Old story.

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Esta historia empieza el día que llegué a París. Todo era distinto, no estaba acostumbrada a ese ambiente tan confortable. Habían acabado de construir la Torre Eiffel y la gente que llegaba allí, los turistas, quedaban asombrados al ver ese monumento de enormes dimensiones.

Entonces yo era fotógrafa y tuve que viajar hasta París para tomar todas la fotos posibles des de todos los ángulos posibles de la Torre Eiffel y, aprovechando que el trabajo me había enviado allí, me quedé una semana en esa ciudad tan hermosa que durante esos siete días iba a poder descubrir.

Un día me fui a pasear y llegué a una plaza donde había muchos pintores que hacían retratos. Decidí hacerme uno. Elegí a un pintor que debía tener unos setenta años porque le vi sabiduría, tranquilidad y experiencia en los ojos.

Estuve una hora sentada en la silla que había justo delante del cuadro que ocultaba ese curioso anciano, hasta que al final me sonrió y giró el cuadro. He de decir que parecía que me estuviese mirando en un espejo, me encantó.

Luego le pregunté qué sitios me recomendaba visitar en París y se ofreció como guía de turismo, ya que nació allí y conoce la ciudad como nadie, y, una vez hubo recogido todo lo que usaba para hacer retratos nos fuimos hacia Montmartre.

Me enseño toda la ciudad entera y era preciosa. Mientras paseábamos me contó que la vida de un pintor se basa en oír historias de los demás y en pintar, claro. Mientras va haciendo el retrato, la gente que pinta suele contarle sus historias, y, por lo que me dijo algunas son sorprendentes.

Una de esas historias era sobre una niña pequeña que llegó corriendo hacia él, se sentó en la silla y le dijo:

- Quiero que me hagas un cuadro de esos- señaló los que había de muestra y sonrió.

-De acuerdo- dijo él- pero debes estarte quieta durante un rato.

-Vale- le respondió- ¿Sabes qué?

-¿Qué?- dijo él sonriendo al mismo tiempo que lo hacia ella.

- Hoy, en vez de ir a comprar el pan como cada día he logrado venir aquí. Siempre pasamos por aquí con mis padres y nunca me dejan hacerme un retrato de estos y estuve pensando que podía escaparme cuando me mandaran ir a comprar el pan. ¿Qué te parece?

-Vaya, veo que te hacía mucha ilusión-dijo él mirándola de reojo- voy a tener que pintarlo muy bien.

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