CAPITULO XIII

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Escondite

JONATHAN

¿Salgo de mi escondite? Todavía puedo alcanzarla, me pregunto una y otra vez. Desde que me dió la espalda para salir de la sala siento que a mis pulmones les faltan aire y por más que respiro no puedo llenarlos, siento sensación de vacío, y no sé porque.

Mojo mi cara nuevamente en el baño para apaciguar mis pensamientos pero no da resultado, ya hasta moje mi camisa de tantas veces que lo he hecho. Eso me hace recordar su expresión de confusión, enojo y asombro al vaciar mi refresco sobre ella y no puedo evitar sonreír, la hice pasar un mal momento pero la volví a encontrar, todo fue por traer mi vista perdida en el celular; Isabela a veces me sorprende, siempre es en la primera que pienso para invitar a cualquier lugar a donde quiera que vaya, rara vez accede, tiene compromisos o mejores cosas que hacer o simplemente no compartimos el mismo gusto por algo, a pesar de no juzgarme y negarme mi libertad en todo momento quiere saber de mí, ni ella disfruta lo que sea que esté haciendo y tampoco me deja hacerlo mí. Pero en esta ocasión debo de aceptar que fue la primera vez que me agrado que me estuviera llamando, de no ser por eso no me habría encontrado con esta otra chica. Eso me hace recordar que no le tome la llamada.
Saco mi celular y me asusto al ver la cantidad de llamadas que tengo perdidas de ella, rápidamente la llamo.
Antes de empiece hablar le gano la tirada
—Isa sé que estas molesta pero todo tiene una explicación—Sigo en el baño y contempló mi reflejo en el espejo.
— ¿Estás seguro de que estabas en el cine?— Su tono de voz es más alto de lo normal.
—Claro puedo mostrarte mi boleto de entrada, además podrías a ver venido conmigo, pero ni siquiera haces el intento—No compartimos el mismo gustó por las películas, ella prefiere todo lo romántico, mientras yo elijo la ciencia ficción y el terror.
—Ahora soy yo la culpable ¿no? —
Suelto un largo suspiro, si me dejo esto podría durar horas
— Voy para tu casa en cuanto deje a Alex en la suya—Tomo fuerza de la orilla del lavamanos, soy yo el que es el paciente y trata de mantener todo al margen.
—No quiero verte hoy— Está muy enojada, pero no entenderá nada si seguimos en llamada.
—Bueno entonces dime cuándo ¿Mañana temprano?—Yo prefiero aclarar esto hoy, pero la actitud de Isa no ayuda en nada, ¿Es tan difícil comprender que a veces uno no puede contestar una llamada?
—Tengo entrenamiento temprano— Detesto su falta de interés.
—Te llamo... sabes que... voy para tu casa—No le doy tiempo de que diga nada más y cuelgo.

Tomo un poco de papel y salgo en busca de Alex, cuando llego a la entrada desafortunadamente se encuentra solo.
— ¿Y tú compañía? — Pregunto mientras me incorporo a su lado.
—Se cansaron de esperarte y se fueron—Dice mientras suelta el humo de tabaco que tiene en sus pulmones. Da otra calada.
— ¿Me estaban esperando?— Esto me sorprende.
—Claro que no Johnny, la aguafiestas de la amiga de Anna tenía cosas que hacer con su novio y se la llevo de mi lado— Toca su pecho dramáticamente.
Me desilusiona un poco, pero era lo que intentaba lograr al durar más de diez minutos en el baño.
—Oh, no tienes remedio tú, cualquier cosa que se mueve te abalanzas sobre ella— Josh es el mujeriego, el desinteresado en todo lo relacionado con el formalismo, pero ahora parece que Álex se infectó del problema también. Le rompieron el corazon y ahora lo está tratando de remendar rompiendo el corazón de otras, espero sea solo una etapa de no ser así esto puede acabar mal, tal vez con el vidrio quebrado de su coche por no ser exagerado.
—Tengo mis encantos—Mueve sus cejas de arriba abajo y da otra calada—¿Te cagaste o porque duraste tanto ahí adentro?—
—Estaba hablando con Isa— Junto mis labios en línea recta.

—Carajo Johnny, que huevos los tuyos de aguantarla—Tira la colilla a la acera y continua— Llévame a mi casa, los temas de las mujeres me dejan agotado— No pierdo tiempo a su orden y lo llevo a su casa.
Las ganas de preguntarle por esa mujer son insaciables, quiero saber si supo su nombre o algo más de ella  aparte de que sigue con su novio, pero me muerdo la lengua para no hacerlo, no quiero responder a las preguntas que se desencadenarían a raíz de la mía.
Nos despedimos chocando nuestras manos.
A estas alturas las ganas de ver a Isa han disminuido considerablemente, pero tengo que hacerlo, solo una vez hemos roto y fue hace mucho tiempo, desde ese día he intentado que todo quede resuelto antes de terminar el día.

Un presente a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora