Realidad 1976 (parte 1/capitulo 12)

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Como pudiera retroceder el tiempo, volverte a ver otra vez, volver a escuchar tu voz chillona otra vez.

Volver a sentir tus manos, tus besos, tus caricias. Decirte que a pesar de los años Te Amo con toda mi alma y las miles de cartas que pude recuperar, leerte cada una y que tu me escuches con una sonrisa, y que tus manos suaves acaricien este arrugado rostro sin pronunciar palabra alguna.

Pero es imposible, me es imposible, solo tu fotografía me acompaña en estos momentos, y como tu sonríes para la cámara.

La gente que pasa cerca de nuestra ventana piensa que estoy loco, vecinos dicen que estoy enfermo de salud, por que me ven hablando solo, riendo solo, jamás sentirán ni vivirán lo que tu y yo vivimos... Jamás.

(Un beso al retrato de Antonella y el sonido de la puerta segundos después se escuchó).

«¡¡Señor Jack, Señor Jack!!»

- ¡¿Quién es?! - Pregunté a gran voz.

«¡¡Soy yo Angello!!» - Respondió.

- Vete a casa hijo, hoy no hay clases de piano.

«¿Piano, usted toca el piano? Además no vine por eso, usted me prometió que me enseñaría las cartas de la bella mujer a la que le escribía ».

-¡¡Te dije que sería después, en uno de estos días!!.

« Pero hoy es ese día... ¡¡Vamos por favor señor Jack, usted lo prometió!!».

- No debí prometer eso - respondí y a su vez abría la puerta. Entra.

Angello era un joven que conocí por el mercado "L'étoile du sud" cuando lo defendí de otros jóvenes que quisieron golpearlo.

Al regresar por la lista que se me había olvidado en casa, un sobre cayo de mi abrigo, mi bolsillo estaba roto y yo sin darme cuenta.

Él lo recogió del suelo y después de leer aquella frase que iba después de tu nombre mi Antonella me preguntó.

«Esta es la mejor frase que jamás había leído. ¡¡ Señor!! Se le cayó esto.»

- Gracias hijo, soy un anciano descuidado y olvidadizo.

«¿Usted es escritor cierto?».

- Si ¿Por qué, esta mal eso?- respondí un poco enojado.

«¿Puede enseñarme a escribir historias o cartas para poder conquistar a una jovencilla de sombrero floreado que me tiene loco? Por favor».

- Esta bien, uno de estos días te enseño ¿va?.

«¿Donde vive? »

- A media cuadra de aquí en una casa de paredes blancas y portón marrón un poco oxidado.

«Ya entendí, cualquier día de estos lo iré a visitar, adiós »

- ¡¡Si... Adiós!!

¡¡Y wuala!! Aquí está, haciéndome perder mi tiempo.

Cartas para Antonella D'Voice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora