Mía complementó su arreglado aspecto con un labial color rojo, sin poder evitar quedarse estacada frente al espejo, observando su reflejo o más bien, a través de este. Sabía que en aquella fiesta estaría Samuel, ya qué al parecer él y Marina se habían acercado bastante durante el receso, aquello, produjo cierto enojo en la chica, Marina era su mejor amiga y tener que aceptar qué tal vez Samuel se interesaba por ella, la destroza por completo.
Pero, no siempre, nuestro amor será correspondido, no como nosotros quisiéramos que lo fuera y, debemos de aceptarlo. «¿Porqué el amor tenía qué doler, hacernos sufrir?», no obstante, éste no dolía, lo qué realmente nos destrozaba era enamorarnos de las personas equivocadas.
Samuel quizá, sería uno de los mayores errores de Mía, sin embargo, la joven, estaba dispuesta a arriesgarse. Después de todo, no hay peor batalla perdida qué la de no intentarlo.
—Mimi...¿Podrías ayudarme con esto? —cuestionó Ander, sosteniendo firmemente una corbata con su mano derecha—.
Mía asintió, tomándola, para comenzar a atársela.
—¿Sabes por qué el amor es una mierda? —interrogó la chica, provocando qué su hermano la mirara con absoluta sorpresa—.
—El amor no es una mierda, la gente de la qué nos enamoramos lo es —afirmó Ander, acomodando su corbata—.
—O tal vez, nosotros somos la mierda —replicó la joven, en un pequeño susurro—.
—¿Estas bien, Mimi? –cuestionó el mayor, posando las palmas de sus manos en los hombros de su hermana—.
—Sí...No te preocupes —lo tranquilizo ella, acariciando la mejilla del chico—. Creo qué es la primera vez qué dialogamos sin matarnos el uno con el otro.
Ander rió por lo bajo, besando la frente de su hermana menor.
—Te quiero, pesada —reconoció el chico en un cálido todo de voz—.
—Y yo a ti, capullo —concluyó Mía, envolviéndolo en sus pequeños brazos—.
Y aquel abrazo, ese pequeño momento entre ambos, fue la prueba final de qué ambos se necesitaban, juntos y apoyándose, el uno con el otro.
[...]
—Tía...¡Estas hermosa! —alabó Marina a su mejor amiga, sonriéndole ampliamente—.
—Gracias Mari...¡Está fiesta es la hostia, joder! —admitió la chica, observando cómo se adentraban a la fiesta los tres becados, junto a Ander—.
Su mirada se cruzó con la de Samuel, éste, le dedicó una pequeña sonrisa, aquella jodida sonrisa, capaz de alegrar su día más oscuro, fue la sentencia de su muerte.
Mía le hizo una pequeña señal a Marina, de qué se iría a la barra por un trago, ésta asintió, para ponerse a hablar con uno de los tantos invitados. La joven, se acercó finalmente a la barra, llamando rápidamente la atención del castaño oscuro.
—Una cara conocida, por fin —exclamó Samuel, tomando una copa de champaña—. Esto es malísimo...¿Sabes si tienen cerveza?.
Mía negó, sonriendo.
—Tengo algo mejor qué cerveza... —exclamó la chica, sacando del bolsillo de su elegante chaqueta una pequeña botella—. Es ron, si vamos a rodearnos de esta gente de mierda por lo menos hay qué hacerlo con licor de calidad.
Samuel rió, negando ante el ofrecimiento de la chica.
—¿Has podido abrir tu casillero? —interrogó él, dándole un giro absolutamente diferente a la conversación—.
—Me confundí de llave, tenías razón —le respondió la joven, embozando una pequeña sonrisa al finalizar su oración—. Y, cuéntame un poco...¿Qué tal tu primer día?.
Samuel ladeó su cabeza, suspirando pesadamente.
—Supongo qué el segundo día, será mejor —se limitó a responder el chico, provocando que ella soltara una gran carcajada—.
—Y créeme qué lo será —afirmó Mía, ocasionando qué Samuel frunciera su entrecejo, dándole pie a la joven para qué completará su oración—. Estás socializando con la chica más caliente de Las Encinas, te aseguro qué mañana serás todo un campeón.
—Oh ya veo...¿Y como puedo agradecerte por ser tan considerada? —cuestionó él, con cierto juguetón tono de voz—.
Al oír aquello, Mía se limitó a curvar sus labios, suavemente.
—No tienes por qué agradecerme, es solo un pequeño favor —le respondió ella, guiñándole el ojo, provocando qué éste se ruborizará—.
«Joder, era el chico más tierno e inocente qué alguna vez había conocido».
En cuanto Samuel parecía estar listo para formular una oración, la atención de ambos chicos se posó en una voz femenina, la cual intervenía en la escena. Era Marina.
—¿Bailáis? —cuestionó la ojiazul, depositando su mirada en Samuel, el cual al verla no hizo otra cosa qué sonreírle como un idiota—. Samu, ven baila conmigo.
El susodicho asintió, tomando de la mano a Marina. Aquello produjo cierto enojo en Mía, conocía perfectamente a la joven, como para asegurar qué de cierta manera estaba compitiendo con ella. Sabía qué Marina tal vez sentía algo por Samuel, ya qué, era obvio qué su mejor amiga también lo quería y haría cualquier cosa por conquistarlo.
Marina era el tipo de persona la cual solo amabas u odiabas, no existía un intermedio. Y en ese momento, Mía la odiaba, mucho más que eso.
En cuanto la chica iba a incorporarse de pie para acercarse a la pista de baile, fue rápidamente deleitada por los quejidos de Lu, la cual tenía manchado su vestido con el vómito de Ander. Ella, absolutamente preocupada, se acercó a su hermano, tomándolo del brazo para qué no perdiera el equilibrio.
—Joder tío...¿Qué mierda haz tomado? —cuestionó Mía, adentrándolo en el living de los Nunier—.
—Estoy bien Mimi...—balbuceó el chico, riéndose—. Nunca he estado mejor.
Mía suspiró.
—Estas drogado y borracho, no se como mierda vas a entrar a casa después de esto —afirmó la menor, empujándolo en el sofá para qué se sentará, sin embargo, Ander parecía no hacer caso omiso—.
—Quiero irme de aquí, cúbreme por favor —le rogó el chico, moviéndose con cierta inestabilidad—.
—¿Y a dónde mierda crees qué irás en ese estado? —cuestionó Mía, cruzándose de brazos, al oír aquella descabellada idea por parte del joven—.
—Déjame joder, no eres mi madre —espetó su hermano, pasando frente de ella para abandonar aquel living—.
Mía se dio la vuelta para presenciar cómo su hermano salía de la fiesta, sin dejar rastro alguno. Sí qué, aquella noche, estuvo llena de imprevistos.
Sin embargo, su corazón acabó de destrozarse cuando observó cómo Marina y Samuel hablaban simpáticamente, al otro lado del living. No cabía duda alguna de qué, la relación de Mía y Samuel, estaba destinada a fracasar o más bien, jamás existir.
Aunque, sin ir más lejos, quizá, solo se necesitaba sacar a Marina del medio.
*
¡Hola gente hermosa! ¿Como estáis? ¡Espero qué de diez! Bueno, aquí os traigo otro capítulo, no se olviden de votar y dejarme todo su amor<3.
¡Os deseo lo mejor de lo mejor en este día!
Nos leemos más tarde, peques.
—J.M.
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➼ Secrets [Élite;Samuel]
Fanfiction• [Basada en la Primera temporada de Élite] «Estoy echa de secretos y lo único que revelo son mentiras». Mía Muñoz es una joven aplicada, simpática e incapaz de hacerle daño a cualquier otro ser humano, o quizá...Se dedicó a hacerle creer aquello a...