CAPITULO I

96 4 0
                                    

  La boda de mi mejor amiga


Planear algo durante mucho tiempo y que no resulte como uno desea, fastidia y mucho.
La boda de mi mejor amiga ha ocupado todos mis ratos libres desde los últimos ocho meses y hoy a escasas horas de la boda me encuentro sentada, con el celular entre las piernas a la puerta del departamento de Matthew esperando las últimas confirmaciones por parte de las damas y a que él aparezca.
Desde ayer por la noche no sé nada de él.
Tuvimos una discusión sin sentido volviendo de la despedida de Elena, supuse que lo habíamos solucionado en ese momento, pero veo que no fue así, ahora no responde a mis mensajes ni mis llamadas, por eso me encuentro aquí tratando de enlazar los últimos dos eslabones de todo mi plan. Sin el de compañía, haré el ridículo en el cortejo nupcial.
Esto de escabullirse solo tiene una razón de ser y estoy segura que es para que de mi brazo a torcer. Pero siendo sincera, no lo haré, llevo tanto tiempo imaginándome con ese vestido que ninguno de sus arrebatos me hará cambiar de parecer.

Este tema me tiene bastante desconcertada, no logro entender el cambio tan drástico de su actitud ya que el mismo fue quien me ayudo a elegir mi vestido tres meses antes y a pesar de que tiene un pronunciado escote no protesto ante eso aquel día, al contrario, su reacción fue —Santo dios Rebecca mis nenas se ven bastante bien ahí dentro, todos en esa boda me tendrán envidia — dijo coquetamente y yo solo sonreí ante mi buena elección. Nunca ha sido celoso si no todo lo contrario, siempre me elogia cuando salgo con él, ponga lo que me ponga.
Después de eso no se volvió a tocar el tema.

Pero ayer cuando le mostré mi atuendo completo al volver de la fiesta no fue lo que esperaba, dijo que me miraba horrible, que las personas pensarían que había salido de un burdel por el alto de mis zapatillas. ¿Tiene sentido eso? No claro que no.
A mí que demonios me interesa lo que la gente piense y quién demonios le da derecho de hablarme así y cambiar de parecer de la nada. Insisto no tiene sentido, nunca me había faltado al respeto de ninguna manera. Eso solo demuestra inseguridad de su parte, pero no sé porque. Pero de algo si estoy segura, no tiene nada del que preocuparse, nunca le he dado ninguna razón para hacerlo.

Una hora más tarde Matt no ha mostrado señales de vida.
Resignada y bastante enojada conduzco hasta mi casa.
Necesito tomar un baño y descansar un poco porque mañana me espera un día bastante largo.


Desde que desperté esta mañana, no me he querido levantar ni para lavarme los dientes, sigo ensimismada en todas las posibles razones por las que no se ha comunicado conmigo y en si habrá algo más allá del supuesto vestido que le molestara tanto como para dejarme así, sin una razón de él.

Ni la canción de Stuck In The Middle With You en mi alarma hace unas horas, logro mejorar mi ánimo este día.
Hice un par de llamadas en cuanto desperté a la florería para que me confirmaran si el pedido de flores ya estaba listo y la hora prevista para la decoración, pero tampoco eso despabilo mi mente.

—Rebecca tienes un compromiso hoy a las seis por si no lo recuerdas—. La voz de mi madre logro interrumpir mis pensamientos mientras toca la puerta. Volteo a ver el reloj de la pared que tengo enfrente.

Mierda son las tres.

Perdí completamente la noción del tiempo. Desperté a las 10:37 a.m. (odio las cantidades exactas), llevo más de cuatro horas torturándome dándole vuelvas a lo mismo. El tiempo sí que se me ha ido rápido.
No tengo pensado ir a una estética, sé que es un evento importante pero mi economía lo es aún mas. Realizare yo misma el maquillaje y el peinado mientras veo tutoriales en YouTube, con eso ahorrare dinero considerable para los pagos de la universidad.
No me puedo darme el lujo de desperdiciar ni un solo billete.

Faltan menos de tres horas para la ceremonia, tengo que encontrarme ahí antes de las seis para ver que quedo todo como se acordó, es poco tiempo tomando en cuenta la cantidad de mi cabello y mis rizos y a estas alturas no sé si vayan hacer suficientes para cumplir con mi objetivo o toda yo acabe en un desastre total, pero dadas las circunstancias aunque quisiera cambiar de opinión esta la única alternativa que me queda.
Nunca estuvo en mi itinerario reservarme una cita en el salón de belleza y no tiene que serlo a un par de horas de la boda.

Sin abrir la puerta le contesto, — ¡Sí, mama ya estoy en eso!—. Miento, ni siquiera me he bañado, doy un brinco de la cama y voy corriendo al sanitario, tomo un gorro de baño de la canastilla que tengo encima del botiquín de mi retrete. Mojarme el cabello en estos momentos me puede hacer perder más tiempo del que pueda imaginar, solo queda darme una ducha muy muy rápida.
Justo como lo había planeado pienso irónicamente.

Mierda me queme el dedo.

Esto de quererme hacer risos por cuenta propia no está saliendo nada bien, no obstante el maquillaje se mira bastante decente.

Dos horas y trece minutos después por fin acabe con la tortura que sola me había creado.
—Mama puedes subir un segundo, no puedo abrocharme el vestido—. Grito un poco frustrada hacia la puerta abierta, inmediatamente se escuchan el pisoteo rápido de mi madre sobre la escalera alfombrada.
A veces me sorprende lo servicial que puede llegar a ser.

En cuanto entra mi madre a la habitación dice eufórica—Wow, que bien te vez Becca, ese color esmeralda te sienta de maravilla— Mi madre luce realmente sorprendida y emocionada, debo admitir que tiene razón.
El color de mis ojos no es verde, necesitas prestarme mucha atención para poder notar el poco rastro de ese color en ellos, si no pensarías que simplemente son color ámbar. Mi armario contiene en casi su totalidad ropa obscura y de colores lisos, odio los estampados floreados y cosas de ese tipo, así pues el tono de mi vestido por única ocasión resalta mucho ese color en mis ojos.
No tengo el mejor cuerpo tampoco, ni soy tan delgada como las modelos, pero el corte de este oculta todos mis defectos, es largo y circular de tela organza, la parte de arriba es de encaje y manga larga con un prominente escote al frente y la espalda completamente cubierta de encaje.

—Listo, y ahora vete que se te hará más tarde—. Suelta mientras terminaba de subir el cierre. Y me da una palmadita en la espalda.

Trate de muchas maneras de convencer a mis padres de acudir a la boda, porque para Elena también son parte de su familia gracias a la gran amistad que hemos construido a lo largo de estos años, pero su única respuesta siempre fue —Ya no tenemos edad para esas cosas Rebecca—.

Me doy un último vistazo en el espejo largo que tengo a un lado de la puerta, doy media vuelta ala izquierda, otra media ala derecha y mi vestido se mueve con estos, sale una ligera sonrisa de mis labios, a pesar de lo desgraciadas que han sido estas últimas horas, me gusta cómo me veo.
El cabello rizado de lado me quedo muy bien para ser mi primera vez, sé que tuve muchos meses para practicar, pero la adrenalina de hacer las cosas en último momento nunca tendrá comparación.
Por unos momentos había olvidado a Matthew, volvió a mi mente mientras me miraba al espejo, y mi sonrisa desapareció. No ha dado señales de vida, no sé si es malo pensar que es mejor que le ocurriera algún incidente a que me deje plantada porque le dio la gana.

—Anda, ya vete—. La voz de mi madre nuevamente me saco de mis pensamientos, bajo las escaleras con mucho cuidado medio tambaleándome, las zapatillas no son mi fuerte, estoy pensando seriamente en que tal vez Matthew tuvo razón, no están tan cómodas una vez caminando con ellas.

No le des el gusto Becca.

Al llegar a la iglesia reviso cada arreglo de flores para verificar que si son los que se habían ordenado y le entrego a cada una de las damas sus pequeños ramos de gipsofilas.
La iglesia luce hermosa.
La nave central tiene un alfombrado rojo y sus costados repletos de gipsofilas de color blanco, en la parte superior de cada esquina de las bancas hay arreglos de lirios blancos con rosas rojas y en su centro velas, todas se encuentran encendidas en estos momentos y le da un toque de elegancia único a esta pequeña iglesia.

Faltan solo quince minutos para la boda y el aún no ha llegado y mucho menos ha respondido a mis llamados. No sé qué más hacer, todas mis opciones las he usado, hable a su departamento, su celular, envié mensajes a sus amigos y a uno de sus primos, pero nada, me siento desesperada, tanto que no paro de dar vueltas sin dejar de ver la pantalla de mi celular. Llamaría a sus padres pero tristemente no los conozco aun, ellos se mudaron a otra ciudad nada cerca pocos días después de que conocí a Matt, para mi mala o buena suerte.

Esta no se la perdono.

Llega Matt, por favor, no me dejes sola precisamente hoy.

De nuevo otra voz interrumpe mis delirios. — ¿Necesitas ayuda?¿te sucede algo?, te vez algo alterada—.
Observo al chico por unos segundos con el ceño fruncido intentando reconocerlo, pero nada, nunca lo había mirado antes. — ¿Alterada?, ¿Quién? ¿Yo? —Toco mi pecho con mi dedo índice. En cuanto mi tono de voz atravesó mis oídos, quise tragar mis palabras, si, si estoy muy alterada.

El chico metió sus manos en los bolsillos del esmoquin, junto sus labios hacia adentro e hizo una mueca.
—No hay otra chica igual que tu aquí, así que supongo que si te hablo a ti—Se encoge de hombros. Me di pena yo misma, el solo quiere ayudarme.
—Lo siento, no es nada, mi pareja está un poco retrasada—De tiempo y de la cabeza aunque no quiera reconocerlo. Quise con un gesto restarle importancia, y ahuyentar a este intruso, pero no salió como pensé. Al ver que no se marcha, toco mi frente ya bastante apenada.
Las personas nos sacan la vuelta, están pasando a nuestros lados hacia el interior de la iglesia para tomar sus respectivos lugares.
—Haz dado tantas vueltas, de un lado a otro, que podría jurar que en algún momento caerás, porque hasta yo me maree con solo verte—Su tono sigue serio y seguro, pero me causo algo de gracias interna. Tiene la mirada fija en mí aun,como si tratara de descifrar algo. Hubo un pequeño silencio y continúo. — ¿Estas segura que vendrá?, tu cara dice otra cosa aunque trates de ocultarlo —. Noto que está mordiendo su labio, como si se hubiera arrepentido de la pregunta o si estuviera algo nervioso.
—No, no estoy segura...— Suelto un suspiro— en verdad creí que si vendría—. E imito su gesto.
— ¿Necesitabas algo especial de él, aparte de la compañía?
—Creo que la dama de honor no puede entrar sola hacia el altar, ¿No es suficiente razón esa? — Por más que trato de contenerme y ser lo más educada posible mi tono de voz está diciendo todo lo contrario.
—Uno, no tenía ni idea de que fueses la dama y dos yo te puedo acompañar si realmente lo necesitas, en verdad verte aquí parada dando tantas vueltas preocupada hasta a mí me afecto, de verdad si lo necesitas solo dilo— Cada palabra suya se escucha muy sincera. Parece que no le ha  molestado como le he respondido, si no todo lo contrario, parece que me entiende. Hice un largo suspiro de nuevo, y con la misma expresión de preocupación en mi rostro voltee hacia el estacionamiento con la esperanza de verle llegar pero no hay rastro alguno de él, miro dentro de la iglesia evaluando la situación y una chica rubia está prestando mucha atención hacia el lugar en el que nos encontramos, hago una señal con mi pulgar y le pregunto al chico desconocido que tengo enfrente— ¿La rubia que está en la última banca la conoces?, porque yo no, y creo que nos está viendo un poco raro —.
—Efectivamente esa chica, con mirada psicópata es mi novia... pero le dije que quería hacer mi buena acción del día... claro si estás de acuerdo, aunque lo parezca no es celosa — Quien le dijo al tipo este que necesitaba ayuda, ¿Tan necesitada de ella me veo?

Matthew llega por favor.

Cierro mis ojos e inhalo aire con más fuerza de lo normal, este quema mis fosas nasales, hace poco inicio el invierno y el clima está bastante frio. Se me ocurrió la idea de no traer abrigo conmigo para no ocultar los detalles de mi vestido. Me estoy arrepintiendo de eso también. Hecho una última vista a mi celular y hacia el estacionamiento pero nada.
Las campanas empiezan a sonar.
Mierda otra vez y más mierda.
—Y... ¿Bien?... — Su mirada estaba presionando una respuesta. Sus manos volvieron a sus bolsillos y junta sus labios en una línea recta.
—Venga ya, es oficial me han dejado plantada— Espero que tenga una muy buena excusa porque de esta simplemente no se salva.

La coordinadora del evento me indica el sitio que me corresponde, él toma mi brazo con el suyo, respiro hondo mientras cierro mis ojos, al abrirlos trago saliva. Comenzamos a caminar dentro de la iglesia cuando se nos dio la orden y la música comenzó. Mis hormonas están disparadas de tantos sentimientos, espere demasiado este momento para compartirlo con Matthew y ahora estoy del brazo de un desconocido.


Un presente a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora