➼ Epilogue

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"The end, it's just the begging".

En este mundo existen dos tipos de personas frente al amor: Las que aman intensamente y son correspondidas, y las qué no lo son, sin embargo, de ti depende comprenderlo de la mejor manera y seguir adelante. No obstante, aquello, no fue lo que Tomás concretó y ante esa locura qué lo consumió, al no poder aceptar que había perdido a Mía, cometió la atroz acción de asesinar a su mejor amiga, Marina.

Pero...«¿Ella era realmente su blanco?» «¿O tan solo una distracción, una simple advertencia?», para Mía estaba más qué claro qué Marina solo había sido víctima de una brutal situación, en la cual no terminaba de figurar, suplantando el lugar de la verdadera presa: Samuel.

Ahora mismo, el grupo de estudiantes más cercanos a ella, se hallaba en su velatorio, junto a su familia. La castaña, observaba nostálgicamente aquella foto de Marina, postrada en el mueble, a medida qué transcurrían los segundos, sus ojos se empañaban más y más, hasta finalmente, desencadenarse en lágrimas.

Sin embargo, una voz masculina logró sacarla de aquel taciturno transe, para envolverla suavemente en sus brazos, aquellos que tanto necesitaba.

—Lo siento tanto, Mía —musitó Samuel, depositando un largo beso en su mejilla, para luego acariciarla suavemente, provocando que la joven cerrara sus ojos, disfrutando de aquel tacto—.

—Yo también...—expresó ella, dirigiendo su atención nuevamente a la fotografía, embozando inconscientemente una pequeña sonrisa—. Marina podía llegar a ser una patada en el trasero, pero sí que tenía razón en una cosa.

Samuel frunció el entrecejo.

—¿En qué? —cuestionó el chico, dejando a la deriva su notable incertidumbre—.

—En que Tomás no me convenía, no nos convenía de echo —admitió la castaña, devolviendo su mirada hacia el ojimarrón, quien no despegaba de su rostro aquella confundida mirada—.

—¿Qué quieres decir Mía? —insistió Samuel, en cuanto la susodicha iba a retomar la palabra, una voz ajena a la conversación los interrumpió—.

—Mía, necesito hablar contigo —pronunció aquel masculino, tan desagradable para ella en ese momento—. A solas.

El castaño frunció el entrecejo, sin embargo, sabía que no sería prudente montar un escándalo en aquel velatorio, no solo por respeto al inmóvil cuerpo de Marina, sino por su familia.

Al no darles mucha opción a ambos jóvenes, Mía optó por alejarse de Samuel, para incorporarse al tranquilo paso de Tomás, quién llevaba una mirada indiferente plasmada en su rostro.

—¿Crees qué soy idiota, verdad? —masculló la castaña, deteniendo su paso en el patio de los Nunier, al oír aquello, Tomás se dio la vuelta, observándola con cierta confusión—. Oh sí, hazte el gilipollas, qué te sale de maravilla.

En cuanto la chica iba a abandonar la escena, el joven la tomó suavemente de su muñeca, con el único fin de detenerla.

—¿Qué mierda dices Mía? Tú no sabes el porqué de lo ocurrido, tan solo creas hipótesis erróneas y piensas qué todo lo que sucede es por ti, pero déjame decirte qué, estás muy equivocada...—sentenció el rubio oscuro, con cierta rabia reflejada en su tono de voz—.

—¿Ah sí? Sea cual fuese tu motivo, ninguno es capaz de justificar el echo de que hayas asesinado a una persona —contraatacó Mía, zafándose con brutalidad de su agarre, para acercarse con la misma agresividad hacia él—. Te pudrirás en la cárcel y yo me encargaré de qué así sea.

➼ Secrets [Élite;Samuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora