Blossoms day ✽｡ chanbaek

especial botón » 1 de abril

-un día antes del enloquecimiento de Chanyeol(?)-

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"No hay mucho que exprimir de mi persona." Esto es lo que piensa de sí mismo.

Antes yo solía admirarle desde un enfoque personal, envolviendo un carisma inexistente suyo en tonos rosas de cualquier enamorado. La ceguera inminente, mas no siempre errada. Porque él ha sido siempre, si mis memorias me lo permiten expresar, de este mismo porte sereno y despreocupado, vislumbrándose apenas algo nostálgico en sus iris cristalinas a medio bostezo. Como de quien se ha sumido en un sentimiento apabullante sin aparentes precedentes, pero que efectivamente existen.

Todo tiene razón de ser. Él debería darse cuenta de ello.

Ahora que tengo la oportunidad, y la dicha que día con día agradezco, de tratarlo más y más hasta que se vuelvan pláticas a medianoche las nuestras, voy trazando con grafito su silueta, y a veces con tinta procedo a la tentativa de darle forma a su personalidad, las emociones ocultas que ni él sabe que posee, pensamientos suyos que descubro o él me hace saber desgarbadamente. Me deleito de sus flores aquí y allá, aquellas que se sinceran frente a mí del modo con el cual, sin presunciones sospecho, nadie más lo hace.

Son tan agraciadas y bonitas sus flores. Las que crecen rojas en sus orejas al ruborizarse hasta las rosáceas que se colocan sobre sus mejillas hinchadas mientras regala sonrisas sin destinatario, salvo algunas veces, porque amigos y compañeros de clase aunque sean escasos, tiene, y él les sonríe, obsequiando sin saberlo una muy preciada flor de cerezo. Y si lo hace conmigo temo de sus ojos analíticos encima mío, pues no sé cuándo cederé ante el impulso de acariciar las flores de sus labios con los dedos o, a saber, con mi propia sonrisa titilante sobre la suya.

Es tan vergonzoso de solo pensarlo.

Excepto que, ¿cuántas veces no he escrito la misma retahíla?

Desgarbado, indiferente, pero amable si avista la oportunidad de serlo, son sus más grandes características superficiales, sin mucho que observar de introspectiva. Ahora bien, ¿por qué habría él de menospreciarse a sí mismo creyendo que es una naranja sin jugo cuya esencia no puede beberse? Véase la primera línea en caso de haber olvidado el meollo de esta palabrería. Incluso si no tiene nada para mostrar o algo de plática para iniciar, basta verlo detenidamente para comprender que algo interrumpe su desarrollo. Un árbol que no crece con sol ni con lluvia ni demás. Tal vez se quedó atascado en la búsqueda de un algo. Y es aquí donde inevitablemente remito a la infancia, suya y mía, por separadas; aunque no del todo.

Recuerdo verlo siendo un niño triste apoyado contra el que era su árbol preferido. La escena melancólica. Mi yo de nueve años miraba a unos pasos considerables de distancia.

Él, buscando amigos luego de haber perdido a uno. Yo, siendo demasiado torpe para acercarme y consolar.

Y aun así, empecé a quererle en la lejanía.

Mientras él fue despechando toda cercanía una vez entendió, a su parecer, que la amistad duradera sería jamás.