Este bastardo tiene un amigo

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Kaled me demostró que si se proponía algo iba a cumplirlo, por ejemplo él dijo que me metería debajo de esa cosa metálica que escupe agua y a los largos minutos de forcejeos yo ya estaba sin ropa siendo enjabonado por las propias manos de Kaled. Después de mi derrota me encontraba en su habitación sentado sobre su cómoda cama utilizando ropa de él que por supuesto me quedaba enorme.

Mi brazo estaba estirado siendo vendado por Kaled, justo como él había dicho antes se estaba ocupando de mis heridas a pesar que yo tenía muchas. Mi mirada estaba fija en los movimientos de las manos de Kaled y también en mi piel que iba siendo cubierta poco a poco.

- Vas a parecer una pequeña momia después de esto niño.- Dijo Kaled soltando una risa.

- Hmm... no sé que es una momia.

- Bueno pues mírate en el espejo y tendrás una idea.

No respondí, no quería expresarle el asco y miedo que me daba esa idea a pesar que no era una propuesta muy seria. Kaled se dio cuenta que yo no pretendía responder así que volvió a hablar.

- Aunque tenemos el internet así que puedo mostrarte algunas imágenes que será más fácil.

- Haz como gustes.

- ¿Sabes? Hablas como viejo, es raro ver tanta seriedad en un niño como tú pero entiendo el porqué.

Kaled se apartó de mí por solo unos segundos y luego volvió conmigo y me tomó del rostro, seguido colocó algo en mi mejilla que yo instintivamente toqué con mi dedo índice y antes de preguntar él ya me estaba respondiendo.

- No te lo quites, te ayudará a cubrir esa pequeña herida que tienes en la mejilla.

- Esta bien, creo que puedo hacer eso.

- Eso espero ahora descansa aquí que iré a ordenar algo para comer, como verás no estoy de ánimo para cocinar algo.

- ¿Es por mi culpa? Si es así perdón Kaled, no quiero hacerte enojar. No quiero hacer enojar a nadie, no quiero

- Suficiente niño, no estoy enojado. Tú no has hecho nada solo déjalo así, ya vete a acostar.

Su mano pasó por mi cabello revolviéndolo y cuando la apartó logré levantar la cabeza viendo nuevamente su sonrisa, luego de eso se dio la vuelta y su figura desapareció de mi vista cuando cruzó la puerta. Me había quedado solo en la habitación y me eché hacia atrás dejando que mi espalda chocara contra la suave cama, yo cerré los ojos dejándome llevar por la comodidad, nunca en la vida había estado en una cama pues mi lugar para dormir antes era el suelo.

Al abrir los ojos, el escenario había cambiado y estaba tan asustado por el cambio que no pude ni gritar. Las paredes comenzaban a segregar un líquido de color negro, estaba por todas partes, en el techo se estaba formando una especie de hueco que de eso salían pequeñas y largas líneas curvas que se movían de un lado a otro como si estuvieran buscando algo. En el momento que mi aliento se escapó fue como una señal a esas cosas que se movían sin rumbo definido, ahora sus extremos estaban apuntándome y estaban listos para llevarme sin importar qué.

Bastardo Sin ReflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora