El camino al final feliz

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Había pasado un buen tiempo desde que terminamos de comer y finalmente Kaled decidió levantarse del sofá dispuesto a buscar las llaves de su auto, eso solo significaba una sola cosa y aún no estaba tan listo para ello, en fin, no tenía otra opción que aceptar mi realidad. La voz de Kaled llamándome hizo eco en mi cabeza pero por alguna razón no podía responder a ella, me sentía muy cansado que no fui capaz de poder articular una sola palabra.

- Niño no es momento de tomar una siesta, le prometí a tu padre que te iba a llevar en menos de media hora. Anda, levántate.- Exigió el castaño pero yo no podía hacer nada contra sus demandas.

- No me puedo mover... me siento muy agotado...

Kaled solamente dio un largo respiro y se las ingenió para cargarme en su espalda, fue bastante problemático al momento de salir de su casa pero él logró hacerlo conmigo sin caer, sin embargo para montarnos en el auto él me exigió tratar de colaborar con él, cosa que no pude cumplir y me terminó acomodando en el asiento de atrás, luego él se fue adelante listo para irnos. 

Mientras el auto iba en marcha yo comenzaba a sentirme peor: los colores de las cosas que yo veía iban perdiendo color pero volvían a colorearse una vez que volvía a parpadear, mi cabeza daba vueltas y vueltas, me costaba muchísimo respirar y mis manos estaban heladas. No sé qué ocurría conmigo y en un intento de olvidar esta mala sensación fue cerrar los ojos con fuerza, sin embargo cuando lo hice una simple imagen se presentaba en mi mente y era la de una soga, la reconocí de inmediato, era la vieja soga que mi madre utilizaba para inmovilizarme cuando ella tenía más de un visitante ¿pero por qué venía eso a mi mente? ¿Qué ocurría conmigo?

Antes de poder pensar en una respuesta el auto se detuvo y la voz de Kaled volvía a hacer eco en mi cabeza, me mareaba escucharlo. Él notó que algo no andaba bien conmigo y salió del auto solo para dirigirse a la parte trasera que era donde yo estaba acostado, sin dudarlo más de una vez él me cargó en sus brazos con bastante dificultad y nuevamente se las arregló en cerrar la puerta del auto luego de sacarme. Luego de eso no sabía que ocurría, en lo único que podía centrarme era en los fuertes latidos del corazón de Kaled, solo ese sonido logró calmar mi malestar, solo Kaled sabía calmarme.

Todo malestar que me estaba atormentando se había calmado levemente tras haber escuchado los latidos de Kaled, no tengo idea de lo que me estaba ocurriendo pero estaba seguro que por el momento no volvería a pasar, al menos no si estoy cerca de Kaled. Es más, ya no me sentía tan cansado así que le pedí que me bajara y él cuestionó mi petición, cosa que le remarqué que estaba seguro de poder caminar. Tras bajarme yo recurrí a tomar su mano solo por si volvía a marearme.

La preocupación de que el malestar volviera se había ido al momento de ver a mi alrededor, todo lo que me rodeaba era completamente distinto, no sabía cómo explicar cuánta belleza impresionante se encontraba frente a mis ojos, habían varias personas vestidas de negro, una vestimenta muy formal que solo había visto en los periódicos.

- Este es uno de los edificios de tu padre, tiene varios alrededor del país. Y apuesto que tendrás el lujo de visitarlos con él.- Habló el castaño al ver que no dejaba de contemplar el lugar.

- Es... enorme...

- Ni me lo digas, para mí es un dolor de cabeza llegar hasta mi puesto.

- Entonces... ¿trabajas aquí?

- Así es, cuando regreses por aquí te lo mostraré y también te presentaré a algunos compañeros de trabajo y te aseguro que te van a agradar.

Al decir eso Kaled mostró una gran sonrisa, podía ver desde aquí que estaba fantaseando con algo y podía hacerme ideas así que me quedé callado al respecto y volví a ver con detalle a mi alrededor hasta que choqué con la mirada de una chica que de inmediato me miró con asco, me sentí mal y miré a otro lado encontrándome con otra chica mirándome del mismo modo. Yo no supe que más hacer además de detenerme y mirar al suelo, apenas pasó un segundo cuando Kaled me puso la capucha de su abrigo encima y luego bajó sus manos hacia mis mejillas levantándome así el rostro topándome con sus ojos marrones.

- No le hagas caso a esas tipas, solo saben vivir de los chismes de los demás. No son más que unas simples cucarachas. Tú sigue caminando con la frente en alto ¿de acuerdo?

Yo solo asentí e hice lo que Kaled dijo todo el camino a excepción de cuando entramos a un pequeño espacio que comenzó a moverse cuando las puerta metálicas cerraron, no tenía idea de lo que era pero cuando se detuvo llegamos a una enorme sala donde en un extremo podía ver parte de la ciudad, una vista que jamás había contemplado antes.

Bastardo Sin ReflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora