Introducción

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En la ciudad Meteoro el cielo es gris y sombrío, así como su gente.

Cada día es igual. Es como un calco del anterior o el que vendrá; la mañana no posee luz natural, la tarde viene acompañada de fuertes vientos y la noche, aquel periodo de ocho horas resulta la perfecta compañía para cada hombre, mujer y niño. Aquella penumbra es llamada Philia por los más grandes. Irónicamente, es la única que les brinda el destello que tanto añoran. El crepúsculo es el compañero siniestro y más preciado de los habitantes de la ciudad escondida del mapa. De un castillo supremamente majestuoso en medio de una precaria superficie, del reino Meteoro, el de la infraestructura más importante de todos los tiempos.

Philia, el amor que tienen por la noche.

El color lúgubre y sin gracia es atesorado, profundamente amado.

Y es que cada habitante veía al cielo escasamente estrellado como su mejor amigo, las centellas diminutas que se presentaban cegaban la vista de la cortina gris del día, pero, lo más importante era la sorpresa que exhibía el cuatro de abril, cada cuatro años. Y solo cada cuatro años, las nubes se despejaban dejando al descubierto un escenario sublime, un espectáculo inefable, un milagro fascinante.

El reino de Meteoro, el bendecido por la profecía.

La leyenda del niño prodigio venía desde hace décadas, no solo la clase alta era testigo de aquel fenómeno, sino el pueblo entero y era por eso, que todos creían fervientemente y rezaban a diario por ser los próximos elegidos.

Las escrituras mencionan que el niño nacido mientras el cielo se mantenga desnudo será el escogido por la luna, será custodiado por las estrellas y por ende, será una persona dotada, con un gran futuro.

Las ocasiones fueron pocas y los bebés nacidos exactamente en aquella fecha se podían contar con los dedos de las manos; el primero se llamó Endimión y se convirtió en un talentoso arquitecto, él fue el responsable del maravilloso diseño del castillo Meteoro y de hecho, fue tan grande la bendición que recibió que su vida se prolongó como ninguno, al día de hoy se encuentra rodeado de la familia real, ahora lo conocen como el habitante más sabio de la ciudad. El consejero del rey.

El segundo, fue nada más que el rey actual, Astreo. Hasta el día de su nacimiento los recursos escaseaban debido a una fuerte tormenta calurosa que había persistido por años, esa noche del cuatro de abril empezó una gran diluvio, los libros cuentan cómo cada persona salió de sus casas a bailar en las calles, todos se arrodillaron frente al portón del castillo cuando dio la media noche. Estaban profundamente agradecidos. Aunque las hazañas de Astreo no hicieron más que aumentar desde aquel día, su importante trayectoria fue documentada con lujo de detalles. Él fue el primero en levantar la economía de Meteoro y mejorar la vida de cada habitante. Implementó servicios y una educación de calidad.

Todos lo amaron. Definitivamente Philia guiaba su camino.

El segundo elegido fue fácilmente el blanco de toda admiración, Endimión quedó desplazado, mas, no olvidado. Pues ambos entablaron una amistad que perduró por años y según algún historiador sería eterna.

Pasó un tiempo y el rey contrajo matrimonio con una hermosa muchacha pelirroja, ella era Selene y la peculiaridad de sus facciones era lo que más llamaba la atención.

El cielo gris y cubierto de neblina denotaba frialdad, sus habitantes eran igual.

Las personas de ciudad Meteoro tenían el cabello oscuro, sus ojos apenas brillaban, la tez de su piel se perdía cuando la neblina bajaba y estaban orgullosos de ser así. Su aspecto era una ofrenda a la noche, a su Philia.

PRAGMA (KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora