Mía amaneció con una gran resaca, la cual le impedía siquiera realizar la sencilla de tarea de abrir sus ojos. Lo último que deseaba en ese momento, era poner un pie en su instituto, específicamente, cruzarse con Samuel.
La noche anterior, fue patéticamente desastrosa, ella aún no comprendía el por qué había concretado la idiotez de declarase a él, siendo qué éste prefería a Marina, aquello era obvio, estaba escrito por el destino o quizá, por aquel karma qué la perseguía últimamente.
Luego de debatir en su mente aquella horrible situación qué estaría por enfrentar, decidió tomar el coraje suficiente como para acabar de alistarse y finalmente, dirigir su menudo cuerpo hacia la cocina, para desayunar.
—Qué día de mierda, qué vida de mierda —masculló Mía, mientras se adentraba a la cocina y recibía rápidamente la atención de su familia—. ¿Qué? ¿Nunca me habéis escuchado maldecir?.
Sus padres alzaron sus cejas mientras tomaban un sorbo de café. Las mañanas y Mía, eran enemigos de por vida, pero aún más lo era, tener un buen humor en estas. Ignorando las miradas de desaprobación qué le proporcionaron sus progenitores, la chica se incorporó al lado de su hermano, tomando una tostada, para luego, morderla con una agresiva brusquedad.
—¿Y qué te ha picado a ti, ahora? —murmuró Ander, enarcando una ceja—.
—Nada...¿No puedo solamente tener un día de mierda? —espetó la chica, en un irritado tono de voz—.
El mayor suspiró, Mía sin duda era la persona más bipolar qué había conocido alguna vez. Unos días parecía ser el individuo más feliz del mundo y al otro, mandaba todo al carajo.
—Sabes qué puedes hablar conmigo, de lo que sea —le recordó él, curvando sus labios en una cálida sonrisa—.
Al oír aquello, ella asintió desganada, no podía hablarle de aquello, no quería, de cierta manera, sentía qué no la comprendería. En ese momento, la joven estaba atada a sus atormentados pensamientos, qué le recitaban qué nunca sería amada como ella lo deseaba. Tal vez, el amor, no era para todas las personas y Mía, no sería exclusivamente la excepción.
El camino hacia el instituto fue bastante silencioso, la chica no había cruzado una sola palabra con su madre o hermano, tan solo, se había dedicado a admirar el sonido de las canciones más deprimentes de su playlist. Era su único escape, para no mandar todo al demonio, como tanto lo anhelaba.
Una vez qué su madre estacionó el auto frente Las Encinas, Mía se bajo de esté, sin siquiera esperar a su hermano. Rápidamente, se adentró al instituto, siendo detenida por Guzmán.
—Mía...¡Espera, joder! —exclamó el castaño claro, recibiendo una mirada apática por parte de la susodicha—. ¿Y a ti qué te sucede?.
—Nada, solo dime —sentenció ella, impaciente por qué él comenzará a hablar—.
Guzmán suspiró, parecía estar debatiendo en su cabeza cómo sería correcto preguntarle, aquello qué deseaba expresarle.
—¿Sabes hace cuánto tu hermano le compra mierdas a Omar? —cuestionó finalmente el chico, recibiendo una mirada de confusión por parte de ella—. Mierda, no estabas ni enterada.
—¿Eh? ¿Qué coño dices Guzmán? —interrogó ella, sin poder creer lo qué estaba escuchando—. Puta madre, no puedo creer qué el capullo de Ander se mete drogas.
El ojiazul curvó sus labios en una débil sonrisa, apoyando la palma de su mano en el hombro de la más joven.
—Prométeme qué no dirás nada, yo me encargaré de ello —la tranquilizó Guzmán, acariciando con afectividad su hombro—.
Mía asintió dedicándole una pequeña sonrisa, éste rápidamente se alejó de ella, guiñándole un ojo antes de encaminarse hacia su salón. Ella, por su parte, se dio media vuelta para finalmente acercarse a su casillero e incrustar la llave en el candado de esté.
En cuanto terminó de tomar sus libros y cerró de un fuerte portazo su casillero, fue instantáneamente deleitada por aquella voz masculina, qué tanto había anhelado jamás volver a escuchar.
—Sí vienes a hacerte el gilipollas conmigo, te daré una maldita hostia —lo amenazó ella, frunciendo el entrecejo—.
—Buenos días para ti también —bromeó Samuel, procurando inútilmente apaciguar aquel intenso ambiente que se había formado entre ambos—. ¿Qué te sucede?.
—Qué no me sucede, es la verdadera pregunta —lo corrigió ella, soltando una sarcástica risa al finalizar—.
El castaño suspiró, lo último qué quería en ese preciso momento, era qué ella estuviese enojada a causa suya.
—Vamos, dime, estoy aquí para escucharte, después de todo —insistió él, al parecer, esa noche iba lo suficientemente borracho como para no recordarlo—.
—Hice algo realmente estúpido —expresó Mía, entrelazado sus manos con cierta timidez—.
Samuel la observó dubitativo, ella no era el tipo de persona qué aceptaba haberse equivocado, por lo qué, estaba más qué impaciente por oír su respuesta.
—¿Qué hiciste, Mía? —cuestionó el joven, inquietante—.
—Enamorarme —repuso la chica, con su mirada cristalizada y un corazón notablemente destrozado—.
—¿Por qué tiene que ser un error aquello? —persistió Samuel, buscando con sus oscuros ojos marrones la cristalizada mirada de Mía—.
—Porqué me enamoré de ti Samuel, y el echo de tener que aceptar qué no puedo tenerte, solo me hace ver lo estúpida qué fui, al creer qué te merecía —sentenció la chica, siendo testigo de cómo melancólicas lágrimas danzaban en su mejilla—.
La expresión del susodicho se volvió absolutamente gélida, ya qué no sabía qué responderle. Ninguna frase qué se concretaba en su mente, parecía ser la correcta.
—Mía...¿A caso no lo entiendes, aún? Yo soy el qué no te merece, eres demasiado perfecta para mí y estoy convencido de qué mereces alguien mejor qué un simple camarero —reconoció Samuel, tomando con la fría palma de su mano, la muñeca de la chica—.
—Yo no quiero a alguien mejor Samu, yo te quiero a ti —replicó Mía, embozando una pequeña sonrisa—.
De un momento a otro, el panorama entre ambos cambio por completo, transformándose en una mucho más romántico. Y fue allí cuando sucedió, aquello qué tanto habían anhelado.
Se habían besado.
*
Sí, i'm back bitches. Bueno como han podido leer este capítulo ha acabado de la mejor manera...¡Al fin se besaron, joder!.
Como siempre, les agradezco infinitamente por todo el apoyo y amor qué me brindan, os adoro<3.
¡Nos leemos más tarde!.
—J.M.
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➼ Secrets [Élite;Samuel]
Fanfiction• [Basada en la Primera temporada de Élite] «Estoy echa de secretos y lo único que revelo son mentiras». Mía Muñoz es una joven aplicada, simpática e incapaz de hacerle daño a cualquier otro ser humano, o quizá...Se dedicó a hacerle creer aquello a...