La muerte viene por mí

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Los toques en la puerta no cesaron, seguían y seguían sin la mínima intención de detenerse. Supe de inmediato que no era alguien que solía entrar a esta pocilga pues ya hubieran botado la puerta antes de soltar malditos gruñidos como si fueran una bestia, pero no fue así en ningún momento. Quién estaba tocando no pertenecía a este ambiente lo supe de inmediato cuando escuché su voz.

- ¡Buenas tardes! ¡¿Hola?! ¿Hay alguien?

Aquella persona solo demandaba la presencia de alguien pero yo no le cumpliría ese capricho y mucho menos lo haría mi madre en su estado, apuesto a que no puede ni escuchar su voz.

- Disculpen pero he venido a buscar a un niño y no me iré sin él... ¿De verdad no hay nadie? ¡Heeeeey!

Su primera frase me dejó completamente en blanco sintiendo un terrible escalofrío recorrer mi espalda. Pasé de no pensar absolutamente nada a pensar miles de cosas al mismo tiempo, mi cabeza era un completo desastre... Miles de voces iniciaron a gritar palabras sin formar una frase con sentido pero lo que más resonaba era la palabra muerte. No toleraba más escuchar esos desesperantes gritos que cuando quise abrir mi boca y dejar escapar un grito de auxilio todo silenció, no escuché nada más que mi propia irregular respiración, luego la misma voz de afuera volvió a resonar.

- ¡Buenas tardes! ¡Bueeenaaas! ¡Quién esté ahí abra ya!

Si me decidía a abrir la puerta es posible que no gane nada bueno, simplemente repetiría el mismo ciclo de golpes sin fin o eso era lo que tenía imaginado pues no lograba pensar en absolutamente nada. No he vivido lo que es la definición de paz con alguien entrando en esta casa, siempre debía de esconderme de los demás porque ellos eran los cazadores y yo soy el monstruo o al menos es lo que mi madre dice de esos hombres, que ellos no me matarían a cambio de los actos que realiza con ellos, para mí era una porquería innecesaria pues yo sé que ella no siente nada por mí, ella lo hace porque quiere. He visto su rostro mientras yo me escondía en el ropero, observaba una maldita sonrisa mientras sostenía la mirada conmigo y de sus carnosos y mal pintados labios salían los peores sonidos.

Con recordar esas escenas tan desagradables me dio motivos para abrir la puerta, no importaba si el visitante me cortaba la garganta, a este punto no le encuentro lógica seguir viviendo si todos los días serían así de miserables. Con mis fuerzas restante me puse de pie y cada paso que daba sentía mis pies más pesados hasta que finalmente me detuve y quité la tabla que bloqueaba la puerta que era lo único que daba un poco de seguridad a la casa. Di un largo y pausado respiro para entonces abrir la puerta.

La puerta ya no era un obstáculo, el viento acariciaba mi rostro y mi pecho haciéndome sentir emocionado pues era la primera vez que lo sentía golpearme de frente, por primera abrí la maldita puerta. Quise contemplar más el escenario pero el dueño de la voz estaba delante de mí, era un muchacho ni siquiera un hombre mayor pues esos eran los que solían venir aquí, sus rasgos eran finos comparados a los de las bestias que entraban a esta casa, sus alborotados cabellos eran castaños que parecía chocolate negro, y a un costado algo los sostenía un adorno para el cabello quizás, sus ojos eran algo pequeños y también hacía juego con su cabellera, su piel era un poco morena, muy bien cuidada. Este muchacho no pertenecía a este lugar, todas sus características lo gritaba empezando por una sonrisa que me regaló.

- ¿Tú eres quién me va a matar?- Pregunté yendo directamente al grano.

Su rostro era la viva confusión en sí, él dio un paso atrás y su sonrisa comenzaba a verse extraña, todo él había cambiado con esa simple pregunta.

- Eh... No, no soy un verdugo niño, vine aquí a buscarte. Tu padre me mandó a este lugar y estoy completamente seguro que eres tú a quién busco; eres idéntico a tu padre.- Respondió el muchacho con bastante energía y la sonrisa victoriosa regresó a su rostro.- Así que busca tus cosas y larguémonos de aquí que no me agrada mucho está zona y así terminaré este trabajo de una buena vez.

- ... ¿Mi padre? ¿Mi padre también es un monstruo?

- ... ¿Eh?

Bastardo Sin ReflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora