IX

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La opresión en el pecho jamás se marchó, y tampoco lo hizo el recuerdo de la mirada triste y el rostro inexpresivo de Wonwoo mirándolo desde un rincón alejado de la habitación del hospital. Muy por el contrario, ambos parecían haberse intensificado con el pasar de los días. La mirada triste se fue deformando en su mente hasta convertirse en ojos brillantes, y el rostro inexpresivo se convirtió en muecas y sonrisas, y Mingyu no podía decidir si era todo producto de su imaginación, recuerdos ficticios creados a partir de los conciertos que se había permitido observaren internet,  o si, de hecho, estaba recordando a quien una vez amó.


No era posible, lo sabía. Sus sentimientos y sus recuerdos habían sido extirpados de su cuerpo y no había forma alguna de recuperarlos, se lo habían repetido incansablemente durante las terapias y durante las visitas de rutina al hospital. Él no podría sentir o recordar nada sobre Wonwoo o los momentos que pasó con o cerca de él, pero lo hacía. Y no sabía como hablar de ello sin que lo enviaran de nuevo a una consulta con el doctor Park, para que le diera otro de sus largos discursos acerca de aceptar su condición. Así que se callaba y se aferraba a la opresión, que se sentía como la nostalgia sin llegar a serlo en algún momento, y a las reminiscencias de recuerdos que habían permanecido en él. Y esperaba. Simplemente esperaba a que algo ocurriera. A que algo cambiara. 


Por su puesto, las cosas cambiaron, pero no de la manera en la que esperaba. Comenzó con su madre informándole sus deseos de que rompiera el contrato con Pledis. Ella no deseaba que tuviera contacto con Wonwoo nunca más. Como si eso pudiera marcar alguna diferencia. Como si el chico pudiera quitarle más de lo que ya le había quitado. Para Mingyu ni siquiera fue una opción, había pasado demasiado tiempo soñando con regresar. Con ver nuevamente a Wonwoo para averiguar si el chico podía despertar algo en él, y no iba a perder la oportunidad. Ni siquiera por su madre. Afortunadamente ella no podía hacer demasiado al respecto, solo iniciar interminables discusiones que siempre llevaban al mismo lugar.


La segunda cosa que había cambiado, había sido el trato que la empresa tenía con él. Se le otorgaría el tiempo mínimo que los doctores habían estimado para su completa recuperación, y si no volvía para entonces podía considerarse fuera de la banda. Afortunadamente había llevado una vida sana y las complicaciones de la operación fueron mínimas, y las sesiones de rehabilitación rindieron frutos rápidamente. 


Además de eso, no había tenido que preocuparse demasiado por otros asuntos. La empresa se había encargado de cubrir perfectamente lo que había pasado montando un accidente dentro de las instalaciones. Algo sobre él cayendo de las escaleras y lesionándose gravemente, lo que era creíble debido a su natural torpeza. Él ni siquiera había tenido que dar la cara durante ese tiempo. Se limitaba a subir fotografías de vez en cuando en su cuenta de Instagram, para demostrar que seguía con vida, mientras las declaraciones oficiales sobre su progreso eran realizadas por los chicos o por la empresa. Había sido casi como un descanso.


Las visitas de los chicos tampoco se habían detenido. Lo veían regularmente durante un par de horas para ponerlo al día sobre los asuntos del grupo, los importantes y los pequeños chismes irrelevantes, y luego se despedían deseando que volviera pronto. Se había convertido en una agradable rutina. Rutina que Minghao se había encargado de romper.


Habían pasado todo el día viendo y criticando películas. Riendo mientras comían palomitas y tomaban jugo de uva imaginando que se trataba de vino. Hasta que la segunda película se había terminado y la expresión de Minghao se había deformado en una mueca de tristeza y arrepentimiento. Cuando estuvo a punto de preguntar lo que ocurría, el menor finalmente habló.


— Wonwoo y yo nos besamos. 


Mingyu parpadeó un par de veces, intentando digerir la información. La opresión en el pecho se había convertido en un burbujeo incómodo en su pecho y garganta mil veces más intenso de lo que había sido hasta ese momento. Respiró un par de veces intentando deshacerse de aquella sensación por primera vez desde que había aparecido porque, por primera vez, se sentía como algo incorrecto y casi doloroso.


  — ¿Lo hicieron? —  Preguntó al fin, intentando parecer calmado cuando en el fondo se sentía confundido y aterrado por lo que estaba sintiendo.


MInghao asintió y permaneció en silencio por unos segundos antes de hablar.


  — Lo hicimos. Y sé que probablemente no signifique nada para ti, pero habrías querido que te lo dijera.


Mingyu frunció el ceño y sintió como el dolor aumentaba. Joder, claro que significaba algo. Contra todo pronóstico, significaba mucho para él. Era doloroso y se sentía traicionado y abrumado. Y por un momento todo fue dolor. Dolor acumulándose en su pecho, dificultando su respiración y haciendo aún más confusos los pensamientos que se arremolinaban en su mente.  La imagen mental de Wonwoo besando a su supuesto mejor amigo dolía como mil agujas clavadas en su corazón, y sus pulmones habían comenzado a arder como si estuvieran siendo quemados. 


Todo era dolor y confusión y la vista nublada por el pánico que repentinamente lo dominaba, y todo lo golpeó tan fuerte que sintió como sus rodillas flaqueaban y golpeaban el piso con fuerza mientras Minghao gritaba palabras que no podía terminar de entender.  Y luego nada. El dolor se había esfumado junto a los sentimientos que lo habían embargado durante aquellos largos segundos, dejando tan solo la confusión y el ardor en los pulmones que lo hacía jadear por aire cada vez. 


Cuando finalmente su respiración se normalizó y el dolor se volvió soportable, supo que necesitaba ver a Wonwoo. Quizá no se había equivocado. Quizá el chico podría hacerlo sentir algo. 


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Espero que esto no sea tan malo. Lo siento si lo es, me emocioné demasiado y no sé que hice al final.

Hanahaki (Meanie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora