-Soy Celestine Miller, nacida en los Estados Unidos o lo que alguna vez fue aquel país, vine aquí con un solo objetivo, esconderme del gobierno estadounidense, durante dos años logré mi cometido dejando todo atrás.
Kageyama escuchaba la voz de su madre como un susurro mientras esta relataba su vida como prisionera usada para experimentación.
-Tus ojos arden, las agujas no dejan de perforar tu piel ni cuando te desmayas, gracias al maltrato mi período jamás fue regular y poco a poco desapareció, dejándome "esteril" ya que el miedo impedía a mi cuerpo producir correctamente las células hasta tener el cien por ciento de mi cerebro despierto, controlarme fue peor, usar mi poder despertaba traumas por lo que muchas veces mataba a mis compañeros de habitación en confusión...
Las caricias se detuvieron y cuando alzó la mirada, sus mejillas se mojaron por las lágrimas de su madre cosa que le hizo levantarse para abrazarla.
-Amaba a tu padre y a ti, desde que supe que te encontrabas en desarrollo, Tobio, no dejes que obtengan lo que quieren.
La mano de la rubia se posó en su pecho.
-Todo, ahora todo es tuyo hijo mío y por favor cuida a mi nieto.
-¿Tu qué?
La mujer sonrió dejando un beso en la frente de Tobio, mientras las esferas de luz se esparcían por el lugar y la imagen de Celestine caminando por la casa con un abultado vientre sosteniendo una cesta de ropa se hacía presente, cambiando a donde el señor Kageyama y ella sostenían a Tobio en sus mantas mientras este dormía plácidamente succionando su pulgar, imagen tras imagen de dos años de felicidad que fue interrumpida por un ataque donde Miller defendía con todas sus fuerzas su hogar mientras su padre y el huían dejando una barrera junto que protegería el lugar sumado al "mensaje" antes se ceder a los brazos de la muerte. Escucho el golpe de la puerta y volteó topándose con personas que emanaban su mismo poder que sin miramientos se fueron contra el mientras la sonrisa superior de Yaku Morisuke era un cuadro de fondo.
-¡Allí! ¡Allí es!
Daichi observó el enorme lugar, ¿de verdad se encontraba ahí? El lugar parecía encontrarse en las ruinas, con grietas en toda su estructura y con unos cuantos pedazos de concreto faltante en su construcción, un enorme campo de fuerza se hizo visible por secciones pero este no pertenecía a Kageyama y Shoyo lo sabía por lo que al momento de que Daichi detuvo el auto Hinata saltó de este para correr hacia el edificio con la desesperación incrustada en su pecho, jadeando por llegar a ese lugar, de ver nuevamente sus orbes azules y sin saber como Hinata tenía su puño envuelto en llamas golpeando aquella muralla invisible uniendo su puño izquierdo a la batalla dejando a su fuego comenzar a abarcar el lugar cada vez más mientras sus compañeros observaban atónitos como Hinata, el enano hiperactivo, poseía control de un elemento natural, tan destructivo como ningún otro. Sin embargo todo se cortó de repente, tuvo que dejar aquello para esquivar otra bola de fuego volteando furíco hacia su rival dispuesto a llevarlo hasta las cenizas pero aquellos ojos caramelo tan parecidos a los propios, con el mismo color de cabello pero de mirada vacía le hizo temblar cual hoja otoñal a punto de caerse de la rama que aún le sostiene.
-Natsu...
La pequeña parece reaccionar pero no lo hace y sin más une sus pequeñas manos para acabar con el "enemigo" lanzando fuego de la misma magnitud del mayor, es pequeña y sus movimientos agradecen eso porque puede esconderse en las llamas, soltando patadas, golpes incandescentes que sin duda dejaría una marca en la piel aunque Hinata ya tiene marcada el alma por las acciones de ese grupo de personas.
-¡Na-Natsu! ¡¿No me recuerdas?! ¡Soy Shoyo!
Giro en el suelo para no recibir de lleno el golpe que la menor estaba dispuesta a proporcionarle.
-¡Natsu! ¡Piensa en mamá! ¡¿Dónde está ella?!
Se cubre con los brazos ante un ataque que no puede seguir esquivando, el fuego no quema, porque son hermanos, su fuego y el de la pequeña lo saben, se reconocen y la sangre los llama a la unión pero su hermana no parece reaccionar, algo le hicieron esos malditos monstruos que ella ni siquiera puede responder ahora la tiene encima sosteniendo su camisa con su puño alzado puesto de manera en la que podría golpear su nariz, ¿pensaba ahogarlo con su propia sangre? Sus manos se alzan acariciando las mejillas de la pequeña.
-No sabes cuanto te extrañé hermanita, a mamá, incluso a papá... ¡perdón!
Apretó las mejillas de la pequeña dejando su fuego alzar la temperatura hasta cambiar de color fue cuando la pequeña rehusaba al contacto, sintiendo el calor del fuego que ya no era amigable en lo más mínimo, los dolorosos gritos de su hermana mientras su piel se deshacía en sus manos provocaron el llanto que se evaporizaba por el cercano contacto a tan altas temperaturas.
-¡Tsukishima!
El rubio apenas pudo reaccionar tomando su arco apuntando su flecha al pecho de la menor y liberando el arma que se clavó en este deteniendo los gritos en pocos segundos mientras Shoyo dejaba de incinerar a la pequeña para abrazar su cádaver contrayendo las piernas de dolor emocional liberando las lágrimas contenidas repitiendo una y otra vez que lo sentía, que su madre lo perdonara por cometer aquel acto, la mano de Yamaguchi llegó hasta el mientras los ojos de Hinata se movían temerosos hasta su compañero.
-Déjala Hinata, la sepultaremos, tu ve a terminar con esos malditos de una vez.
-Yamaguchi...
El de cabellos verdosos tomó una desgastada prenda para cubrir el cuerpo de la pequeña. Hinata se limpió el rostro y corrió hacia el lugar, no quería perder a dos personas amadas en el mismo día, no conocían en lo absoluto el lugar pero al menos supieron que no todos los que se encontraban ahí poseían alguna clase de poder por lo que sin pensarlo se abrieron paso.
-¡Hitoka!
Shimizu sostuvo la mano de la rubia y esta por ende la de Tsukishima, con la última pisada del rubio más alto el piso se fue abajo, entonces se dieron cuenta de que ya se encontraban muy alto.
-Los cuervos son atraídos por cosas brillantes, ¿no es así?
Las secciones del lugar comenzaban a moverse separando a Tsukishima de las chicas, tomó su arco y una flecha listo para que apareciera su enemigo.
-¿Porque no te muestras? ¿Es que acaso tienes miedo de alguien sin poderes como yo? Que patético o patética eres.
El corazón del arquero bombeaba sangre rápidamente, ubicando con sus ojos algún indicio para poder atacar.
-No mataría a la futura madre de mis hijos.
Entonces fue cuando Tsukishima tembló de pies a cabeza, conocían su condición, una que tanto quiso ocultar y ante la figura que se hizo presente sus manos no dudaron en soltar la flecha dirigida pero fue demasiado tarde pues al momento en que la flecha se clava en la pared Kei se encuentra en el suelo con las piernas y manos siendo sostenidas contra este mientras aquella persona se encuentra sobre el acariciando su cuerpo sin vergüenza alguna.
-El tiempo se me acaba, pero tu podrás sostener mi descendencia en tu indeseado vientre.
-¡Déjame! ¡Maldita sea!
De forma inconsciente llama a su hermano mayor aunque sabe que este no va a responder.
-Kuroo Tetsurou, un placer.
El grito de Kei resuena y no se escucha nada más después de eso.
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Proceso
Science FictionEl mundo es bello aún en el caos y la miseria, las estrellas brillan para los que rebosan de vida y los que están a punto de dejar el mundo de los vivos.