Las llamas se extendieron, voraces y destructivas a su paso, el pequeño apenas daba sus primeros pasos siendo atraído por aquel calor que auyentaba a todas las personas mientras que en sus ojos se reflejaban sonriendo cual pequeño que no teme a nada en lo absoluto debido a la ignorancia que tenía de las cosas.
-¡Shoyo! ¡Shoyo detente!
Su madre corría en contra de la corriente de personas que se alejaban despavoridos de las grandes flamas, una explosión tras otra creando una reacción en cadena alcanzó al pequeño de cabellos rojizos.
-¡¡SHOYO!!
El grito desgarrador de la mujer de cabellos negros que presencio la muerte de su pequeño a manos de un voraz incendio no fue escuchado, opacado por el pánico de los demás se dejó caer al suelo de rodillas con las mejillas empapadas en lágrimas de dolor por haber perdido a su único hijo de aquella manera, incluso podía escuchar sus risas entre aquellas flamas, iba a volverse loca, sin su amado esposo para apoyarla en momentos como ese y camino, camino a las llamas que le arrebataron a su pequeño sin miedo de entregar su vida pero, se detuvo.
Sentado en medio del incendio, tomando pedazo a pedazo las llamas hasta hacer una llamarada en sus pequeñas manos abrazando estas como si de un peluche se tratase y al ver a su progenitora no dudo en ir hasta esta dejando todo aquello atrás levantándose del suelo, las llamas se apartaban como si ese pequeño fuese una figura con suma importancia para ellas y llegó hasta su madre aferrándose a la tela de su falda. La mujer le miraba atónita y suavemente lo tomó entre sus brazos a lo que Shoyo aplaudió acomodandose en el pecho de su madre. Dio media vuelta alejándose de las llamas con prisas esperando a que nadie los hubiese visto de aquella manera.
Hinata Shoyo cumplió los trece años de edad manteniendo un control decente de su poder, no era una persona de carácter explosivo, pero si muy energético, volviendo de una larga caminata con algunos víveres para su madre y hermanita, que había llegado al mundo hace dos años, después de aquella visita de su progenitor no volvió a verlo jamás.
-¡Estoy en casa!
Nadie respondió, aquello extraño un poco a Shoyo, no había notas con carbón, ni platos, mucho menos juguetes en el suelo y sabía que algo había pasado con su familia. Dejando todo salió de la casa, llamando a las mujeres por sus nombres, lloró por no encontrarlas estrujando la yerba que se metió entre sus dedos sumamente molesto por ello y en una explosión de rabia las llamas se esparcieron de la misma manera sintiendo exactamente el momento en el que su energía topó con otra mucho más refinada cosa que lo puso alerta levantándose del suelo, ¿que era eso que había sentido? Camino con un rumbo fijo, separó sus brazos creando olas de fuego que nuevamente hacían contacto con la pared de energía anterior, aumentó las llamaradas hasta verse a sí mismo atrapado en un campo de fuerza expulsando más llamas pero fue en vano, era demasiado fuerte para sus llamas y entonces comenzó a ahogarse; golpeó con ambos puños la pared invisible, el paso de oxígeno era negado, se deslizo hasta el final de aquella burbuja, boqueaba como un pez fuera del agua buscando una pizca que le mantuviese con vida, no podía morir sin saber de su madre y hermana.
Sus ojos azules resplandecieron con el baño de luz plateada, mientras sus manos se mantenían extendidas en su dirección, el estaba cortando el paso del aire para no solo sofocar su fuego sino matae al manipulador, se vio liberado de repente y en automático sus narices y boca tomaron todo el aire posible haciéndole toser de manera exagerada.
-No mataría a alguien como yo, Kageyama Tobio, ¿tu quien eres?
-¡Si querías saber mi nombre no tenías que casi matarme de asfixia!
Saltó en su lugar y al acercarse notó los casi veinte centímetros que tenían de diferencia en su altura haciéndole retroceder, unos pasos.
-Eras tú quien me atacaba con sus llamas, ¿es que acaso eres idiota?
Era ese que había sentido, una pared que topaba con su poder.
-A-ah, pues lo siento, creí que eras quien se las había llevado, ¡mi madre y hermana!
Reaccionó de nuevo, llamando a las mujeres con desesperación y entonces Kageyama le calló con un campo de fuerza sobre su boca.
-No hay nadie en kilometros a la redonda, quizás las secuestraron, ay muchos tratantes de personas por estos lugares y...
Cuando miró al chico, sus hombros temblaban con violencia, reteniendo los fuertes alaridos de dolor de saber o al menos pensar que jamás volvería a verlas; se acercó al pelirrojo deshaciendo su campo para que pudiese llorar con libertad desahogando su lastimada alma por medio de las lágrimas.
-Lo siento mucho.
Después de un leve consuelo en forma de caricias hacia el cabello ajeno retomo su camino, pero algo le detuvo de aquello.
-Llévame contigo, no sé que planes tengas pero... no quiero estar solo.
¿Planes? Tobio le miró dudoso, aunque el chico dominaba un elemente que en el futuro le podría ser útil, el tener a alguien a su lado sin duda sería problemático y quizás estorboso.
-Bien, sécate las lágrimas y empieza a caminar, estaba por buscar algo de comida.
Arrancó de los dedos del pelirrojo sus prendas para continuar con su búsqueda por el bosque para poder comer algo, cosa que a Hinata se le facilitaba debido a haber crecido en un lugar como tal toda su vida, las encontraría, con ayuda de ese chico lo haría.
-¡Soy, soy Hinata Shoyo por cierto! Y también soy cazador, ¿te agrada la idea de comer ardillas?
Los orbes azul marino cambiaron a su dirección asintiendo sin sonrisa ni gesto alguno que pudiese ser definido como alegría.
-Kageyama Tobio, no he comido ardillas pero apuesto a que son sabrosas bien cocidas.
-¡Ni que lo digas! Podemos hacer una trampas para ellas con un poco de bellotas e incluso semillas distintas para atraparlas, tú déjamelo a mi, aunque admito que con tus poderes será mucho más fácil.
La humedad, sumando el corte de oxígeno repentino hicieron que el pelirrojo se levantara de golpe sentándose para sacar toda el agua atorada en sus fosas nasales.
-¡¿Quién fue?!
El ardor en el interior de la nariz no le permitió abrir los ojos hasta determinado tiempo.
-Enano, es hora de que te levantes para la guardia, el turno de su majestad esta por terminar.
Su más amable amigo, Tsukishima Kei se había tomado la molestia de levantarlo con toda esa calidez que poseía el sabelotodo y de mala gana tomó su camisa para secarse un poco el cabello.
-Gracias Tsukishima, eres tan buen despertador, ahora voy a relevar a Kageyama.
Dejó solo al rubio para ir hasta las afueras del refugio bostezando y saludando medio dormido a los demás miembros que se mantenían despiertos a esas horas de la madrugada. Al salir notó a Kageyama a la lejanía con una postura digna de su apodo, con la vista al frente y la mirada seria, concentrado en todo lo que se encontrara a su alrededor, tan bello, pensó el creador de llamas.
-¡Kageyama-kun~! He venido a relevarte.
Se llevó una mano a la frente con una sonrisa.
-Oh, esta bien, regresaré a dormir ya que nos han encargado un lugar para ir mañana, buen turno Hinata.
Bostezó sonoramente y se adentró al refugio de nueva cuenta dejando con la curiosidad a flor de piel al pelirrojo.
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Proceso
Science FictionEl mundo es bello aún en el caos y la miseria, las estrellas brillan para los que rebosan de vida y los que están a punto de dejar el mundo de los vivos.