Capitulo 5

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Desde ese día Antonella y yo nos volvimos muy unidos, íbamos de un lado a otro e incluso me compartía su almuerzo las veces que yo no llevaba a la escuela.

Me enseñaba nuevos trucos cada día, y algunas salidas de escape por si alguna vez quisiera evadirme de la escuela.

Lo malo era que, al llegar las 13:00 horas con 30 minutos, el timbre sonaba, indicandole a todos que era hora de ir a casa, yo siempre la acompañaba y a ella le encantaba que hiciera eso.

En una de esas caminatas con rumbo a su casa le dije. 

– Sería genial si tus padres te dieran permiso para salir a jugar al parque conmigo.

– Yo también quisiera, pero ellos no me dejan, por que si lo hacen tal vez vaya a hacerme de malos amigos y temen de que me enseñen actuar de mala manera.

–  ¿Amigos malos? ¿Actuar mal? Pero los niños del pueblo somos personas humildes, por que venimos de padres humildes.

– ¡Eso lo sé! – Respondió.– Ellos dicen así para no llamarlos pobres, por eso tengo que tener amigos de mi clase para así poder aprender de ellos.

– Entonces ¿Qué hacemos? - pregunté.

La mirada de Antonella se había perdido en el horizonte por unos segundos para luego sonreír diciendo a gran voz:

– ¡Ya sé! ¡Tengo una idea!

– ....

– ¡Comuniquemonos a través de cartas! ¿Que dices? Y las intercambiamos minutos antes de la salida.

– ¿Y que pasaría si uno de los dos no llega a la escuela por que enfermó? - pregunté.

– Le damos al cartero para que te lleve la mía y para que me entregue la tuya. - respondió

– Pero recuerdas que tengo 9 años ¿Verdad? Y tu 8.

Antonella enmudeció y pensativa dijo:

– Cuándo te pregunten quién manda la carta y a donde va solo les respondes "Es mi padre, se la envía a mamá que ha ido de visita donde mis tías, él no pudo ir ni yo tampoco, así que se quedó cuidando de mi".

– ¡Buena idea!.

– Entonces señor Darrinson - Vaciló - espero tu carta esta tarde.

– ¡Como usted diga señora Antonella!.

– Señorita por favor..

– Bueno, ¡Señorita Antonella¡

Nos despedimos dándonos un apretón de manos y riendo a carcajadas, nuestro plan era perfecto para estar cada vez más cerca.

Lo que no sabía es que yo ya escribía cartas sin que ella lo supiera.

Cartas para Antonella D'Voice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora