CAPITULO III

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Mensajes

Han pasado dos semanas y media desde que pasó mi tragedia con Matthew en la boda.
Ahora soy yo la que se esconde de él, no he respondido a ni una sola de sus llamadas a pesar de llevar estos últimos días prácticamente en cama. Aunque trabajo y estudio el principio y el final de mis días siempre acaba igual, llorando a mares sobre mi cama, en el piso, en la regadera o mientras almuerzo.
Quiero que se sienta peor de cómo me ha hecho sentir, quiero que sienta mi ausencia como yo sentí la suya el día de la boda, quiero que sienta el temor a perderme para siempre.
Solo así tal vez logre entender lo que tenemos o teníamos en el peor de los casos.

Me ha llamado en cincuenta y tres ocasiones, todas ellas cuando inicia su día o antes de ir a la cama o eso quiero pensar. Nunca mientras esta en su trabajo. Tengo casi ochenta mensajes en mi bandeja, todos con un perdón y que le conteste por favor.

Me llega un último mensaje más que me deja un poco pensativa y con miedo.
Tal vez ya es el momento de responder al menos a uno de todos esos.

«Rebecca este es el último mensaje que te envió. Ya no voy a buscarte más, no puedo seguir así si tú ya no quieres esto... espero contestes, te quiero »
Este es el mensaje por el que quiero responderle, si no le contesto ya nunca me buscara más y esto se hará oficial, no quiero eso ¿o sí? Ninguno de los otros mensajes contenía algo igual. Siento miedo de hacerme la dura un poco más y esto se salga de control.
Yo solo quería que entendiera y recapacitara un poco.
No sé si mi plan ha funcionado después de todo.

«Tienes tiempo hoy después del trabajo?...»
Pienso un poco en si le respondo o no, no quiero doblegarme tan fácil por un mensaje que parece un ultimátum y solo sea una estrategia para saber de mí.
Sembrando miedo se consiguen muchas cosas.
Funciona.
Caigo en su señuelo y le envió el texto.
La verdad es que lo extraño demasiado, hemos tenido nuestros problemas y discusiones estos últimos dos años pero nada que no se arregle con un beso, un abrazo o un simple comentario. Esto es diferente. No debería tomarlo tan a la ligera.
Solíamos vernos solo los fines de semana después de que cumplimos el primer año, ya que nuestros trabajos lo dificultan un poco, todos los días no podían faltar los mensajes de buenos días y de buenas noches, además de hablar por teléfono en tiempos libres. A veces no aguantábamos y terminábamos viéndonos entre semana aunque sea un momentito para disfrutar del uno del otro, solo han sido dos semanas y media pero extraño todo eso. Mucho.
Espero él se sienta igual que yo en estos momentos, no quiero que sea solo porque su orgullo le pide ganar en esto más que recuperarme a mí.

El acaba de responder, tres minutos después.

«Sabía que recapacitarías y te darías cuenta que no estar juntos es una estupidez. Te veo en el parque cerca de tu casa a las 3 »
Si, él prefiere mantener la relación a límite de nuestras familias y a mí no me molesta, así le conocí. Y me gusta ser solo nosotros dos.
Esta vez no pienso en nada antes de responderle.

«Si estupidez que yo no ocasione, ¡TE RECUERDO!, no olvides que entro a las 4 a trabajar...no lo arruines como solo tú sabes hacerlo en situaciones importantes»
¿Por qué?, ¿porque estoy peleando?, quiero que se solucione esto y así no llegaremos a ningún lado.
Por suerte me dio una esperanza cuando no me respondió como esperaba.
«Puedes golpearme si así lo deseas, nos veamos, te extraño»
Está dando por hecho que lo solucionaremos, eso suena bien..

Elena decidió realizar la mudanza después de la boda antes que su viaje y me fue imposible saber de ella esos días por todo el ajetreo, hace una semana después de varios intentos pude contactarme con ella mientras se encontraba en su luna de miel. Me dijo que a estas horas estarían abordando el avión de regreso a casa, la extraño igual que ha Matt. Ya quiero que este aquí, necesito que me de sus consejos, no puede hablarle de cómo me siento para no arruinarle estos momentos tan especiales para ella. Y Anna parece que esta de luna de miel también ya que tampoco ha dado señales de vida, ni en nuestro grupo, ni en mi casa, tampoco a posteado nada en ninguna red social. Siendo sincera no me ha dado por buscarla, podría llegar de pasada a su casa saliendo de la universidad, pero bastante tengo con mi mierda, para cargar con la de alguien más. Lose, lose, suena mal, pero yo sé cómo es Anna, su manera de ser es siempre buscando llamar la atención de todos, si alguien comenta que sufre de un pequeño dolor de cabeza, ella dirá que su migraña no la ha dejado dormir. No la juzgo. Es agradable cuando se lo propone. Pero en estos días quiero pasar de más problemas.
Elena me envió fotos de varios platillos, de ella haciéndome gestos, de unos bikinis para ayudarle a elegir un color y de donde se hospedo en Puerto Rico. Tenía una vista envidiable desde su habitación, ¿se vería mal si digo que si me preguntan dónde quisiera mi luna de miel diría que en ese mismo lugar? No conozco nada más aparte del estado en el que nací, así que todo lo que nos rodea en este mundo me parece extraordinario y más si mi mejor amiga ha estado en ese lugar.
Puedo imaginar a Elena y Robert caminando tomados de las manos por la orilla de la playa, mirándose con una linda sonrisa el uno al otro igual que el día de su boda.
Me pregunto si algún día yo me casare y si será con Matthew, creo que después de este día, probablemente esta historia se defina, para bien o para mal.

Espero que sea para bien.


Camino hacia mi auto, un Corolla 98 dorado algo despintado, me lo compre con todos los ahorros que junte el año pasado, da mucho que desear pero me mueve a donde yo quiera. Yo me lo compre. Es mío. Es una meta cumplida, tengo veintidós años, estudio y trabajo. He tardado más de lo pensando en terminar mi carrera, pero no me doy por vencida. Mis padres no tienen el mejor trabajo del mundo al igual que yo y difícilmente libran el mes con las deudas y los gastos del hogar, aun así, no me piden que los ayude en nada referente con la casa, pero algo que siempre he intentado es no ser una carga para ellos.
Mi trabajo queda a un par de colonias al sur de mi casa, es en una librería con café incluido, llevo casi dos años trabajando ahí como cajera y barista.
Matthew me motivo para aplicar y por suerte o por que lo merecía, me contrataron.

Dejo las ventanas abiertas del coche mientras conduzco para que el aire helado de enero golpee en mi cara y ahuyente todos mis pensamientos pesimistas.
Me encanta el invierno, es mi estación favorita del año, estar tapada bebiendo un poco de chocolate caliente acurrucada en un sillón viendo una peli, mi serie favorita o leyendo un libro es lo mejor que hay.
El vapor que emanan nuestras bocas mientras hablamos con alguien por la noche bajo alguna farola de la calle es algo que disfruto mucho y más en compañía de Matthew.

Llego al parque y no hay señal de Matthew aun y son las 3:05, tal vez no tarde en llegar.

3:25. Froto mis manos intentando entrar un poco en calor.

3:41. Nada.

Otra vez, no puede ser que volviera a pasar. Que decepción. Cuando me dispongo a levantarme del columpio en el que estoy, veo a alguien caminando hacia a mí a lo lejos. Es el, se aproxima con tanta calma que a esta altura no sé qué tan positivo sea que haya llegado. Debió de pensarlo un par de veces antes de llegar aquí.


—Gracias a dios que estas aun aquí, lo siento tanto, el gerente nos puso hacer inventario y me retrase, no pude enviarte mensaje porque sabes cómo son esos casos— Su mirada es suplicante pero aun así, no movió nada en mí, la sangre ya me hierbe y necesito algo más que eso para tranquilizarme, tal vez una cabeza rodando por aquí. Tomo aire debido a mis pensamientos asesinos.

—Si Matty, lo entiendo y por eso te espere... —Hago una pequeña pausa y miro la pantalla de mi celular lo meto en mi bolsa de atrás y continuo —Cuarenta y dos minutos más, porque mi corazón pedía por ti, pero a partir de hoy ya no quiero entenderlo más, estoy harta de todo esto, ya no haces el mínimo esfuerzo para nada en lo que se refiere a mí, a lo nuestro...—Lo señalo a él y luego a mí. Mis ojos se humedecen, pero no lo suficiente, para que empezaran a derramar lágrimas.

— ¿Qué? Dices que no hago el esfuerzo, y los cientos de llamadas y mensajes que te he escrito ¿qué significan?— Lleva su dedo índice hacia su cien, haciendo señal a que pensara.
—Por dios— Me mofo — Y que acaso ¿no sabes dónde vivo? — Le regrese su misma seña.
—Pensé que no querrías verme ahí— Se hace el ofendido.
—Si tú siempre estás pensando... excusas y más excusas, no fuiste porque a ti no se te dio la gana, no salgas con eso ahora, pudiste llegar a casa con todas las intenciones de arreglarlo a pesar de no responderte y podría haberse solucionado todo en ese momento y así te hubieras evitado dos semanas y media más de tus estúpidos mensajes llenos de mentiras—Me cruzo de brazos, quiero bloquear todo lo que tenga que decirme.

—Todo esto es por el tipo ese de la boda ¿verdad?, por eso te comportas así— Se coloca frente a mí y su respiración es más fuerte que la mía, aquí está el Matthew molesto que conozco.
— ¿Estas de broma verdad?, dime por favor que es un mal chiste para justificar tu falta de interés ¿o también es otra de tus excusas?— Frunzo el ceño y levanto la mirada para hacerle frente a sus ojos.

— ¿Que hay entre tú y él? ¡Dímelo de una puta vez! ¿Te estás viendo con él? ¿Por eso ya no sé nada de ti?—Camina de un lado a otro— ¡qué esperas dime ya! — No había dejado de hablar fuerte y golpeado hasta que termino gritando, esto no terminara bien después de lo que voy a soltar, pero él se lo busco.

—Como no me pude dar cuenta de lo idiota que estas en todo este tiempo, la persona con la que me viste no tengo ni la menor puta idea de quien sea, no sé cómo se llama, no se de quien era invitado o si solo era un estúpido colado más y además iba con su novia, ¿qué te sucede?, ¡entiende!, él solo se ofreció hacer lo que te correspondía a ti—No debería de tratar de justificar lo que él solo ocasiono. Trago un nudo enorme— ¿y sabes que?, ahora que lo comentas ojala me lo encontrara de nuevo y con novia o sin novia me importara un carajo y te juro que no perderé el tiempo esta vez— No sé por qué salió eso último, mis palabras se salieron de control, ni siquiera había pensado en él y menos en la manera en que lo dije, pero estoy tan enojada que sé que eso le molestara mucho más que todo lo que le he dicho. Saco el celular de mi bolsa reviso la pantalla de nuevo y faltan solo cinco minutos para las cuatro.

Mierda
—Pues ojala que te lo encuentres te utilice y te bote como debí hacerlo yo la primera vez— ¿Qué acaba de decir?

—Arrepiéntete Roden de lo acabas de decir o no sabrás nada de mi a partir de hoy— No pude contener la rabia y gritárselo, a su vez mis ojos hicieron ríos en mi cara. Esa era una mala carta contra mí. Lo odio.

—Pensé que era lo que te morías por escuchar— Dice satisfecho. Logro lo que quería, hacerme sentir mal, una mierda. Me volteo los papeles una vez más.

— Muérete... Púdrete— Le saco el dedo corazón con muchas fuerzas, tengo unas ganas tremendas de ir tras de el en mi coche y aplastarlo. Me voy corriendo del lugar, mi respiración está muy agitada, me duelen mis pulmones y mis manos me tiemblan de la impotencia al recordar sus palabras. El no hace el intento de siquiera seguirme.

Llegare tarde y eso es inevitable, un retardo más y estaré despedida, ese fue el acuerdo con mi jefe, estas dos semanas han sido las peores de mis últimos años y ahora hasta el empleo perderé.

Un presente a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora