello, para mí era mi único y primer amor, siempre salía a pasear y ver paisajes, a él también le fascinaba la pintura, cuando estaba triste porque un niño en la primaria no me hacía caso él se sentaba en mi cama a consolarme, o cuando me caía siempre estaba ahí para levantarme.

Mi madre era un poco más estricta conmigo, su piel era un poco más bronceada, sus ojos esmeralda, he ahí porque mis ojos también lo son, su cabello rubio lacio, siempre andaba muy bien vestida, ella era mi ejemplo a seguir, los extraño demasiado. El día del accidente me dejaron con la tía Gaby y el tío Luis, mis padres dijeron que irían a cenar puesto a que cumplían 10 años de casados, era su aniversario y yo no podía ir, hice un berrinche pero mi padre me prometió que al día siguiente me llevaría a comer pizza, solo con él, acepte, el siempre sabia como convencerme, salieron por la enorme puerta de madera, un portal a otra dimensión, ya no regresaron, el portal los mando muy lejos de mí, esa noche llovía, era una noche fría, aterradora, lo más doloroso que una niña de nueve años casi diez pudo sentir. Por un tiempo no hablaba, no podían hacer que hablara, gracias a Diego me volvió de nuevo a la vida.

-¿Cariño? - pregunta preocupada detrás de la línea.

Había olvidado responder, volví de nuevo a la realidad.

-Lo siento, estaba distraída. ¿Cómo están por allá?

No quiero que se preocupe, no quiero causarle más preocupaciones.

-¡Como nuevos! nos está yendo muy bien pero te extrañamos, nos haces falta ¿Cuándo vienes a Londres?

Misión imposible, es más fácil que ellos vengan aquí que yo allá, mi trabajo no me lo permitiría.

Insuficiente I (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora