Realidad 1976 (Parte 7 capítulo 24)

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Subí y mire por la ventana y todos aún se encontraban allí, esperando a que el tren partiera y las dos mujeres de mi vida lloraban, una de ellas me mandaba besos por el aire.

Yo y todos las personas que también me acompañaban, desconocidos comenzamos a movernos, poco a poco nos alejabamos y ella cada vez se hacía más pequeña... mi corazón cada vez dejaba de latir, sólo quería regresar y jamás alejarme de Antonella.

Pero una voz interrumpió mi momento, era agradable pero también recta.

° Es triste saber que los que más amas quizá ya no volvamos a verlas más. Pero tranquilo, todo estará bien. Soy Jean Paul. ¿Cómo te llamas?.

--- Soy Jack.

° Es un gusto Jack. -- Respondió dándome un apretón de manos y acotó señalando al norte.--- ¿Quieres un consejo? Esos tipos que vez en la parte izquierda son Ivo y Jerome. Te recomiendo que no choques con ellos, no saben que es el perdón.

Pierre y Orson esos que vez a 3 asientos adelante, si, ellos que vez jugar como niños... son buenas personas pero también no choques con ellos, es muy difícil ganarse su confianza. ¿Veo que el resto son nuevos en esto verdad?

---- ......

° Ja, ja, ja. Vamos muchacho, no te hagas el fuerte, si quieres llorar sólo hazlo no sientas vergüenza alguna. Dime ¿Qué edad tienes?.

--- 20 señor.

° ¡Vaya! eres un niño aún. Te recomiendo permanecer a mi lado, he sido un gran soldado y esto de las guerras para mi es como si fuera un paseo por el parque.

Creo que su actitud me hizo levantar de ánimo. El anciano como solían apodarle reía, ambos reímos. Tal vez todo esto no era tan malo después de todo; y tomando un sorbo de licor que traía en una botella de hierro, exclamó a los soldados que escuchaban música y reían.

° ¡¡ Hey apaguen esa porquería, se ve que no tienen clase!!

" Y tu que anciano -- Respondió uno de los soldados.-- Demuéstrame a eso que le llamas clase"

° Esperaba a que digas eso.-- Sonrió.

De su bolsillo sacó una llave, abriendo consigo un baúl que traía bajo los pies del asiento, tenía un disco de color negro y al ponerlo en ese aparato, una canción extraña comenzó a sonar.

Describirlo resulta complicado, por que ese estilo de música jamás se había escuchado por el lugar donde vivía.

A todos les resultó muy extraño. Pero era muy contagiosa la forma de bailar del señor Jean Paul.

Pierna izquierda primero luego pierna derecha y daba Palmas a sus rodillas, no tuvo que pasar todo un mundo para que el resto de soldados se unieran a su baile raro pero pegajoso.

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45 minutos después de haber partido habíamos llegado al cuartel donde íbamos a ser entrenados al 100% e ir a competir contra el enemigo. Veíamos jóvenes como algunos de nosotros y otros como el señor Jean Paul haciendo una serie de ejercicios y gritando algunas palabras en códigos, algunos cánticos y algunos juramentos que un superior a ellos les ordenaba.

Y nuestro pabellón fue el 17525, cada cama tenía un cartel con nuestro nombre y con el uniforme a la medida de nuestro cuerpo sobre la cama, los zapatos nuevos y con mucho brillo que mi reflejo era casi a la de un espejo cuando uno se mira.

Algunos de ellos murmuraban que no querían estar aquí y otros en silencio se desvestian para ponerse el atuendo nuevo color verde que haría representar a su pais.

¡¡Soldados de pie, el coronel entrará!!

• Bienvenidos sean todos, les habla el coronel Belmont y comenzarán a entrenar apartir de mañana a primera hora, mañana serán preparados para ser héroes eternos. ¡¡¿Entendido?!!

"¡¡ Si señor!!" --- Exclamaron todos.

¡¡Descansen!!.

° ¿Sabes muchacho? Tienes mucho parecido con mi hijo, a el no le gustaba este tipo de cosas pero amaba pintar. Muchas veces solía yo contradecirme y solíamos pelear con frecuencia. Luego de semanas una disculpa y un abrazo solucionaban todo. Por eso veo que tienes un gran parecido a él física y emocional.

--- ¿Y que pasó con él?.

° No lo sé, pero en principio comencé a sentir la molestia que le causaba mi presencia, era tanta que aveces no quería salir de la cama, tampoco comer. Fue un sábado de otoño ya por anochecer, él simplemente se fue, jamás se despidió de mi. Y yo jamás le pude decir cuanto lo amaba, muchacho yo cuidaré de ti.

Jamás vi llorar a un hombre de esa manera, y tambien brindarme su confianza desde el primer día, realmente estaba destrozado y no se porque, quería averiguarlo.

Cartas para Antonella D'Voice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora