Era lunes por la tarde, Mía se hallaba en la casa de Samuel, ya que ambos decidieron volver e intentar retomar sus planes, luego de aquel imprevisto en el hospital. Sin embargo, la joven, se había dedicado a guardar silencio todo el camino, aún no podía creer que Marina estuviese embarazada y de tan sólo pensar en quien pudiera ser el padre, la inquietaba, consumiéndola en el más frenético estado anímico.
—¿Puedes decirme qué tienes? —cuestionó Samuel, posando la palma de su mano sobre la de Mía—.
La chica estaba tan sumida en sus pensamientos, que ni siquiera se percató del tacto del joven. Sin embargo, lo había oído a la perfección, por lo que no tardó demasiado en responderle.
—Joder Samuel, qué Marina está embarazada...No entiendo como puedes estar tan tranquilo —expresó ella, quitando rápidamente su mano—.
—Yo estoy flipando igual qué tú —repuso él, suspirando pesadamente al acabar la oración—. Te aseguro qué ese crío no es mío, si eso es lo qué tanto te preocupa.
Al oír aquello, Mía negó, provocando qué Samuel la observara con confusión, haciéndole entender qué aquel era el último gesto qué se esperaba.
—Marina es mi mejor amiga y joder, en este último tiempo se ha vuelto una completa extraña para mí y todo por un estúpido capricho —espetó la castaña, más que enfadada consigo misma—.
—¿Entonces eso soy para ti? ¿Un estúpido capricho? —cuestionó él, mostrándose realmente dolido por las palabras qué le brindó la chica—. Mía, el amor no es un capricho, tan solo sucede, no lo puedes controlar.
—Ese es el problema, sí pudiera controlarlo créeme qué lo haría...¿Sabes cuanto sufrimiento me hubiese ahorrado de así serlo? —concluyó ella, riendo afligidamente al acabar su oración—.
El ojimarrón bajo la mirada, de tan solo pensar qué sus indecisas acciones tuvieron aquel efecto negativo en Mía, lo destrozaba. Ella era la persona qué más amaba en este mundo y lo último que hubiese anhelado era lastimarla.
—El amor no es sinónimo de sufrimiento Mía, pero tampoco de absoluta plenitud, todo tiene su obstáculo, por eso, debemos de ser fuertes...—comenzó Samuel, acariciando la mejilla de la susodicha con delicadeza—. Y se qué tú eres muchísimo más fuerte qué cualquier obstáculo qué se haya presentado, de no ser así, no estarías aquí, ahora, conmigo.
La apenada expresión de Mía se fue transformando cada vez más en una muchísimo más cálida, hasta finalmente convertirse en una hermosa sonrisa.
—¿Sabes algo, Samu? —cuestionó Mía, rozando suavemente sus labios con los del chico—. Te amo.
—Y yo te amo a ti, Mía —replicó el joven, estrechando finalmente sus labios con los de ella—.
Aquel beso fue ganando intensidad a medida qué pasaban los segundos, ambos se deseaban lujuriosamente, aquello era indiscutible. No obstante, una vez qué sus cuerpos se posaron sobre la cama del chico, éste se detuvo.
—¿Estas segura de esto? No quiero forzarte a concretar nada qué no quieras —le aclaró el joven, mientras acariciaba sus mejillas—.
Al percibir lo nervioso qué se hallaba él, Mía rió por lo bajo.
—Joder Samuel, solo cállate y follame —exclamó la joven, llevándose una gran carcajada por parte de él—.
Samuel procedió a quitarse su camiseta, Mía, por su parte imitó aquello, mientras volvían a retomar sus apasionadas acciones. El castaño, depositaba sutilmente besos por cada facción del cuerpo de la joven, provocando qué ella se retorciera en la más placentera sensación.
Sus ropas al igual qué su pasión, decoraban la ahora desordenada habitación, en ese preciso instante, nada más qué ellos importaba. Aquel pequeño pero significativo momento entre ambos, afianzó aún más su relación.
Luego de una agitada tarde repleta de caricias, besos y sexo, Mía y Samuel se hallaban acostados, en silencio, sin embargo, éste no era incómodo, ni mucho menos, sino qué, todo lo contrario. Ambos lo necesitaban.
—¿Alguna vez te haz enamorado? —cuestionó Samuel, tomando la palabra por primera vez, sin dejar de acariciar el cabello de la joven—.
Mía frunció el entrecejo.
—¿Además de ti? —replicó ella, recibiendo mecánicamente un asentimiento de cabeza por parte del castaño, en signo de qué prosiguiera—. Pues sí, pero créeme qué fue uno de mis peores errores.
Al oír aquello, Samuel no pudo evitar sumergirse en la más intensa curiosidad por saber a qué se refería la chica. Parecía tenerlo más qué incrustado en su corazón.
—¿Quién fue el capullo capaz de hacerte sentir aquello, Mía? —interrogó el joven, más qué impaciente por oír la respuesta—.
—Una persona qué no fue capaz de pelear por mi amor, como yo lo hubiese echo por él —sentenció Mía, sintiendo como su mirada se cristalizaba cada vez más—. Su nombre era Tomás y se fue de un día para el otro, sin despedirse, sin dejar el mínimo rastro.
Samuel depositó un pequeño beso en los labios de la chica, intentando reconfortarla. Ella se veía y sentía frágil, al parecer, aquel tema era su máxima debilidad, no obstante, desahogarse no le venía nada mal y muchísimo menos, luego de tener aquello insertado por tantos años en su corazón.
—Eras demasiado para ese tío Mía, créeme, tienes qué estar fuera de tus cabales, como para dejar ir a una tía como tú —admitió él, dedicándole una cálida sonrisa—.
Mía no pudo evitar curvar sus labios, débilmente.
—Tú casi me pierdes, Samuel —le recordó ella, riendo al acabar su oración—.
—Y agradezco no haberlo echo, jamás me lo hubiera perdonado —repuso el castaño, suspirando—. Eres una tía cojonuda Mía, nunca lo olvides.
Al oír aquello, la taciturna expresión de la joven, se fue transformando cada vez más, hasta concretarse en una orgullosa sonrisa.
—No lo haré Samu, siempre y cuando estés allí para recordármelo —expresó Mía, estrechando nuevamente sus labios con los de él—.
Aunque todo entre ambos pareciera marchar a la perfección, ese mismo día, sus perspectivas cambiarían o más bien, la de Mía.
Ya qué, esa noche, la joven recibió la más inesperada visita, la cual, parecía estar más qué lista para alterar su panorama por completo, trayéndole uno de sus peores recuerdos amorosos.
*
¡SÍ BEBÉS! No me he muerto jeje, les pido disculpas por no haber actualizado antes, pero no he tenido el tiempo suficiente como para sentarme e inspirarme. Sin embargo, ésta ha llegado...¡Por suerte!.
¡Espero qué os guste el capítulo! No olvidéis de votar y comentar.
¡Nos leemos más tarde!.
PD: me disculpo de ante mano por cualquier error ortográfico<3.
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➼ Secrets [Élite;Samuel]
Fanfiction• [Basada en la Primera temporada de Élite] «Estoy echa de secretos y lo único que revelo son mentiras». Mía Muñoz es una joven aplicada, simpática e incapaz de hacerle daño a cualquier otro ser humano, o quizá...Se dedicó a hacerle creer aquello a...