Se llevan bien, Hinata es atento con el chico nuevo y pareciera que el cabeza de flan funciona como una clase de hermano mayor para Shoyo, Kageyama le ha pedido a Tsukishima que le enseñe a cazar y este por su parte le entrega un arco junto a una flecha.
-Rey, no tires tan fuerte de la cuerda o se reventara.
El rubio le regaña ante la insensata cantidad de fuerza impuesta sobre el arco, la flecha se clava en el concreto haciendo que la tarea de retirarla de donde se encuentra clavada algo complicado.
-Lo siento.
Tsukishima suspira, algo irrita al poseedor de ojos azules y cree tener una teoría de lo que es, a Hinata y Kageyama ya no se les ve tan juntos como regularmente lo hacían desde la llegada del chico cabeza de flan al refugio, refunfuña aún más, su ceño se frunce más, su rostro parece el de una persona cansada y Hinata ha pospuesto muchas salidas por pasar tiempo con Kozume.
Kageyama alza el arco acomodando sus dedos sobre el final de la fecha, sostiene este con firmeza y fuerza, estira la cuerda mirando su objetivo, esta vez intentaría darle a la ardilla que se cruza en sus caminos para desfortuna de esta, medita, toma aire de forma silenciosa y Tsukishima simplemente le observa de manera silenciosa.
Dispara.
Falla.
Su presa corre apresurada a esconderse entre los escombros dejando al cazador con los dientes chirriando entre sí y maldiciendo en voz baja.
-Iré por ella.
El rubio sacude su mano aceptando la iniciativa del azabache sin oponerse, ya se había cansado de ser el quien fuese por las flechas. Kageyama camina hasta el lugar y escucha el chillido del roedor, este se multiplica y entonces alza uno de los escombros descubriendo con sorpresa pequeños roedores de color rosa que descansaban sobre una asustada madre que se ha puesto en guardia para defenderse de quien a osado descubrir su hogar y no sabe que intenciones tiene el desconocido para su familia.
Kageyama observa fijamente a las pequeñas crías que se aferran a su madre, alteradas también por la actitud de su progenitora, el rostro del pelinegro se enternece y su ceño se suaviza, niega ante la madre dando a entender que no les haría ningún daño, aunque sigue observadoles y un extraño sentimiento aflora desde su abdomen hasta su pecho haciendo que sus latidos junto a su pulso se aceleren. Una mano sostiene el pedazo de concreto de forma que el cambio no sea brusco y alza la mirada topándose con los ojos miel de su instructor.
-Estamos de regreso.
Sugawara sale a recibirlos con una sonrisa y observa los brazos cruzados de Kageyama dando un pequeño brinco cuando nota lo que el de cabellos negros lleva en sus extremidades.
-A-A-A-Ardillas...
El rostro del peliplata palidece y grita al verlos moverse yendo a refugiarse tras Daichi que ríe al ver la expresión que pone el chico del lunar bajo su ojo izquierdo, solamente les pide a los chicos que no les permitan ir libremente por el lugar por el miedo de Sugawara a lo que este alude que no les teme en lo absoluto.
Roban una caja de la colección de Yamaguchi, tela desgastada y algodón dejando a la familia dentro de esta.
-¿Ya has pensado en un nombre para todas?
Los labios fruncidos del pelinegro le dan a entender que no había llegado a ese punto para con sus amigas.
-Moon, es luna en inglés, ¿cierto?
Le mira con un rostro completamente inocente, cual niño pregunta porque el cielo es azul esperando ansioso una respuesta fantástica que le haga imaginar cosas mágicas y azucaradas.
-Sí, eso significa.
Kageyama sonríe, nombra a la madre de esa manera y a las demás, muerte, destrucción y pesadillas, Tsukishima ríe con las mejillas infladas ante tales nombres provocando un rubor en las mejillas del pelinegro a esto se le suman reclamos.
Las misiones pasan a ser parte de Tsukishima y Kageyama, saliendo juntos por días enteros en los que regresan con animales a cuestas, a Tobio le cuesta debido a que no usa sus poderes para esto pero aprende poco a poco que no solo debe depender de estos, tiene un cuerpo que va a acostumbrandose al trabajo y el esfuerzo gracias a Tsukishima.
-¿Has visto a Kageyama, Yachi?
La pequeña rubia detiene sus quehaceres mirando al de cabellos rojo anaranjado.
-¡Sí! Practicaba con Tsukishima algo con sus ardillas.
-¿Ardillas?
Hinata se extraña de aquel detalle, ¿Kageyama tiene mascotas? Agradece la información y comienza a caminar por el lugar, Kenma ha decidido dormir una siesta por lo que al fin se aleja del rubio con raíces negras para buscar al chico de sus sueños, pero tiene que tragarse la ardiente saliva que se desliza por su garganta al ver como los ojos azules de Kageyama se muestran brillantes mientras recibe en su mano una pequeña ardilla que trepa hasta la altura de su palma depositando una semilla en esta siendo felicitada por el de cabello negro mientras Tsukishima tiene a otras dos descansando en su cabellera rubia.
-Muerte es más activa que las otras, comásmolas.
-No las comeremos tonto rey.
Una sonrisa socarrona se forma en el rostro del más alto y extendiendo su mano deja que las ardillas "ataquen" a Kageyama adentrándose en sus ropas para pasearse por su cuerpo arrancando sensaciones extrañas en el cuerpo del pelinegro mientras corre con Muerte en su hombro tratando de sacarse a sus hermanas del interior. Su mano es atrapada y los brazos del rubio le rodean dejando a las pequeñas trepar con una cercanía bastante íntima entre ambos chicos.
-Seguro se lo haz enseñado a propósito Tsukishima maldito.
El sonrojo no baja y respira agitado por reír de forma desenfrenada mientras Tsukishima solo disfruta de la cercanía que tiene con Kageyama, su piel es suave, a pesar de la vida que llevan se mantiene en buena forma, el puchero que forma en sus labios se ve tan apetecible para besar y morder los labios de este que apenas puede resistirse a hacerlo.
-¡Kageyamaaaa!
Hinata aparece de pronto arruinando el aura íntima de ambos.
-Ah, eres tú idiota, ¿ya has dejado al flan en paz?
Kageyama lo rodea para no entrar en contacto con el, siente que en su pecho se forma un nudo de sentimientos y lo odia, es doloroso pero en verdad se ha sentido "solo" en todo el tiempo que Hinata le hizo a un lado por la compañía de alguien que apenas había conocido.
El poco conocimiento de Kageyama en el tema no le deja reconocer el sentimiento de enojo en su interior.
Estaba celoso y Hinata lo sabía, pero de hacer enojar a Kageyama con algo que no entendía solo empeoraría las cosas.
-El rey se ha aburrido de su bufón.
Tsukishima solo acomodo sus lentes con una sonrisa antes de dejar el lugar junto al pelinegro.
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Proceso
Science FictionEl mundo es bello aún en el caos y la miseria, las estrellas brillan para los que rebosan de vida y los que están a punto de dejar el mundo de los vivos.