CAPITULO XIV

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Mi parque favorito

Definitivamente no fue una buena noche para mí, el día tampoco a comenzado bien.

Encontrarme con el de nuevo ayer colapso mis sentidos y avivaron aquel beso, tuvo razón al decir que suspiraría su nombre porque ahora que lo sé mi mente está hecha un lío, no puedo sacar a Jonathan de mi cabeza.

No estoy trabajando como debería y eso me está molestando más, siempre trato de dar lo mejor de mí pero hoy sencillamente no puedo.

No puedo evitar recordar su cara, ayer le preste más atención que nunca, sus ojos, su nariz y su sonrisa aparecen sin mi consentimiento a cualquier hora del día desde que desperté;  con esa media sonrisa y el brillo en su mirada cada vez que hablamos, le creo todo lo que dice con solo verle, me hace sentir tranquila, pero me preocupa ese efecto que está causando en mí.

El tiempo ha pasado tan lento en estas últimas horas, estoy en una lucha constante para que no ocupe esta situación todo mi juicio y aunque no lo estoy haciendo muy bien mi turno ya casi está por terminar.

Al salir del trabajo de lo que menos tengo ganas es de ir a clases, tengo miedo de escribir su nombre en lugar de mis notas. Pensé que solo había sido un error y que debía seguir con mi vida y tratar de olvidarlo, pero no fue así, no digo que me siento enamorada de él porque no sería posible ¿Quién se enamora de un simple beso?, bueno al menos a mí nunca me ha ocurrido, de lo único que estoy segura es de que me dejo alguna clase de chip dentro de mi después de aquel beso y cuando lo ví de nuevo este se activó y ahora manda continuamente imágenes de todo su cuerpo y facciones a mi cabeza.

Necesito ponerle un alto absoluto a esto, sé que estoy a tiempo, aún no lo conozco en lo más mínimo, además de solo verlo en situaciones no tan cómodas. Si renuncio a todo y me quedo encerrada en mi habitación por siempre seguro que no lo veo. La mejor idea ocurrida jamás.

Le envió un correo a la profesora Rivers, es a la única clase que me importa informar de mi ausencia, rápidamente contesta mi correo, donde dice que espera que me recupere pronto. Si, le dije que me sentía muy mal físicamente, no que tengo problemas en la cabeza. Me adjunto el tema de hoy junto con la tarea, le respondo dándole las gracias y cierro mi laptop. Tengo mi habitación tan desordenada al igual que yo, que intentar acomodarla no daría resultado, me recuesto sobre la cama, pongo mis manos en el vientre y miro al techo, respiro profunda y tranquilamente un par de veces hasta que mis ojos se cierran. No sé cuánto tiempo paso pero el sonido que la puerta está provocando me despierta.

Es mi madre.

— ¿No piensas ir a clases hoy?— Me siento en la cama adormilada, sobo mi cabeza y camino hacía la puerta.

La luz proveniente de la casa al abrir la puerta hace que cierre un ojo.

—Mamá hoy no voy a ir, no me siento bien— Espero que se apiade de mi aspecto.

—Eso nunca ha sido una excusa, arréglate y vete aun estas a tiempo— Si lo que dice es verdad eso quiere decir que dormí solo aproximadamente quince minutos, los cuales se hicieron sentir como una hora —Hoy tengo que cubrir a un compañero y no quiero que te quedes durmiendo aquí sin hacer nada — Odio, odio que a pesar de ver mi situación de estudiante y empleada no acepte que merezca descansar un poco de todo de vez en cuando, cuando estuve desempleada parecía entender mi tristeza y me daba mi espacio, ahora ya volvió a ser la misma madre de siempre, insensible y gruñona. Cada día, al final del día soy yo quien tira la sobras de los platos sucios y dejo esta casa decente, no estoy de humor para sus discursos en estos momentos. Volteo hacia el piso y me doy cuenta de que aun traigo el uniforme, no pienso perder tiempo en cambiarme y largarme de aquí.

Un presente a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora