Realidad 1976 (Parte 8 / Capítulo 26)

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Horas después de escribir la carta nuestra partida comenzó.

El señor Jean Paul y yo nos tocó ir en la parte de atrás de la fila, durante horas y sin descanzo alguno; íbamos en silencio todos.

Faltando algunos minutos para que la noche nos atrape encontramos una pequeña aldea, oculta de todo ser que pudiera hacerles daño.

Casas a medio construir, hechas con hojas e incluso madera sacada de algunos árboles que se encontraba a unos cuantos metros de distancia, animales pequeños para sustentarse (como aves, cerdos, ovejas) pero mayormente consumían pescados.

Algunos aldeanos entraban a la etapa de la vejez, otros ya estaban en ella y habían niños que jugaban en un pequeño espacio a la vista de sus madres que los vigilaba mientras limpiaban fuera de sus casas.

Recuerdo que al vernos llegar comenzaban a desesperarse, y trataban de refugiarse lo más que podían, el miedo claramente se podía sentir en el aire.

Sin embargo, el capitán exclamó a gran voz.

--¡¡Escuchen todos, no vinimos hacerles daño, sólo queremos pasar la noche aquí por favor no tengan miedo!!.

---¡¡Capitán!! Creo que no entendieron lo que usted les acaba de decir.

--- Tranquilo soldado, sé que entendieron perfectamente.- Respondió con una sonrisa.

Segundos después uno de los soldados se acercó a uno de ellos y comenzó hablarles en su lengua natal. Todos nos sentíamos sorprendidos por la habilidad de ese muchacho y que gracias a él nos dieron refugio.

----Vaya señor Jack ¿Y que pasó después?---Preguntó.

---- Bueno hijo... nos dieron de comer, y algunas sábanas hechas con piel de animal, nos dividimos en 2 grupos y nos turnabamos para descanzar como mínimo 1 hora cada grupo.

---- ¿Usted estaba también cansado de las largas horas de haber caminado cierto?.

---- De hecho no, intenté dormir pero era en vano. Cada vez que cerraba los ojos el rostro de Antonella aparecía y atrás de ella un sinnúmero de imágenes desgarradoras y que a ella le afectaba, no pude dormir esa noche y les daba oportunidad a que otros puedan hacerlo, especialmente a los que llevaban las medicinas y algunos cargamentos pesados.

---- Si yo hubiera estado allí estuviera muriéndome del miedo, llorando y queriendo regresar.

---- Eso lo sé, pero quieras o no tenías que servir a tu país, y yo sólo quería regresar a casa, ver a mi madre, mi padre y amigos. Pero sobre todo... verla a ella, escuchar su voz y sentir sus besos y abrazos; jamás dejé de pensar en ella, jamás.

---- Siga contándome que pasó luego de que el gallo cantara--- Me dijo con emoción.

Luego de estar vigilando, la oscuridad fue desapareciendo, amanecía y el capitán ya había despertado y estaba dando órdenes al grupo que dormía para que puedan alistarse y seguir con nuestro camino.

Algunos de ellos se quejaban, otros ya estaban despiertos y otros despertaban y otra vez caían rendidos quedándose dormidos, el capitán los premiaba con unas cubetas de agua bien fría arrojado a sus cuerpos.

Al final todos estábamos ya listos, la gente de ese lugar nos despidió de una forma muy grata y nos obsequió algunas plantas medicinales y remedios caseros; nos obsequiaron comida y algunos amuletos para la suerte, es así que emprendimos otra vez con nuestra misión.

Cartas para Antonella D'Voice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora