Los besos robados y los reclamos comenzaron a formar parte de la vida entre Kageyama y Hinata, nuevamente les había tocado, aunque en esta ocasión fue técnicamente planeado que fuesen a la ciudad donde habían conseguido víveres en una tienda de conveniencia bien resguardad y aunque desconocían si se mantuvo seguro partieron allí sin Kenma de por medio.
Aunque seguían teniendo peleas momentáneas Hinata las arreglaba con besos y pequeños detalles con sus llamas, como corazones flameantes o el nombre de Tobio grabado en una piedra, detalles que hacían que el poseedor del control sobre los campos de fuerza se sonrojara olvidando casi de inmediato su enojo con su novio, pero solo besos, caricias y mimos dejaban un poco insatisfecho a Hinata que ahora posaba su mirada en la figura de Kageyama; brazos fuertes capaces de matarlo cuando quisieran, piernas que parecían estar hechas para seducirle cuando se flexionaban y que decir del trasero, bien formado debido al ejercicio que el mismo pelinegro se imponía terminando en aquel detalle tan notorio sobre sus shorts haciendo de la concentración una tarea difícil. Durante la caminata, entrando al distrito la lluvia no tardó en sorprenderles y Kageyama usó su particularidad para cubrirlos de la lluvia, al parecer en ese lugar tendía a llover con fuerza por lo que un fuerte viento les empapó antes de que Kageyama pudiese cubrirlos a ambos.
-Vayamos a la tienda, no puedo crear fuego si estoy húmedo.
Tobio asintió llevándolos hasta el lugar nombrado y entrando a el local Kageyama notó que seguía intacto, con las neveras funcionando gracias al arreglo de Kenma.
-Aún funcionan.
-¡Kageyama! Quítate la ropa para que pueda secarla.
-Oh, sí.
Quería mirar pero no iba a contenerse de ver como Tobio dejaba su cuerpo quizás enteramente desnudo o si se quedaría en ropa interior, ambas opciones hacían estragos sus neuronas. Al sentir las humedas prendas simplemente le dio la espalda para irse lo más rápido posible de ese espacio que compartían, Hinata tenía ya diecisiete años, Kageyama por su parte dieciséis debido a la diferencia de meses que ambos se llevaban, los casi veinte centímetros de diferencia hacían que se pensara la forma ideal de amar a Tobio, creía que iba a ser una pelea a muerte los roles en el momento de intentarlo.
-El es muy alto y más fuerte.
Mantenía las manos envueltas en llamas cercanas a las ropas que intentaba secar, Kageyama le gusta mucho, desea ser el quien lo proteja y le amé, también ser quien se encuentra arriba, ¡quería meterla! Pero Kageyama era testarudo y lo sabía, no iba a ser fácil convencerlo para que se dejara.
No se dio cuenta en que momento Tobio se adentro a donde estaba y cubrió sus labios para evitar que gritara indicandole con su dedo índice sobre los labios que no hiciera un solo ruido.
-Afuera ay tres hombres y una mujer, nos mantendremos aquí hasta que se vayan, ¿ok idiota?
Hinata simplemente asintió, su corazón bombeaba sangre a niveles nunca antes sentidos mientras la piel desnuda de Tobio se deslizaba por su espalda cuando se acomodaba en aquel estrecho lugar provocando imaginaciones impuras en el pelirrojo y no aguantó más, que Kageyama se haya inclinado hacia su oído derecho detonó su líbido separándose de la mano que silenciaba sus quejas para tomar posesión de los labios contrarios con los propios. Tobio intentaba apartarlo de su cuerpo pero Hinata no deseaba aquello en lo más mínimo por lo que usando su fuerza como impulso recostó en el suelo a Kageyama, la diferencia en las alturas obligó a que ambos se separaran del beso muy a pesar de Hinata.
-¡¿Qué crees que estás haciendo idiota?!
Susurro sorprendido y con las mejillas rojas Kageyama, volteando hacia las ventanas y tratando de girar su cuerpo para poder obtener una vista de las personas que merodeaban el lugar pero el peso en su estomágo que expulso el aire de sus pulmones con el peso extra y estaba por reclamar el atrevimiento del más bajo de posarse de tal manera sobre su cuerpo; su mirada se congelo al notar como el pelirrojo le miraba, hambriento, deseoso fue entonces cuando un extraño calor inundó desde su abdomen hasta su pecho, dejó de pensar en algo que no fuese los ojos caramelos que le miraban hambrientos de poseerlo y simplemente se rindió a sus deseos.
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Proceso
Science FictionEl mundo es bello aún en el caos y la miseria, las estrellas brillan para los que rebosan de vida y los que están a punto de dejar el mundo de los vivos.