Ya eran las 10:14 de la noche, ibas caminando por el vecindario. Wyatt y tú no vivían lejos, pero tampoco tan cerca. Tenías tus audífonos puestos, pasaste por la casa de Finn y por la ventana lograbas verlo.
Él era tu mejor amigo, pero, ¿por qué tenía que decirte que tú le gustas?
Lo extrañas, en estos momentos tendrías a Finn diciéndote “usas protección” “hey, fui a la farmacia a comprar condones por ti. Dile a Wyatt que los use, no me quemé de a gratis” “¡Sí empiezas a sangrar, no seas puerca y no sigan haciendo sus cochinadas!” “no quiero ser tío tan pronto”, entre tantas cosas más. Lo necesitabas, pero ahora necesitan espacio los dos.
Continuaste caminando, pensaste “seguiré los consejos de Finn para que cuando volvamos a hablar, este orgullosa de mí”. Soltaste una risa, levantaste la mirada y por fin habías llegado a la casa de Wyatt.
Tocaste el timbre, aunque sabías que Wyatt jamás lo escucha. Esperaste unos segundos y aún no lo escuchabas, así que empezaste a tocar.
—¡Cariño! Por fin llegaste.—abrió la puerta con una sonrisa de par en par.
—Sip, aquí estoy.—entraste y dejaste tu bolsa sobre el sillón. Él se acercó a ti y tomó con sus manos tu cintura, dejando un beso en tus labios.
—Te tengo una sorpresa.—tomó tu mano. —Sabes que no me gusta tanto lo cursi y esas cosas... Pero hoy lo amerita.
—¿Que día es hoy?—entre cerraste tus ojos. —Hoy no cumplimos meses.
—No, no cumplimos meses. Es una sorpresa, es especial.—comenzaron a subir las escaleras.
Wyatt abrió la puerta de su habitación, estaba toda tu comida favorita sobre la cama. Volteaste a verlo, era tan lindo su detalle.
—Gracias, Wy.—tomaste su rostro y le diste un beso. —No tenías por qué hacerlo.
—Sólo quería que supieras cuánto te quiero.
—Yo a ti.
Wyatt tomó la iniciativa, y de nuevo te besó. Los dos tenían la idea clara en su cabeza, iban a tener sexo, así que la chispa se encendió y comenzaron a besarse muy exaltados.
Wyatt comenzó a bajar lentamente las manos por tu espalda, hasta que llegó a tu trasero. Dejó de besarte, y de un tirón te empujó hacia su miembro. Soltaste un ligero gemido, él sonrió victorioso y continuó besandote.
Tomó tus caderas, comenzó a tocarlas suavemente y de ahí tomó tus manos. A una de ellas, la puso por encima de su bulto. Dejaste de besarlo y miraste lo que estabas tocando. El rió y aprovechando que estabas distraída, tomandote por la parte baja de las piernas te cargo, obviamente, dejando que tu vagina rozara con su pene.
Tiró las cosas que había sobre un mueble y te sentó ahí. Tomó tu rostro con sus dos manos, se acercó a ti y te miró a los ojos.
—Siempre me toqué pensando en ti.
Lamió sus labios al ver cómo te intimidó, pero en realidad, estabas más que excitada. Acercó sus labios a tu cuello y comenzó a dejar marcas en él, después comenzó a lamerlo cómo si fuera sexo oral.
—Mierda.—soltaste.
Wyatt dejó tu cuello y apagó la luz. No se veía absolutamente nada, así que no sabías que era lo que Wyatt estaba a punto de hacerte.
—Me excitas mucho.—susurró en tu oído, con una cálida y ronca voz. Te encojiste al escuchar eso, cada vez sentías más mojada tu parte íntima. Tu boca se secaba en segundos porque no podías parar de suspirar.