Historia de un sueño.

342 17 13
                                    

Hacía mucho que no se veían y tras muchos intentos por parte de ella, ese día logró tenerle delante, sentado, callado, sonriendo.

Ese día se me ocurrió preguntarle si me recordaba.

Él decidió contármelo todo, pero con orden. Empezó con una respuesta clara:

- Claro que te recuerdo, querida. Siempre serás mi pequeña, nunca he dejado de pensar en que fue de ti. Echaba mucho de menos escuchar tu voz, preguntándome curiosidades que se te pasaban por la mente o contándome tus historias. Sueño con volver a verte desde hace mucho, pero yo no tengo recursos para encontrarte. Hubo un día en que nos separaron y no he logrado nada desde entonces, ni siquiera he tenido la oportunidad de hablar con tu abuela, la persona que más he querido en toda mi vida, la he perdido. Supongo que algún día vendrá a hacernos una visita, igual que tú me la haces ahora. - Se secó una lágrima que le resbalaba por la mejilla - ¿Recuerdas esos días en que jugábamos a quitarnos el almuerzo?

- ¿Cómo no iba a acordarme? Cuando hacías eso me enfadaba, pero en realidad me divertía como nunca. Sobretodo recuerdo cuando nos mirábamos fijamente, yo, buscando estrategias para recuperar lo que era mío, y tú, pensando como esquivar mis intentos de quitarte esa bolsita. - Se me escapó una sonrisita, que enseguida se desvaneció - Pero cuando te fuiste ya no era lo mismo. La abuela lo hizo todo por hacerme feliz, tanto como lo era contigo, y, después de años lo consiguió. Fue cuando descubrí que no volverías. Fue cuando empecé a plantearme como volver a verte. Más adelante me di cuenta de que solo existía un camino para encontrarte y que era demasiado pronto para aventurarme recurriendo a él, así que me dije a mi misma que ya nos veríamos cuando fuera el momento.

Nos miramos fijamente, sin sonrisas, sin lágrimas, sin movimientos. Estábamos perdidos en nuestras miradas. Pasamos así un rato hasta que él me abrazó, sabía que ese era mi punto débil y me eché a llorar. No se apartó hasta que me tranquilicé. Me levanté y le di un beso en la mejilla, como cuando era pequeña, para que me recordara un tiempo más hasta que realmente nos encontremos y volvamos a estar juntos, y nos despedimos con nuestras apreciadas sonrisas que lo decían todo.

De repente se fue. Esa imagen que antes pude ver desapareció instantáneamente. Me di la vuelta, dejando atrás esa conversación soñada y seguí mi camino hasta llegar al final, donde realmente se encontraba él.

Short storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora