Si Wyatt fuera tu novio, haría travesuras con tus cosas, o contigo.
—¿Me veo guapo?—preguntó el ruloso frente al espejo, con la falda de tu uniforme puesta.
—A la cuenta de tres corremos. 1, 2, 3.—gritó él, tocando repetidas veces el timbre de la vecina para después salir corriendo de ahí.
—¡TE DIJE QUE NO!
Caminabas de la mano con Wyatt, tú ibas distraída viendo jugar a unos niños en la cancha de fútbol. Cuando de repente, Wyatt te mete el pie, sujetandote con su misma mano.
—¿Por qué te caes?
—BABOSO.
