El Juguete de los hermanos Kim || Pausada Indefinidamente

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Jimin salió del baño y se encontró con SeokJin, quien tenía la cara más seria que antes.

—¿Qué te dijo Yoongi?

—N-Nada— respondió temblando.

El castaño se acercó hasta que sus labios rozaron con los del menor.

—No estás mintiendo ¿Verdad?— Jimin negó rápidamente con su cabeza— Porque... No creo que te guste lo que te haré si me mientes.

El peli gris tragó en seco, la mirada de SeokJin era penetrante, fría y malévola.

—N-No miento.

El rostro del mayor cambió de nuevo por uno totalmente dulce.

—Está bien— sonrió ampliamente y tomó a Jimin de la mano— Vamos muñequito, debemos terminar de comer.

Volvieron al comedor donde se encontraban Namjoon y Taehyung picando su comida con el tenedor y desinteresados por lo que pasará a su al rededor.

—Tae, ¿mañana tienes clases?— preguntó SeokJin una vez sentado mientras le daba de comer a Jimin en la boca.

—Si, pero no quiero ir.

—Sabes lo que piensa papá acerca de faltar.— contestó Namjoon sin mirar a su pequeño hermano.

—Lo sé, pero...

—¿Qué pasa?— preguntó SeokJin con una voz muy dulce.

—Esque hay unos chicos que me molestan.

Jimin estaba atento a la plática que tenían los hermanos y cuando Taehyung dijo lo último, el rostro del mayor de los Kim, volvió a descomponerse, su rostro en verdad daba miedo, tan serio, tan frío e inexpresivo.

—Mañana iré a recogerte y quiero que me digas quienes son los mocosos que te molestan.

Taehyung asintió y una sonrisa perversa se dibujó en sus labios, Jimin sólo se preguntaba el porqué.

Cuando terminaron de comer, SeokJin llevó cargando a Jimin a la habitación que le habían asignado.

—Listo muñequito.— dijo poniéndolo sobre la cama— Aquí está el señor conejo– le acercó un peluche de conejito y lo movió frente a él simulando que bailaba—¿Te gusta?

Jimin no podía negar que era adorable, pero él no era un bebé, sin embargo asintió por miedo de ver esa mirada en su mayor de nuevo.

—Eres tan tierno— mencionó apretando las mejillas del menor— No sé qué hacer contigo.

El menor lo miró con un poco de temor y su cuerpo se encontraba temblando.

—¿Hacer c-conmigo?

—Si bebé, te vez tan tierno que no quiero hacerte daño.

—¿Hacerme daño?— preguntó sintiendo como su corazón se aceleraba por el miedo, ahora estaba seguro de que no saldría vivo de ahí.

—Bueno, ya es tarde, ya veré que hacer mi amor. — sonrió como si todo lo que pasaba​ fuera demasiado normal— Dulces sueños.

El mayor besó la frente de Jimin y luego lo arropó en la cama, le dió una última mirada y salió de la habitación.

En cuanto la puerta se cerró, el pequeño peli gris saltó de la cama y corrió a buscar como escapar de ahí.

Por la puerta no, sería algo estúpido.

Paseó la vista por la habitación y entonces vió que había una ventana.

Corrió hacia ella e intentó abrirla pero estaba demasiado pesada.

Estuvo intentando por casi una hora y entonces por fin logró que ésta se abriera, se ayudó con una caja dura de madera para atorarla y poder escapar.

Se asomó y vió que la altura no era demasiada pero si se arrojaba probablemente se lastimaria, así que armó una cuerda con las sábanas y la aseguró en la pata de la cama.

Salió por la ventana y jaló varias veces la "cuerda" para cerciorarse de que estaba firme.

Una vez comprobado, empezó a bajar ayudándose con la pared.

Casi al final, dió un pequeño salto y se agachó, miró a su al rededor, no había nadie cerca así que corrió hacia las rejas que daban acceso a la mansión.

Tuvo que trepar pues éstas tenían un candado imposible de abrir sin la llave.

•••

Yoongi fue a la habitación de Jimin por orden de SeokJin, quería asegurarse de que éste estaba bien.

El mayordomo entró y no vió al menor lo cual le extraño bastante, no había muchos lugares donde pudiera esconderse.

Caminó por el cuarto hasta que vió la ventana abierta y la cuerda hecha de sábanas.

—¡Mierda!— gritó y salió corriendo del lugar.

•••

Jimin había recorrido un buen trayecto pero sus piernas empezaban a doler y decidió parar por un momento.

Suspiró profundamente tratando de recuperar el aliento cuando de pronto vió las luces de un auto iluminar el camino.

Giró y entonces se palideció al ver que era el auto negro de los Kim.

Asustado intentó huir pero fue muy tarde pues el auto avanzó con mayor rapidez y se frenó justo frente a él.

Los ojos de menor se cristalizaron, estaba aterrado por lo que fuera a pasarle.

El vidrio de la ventana en los asientos traseros empezó a bajar, el pequeño peli gris sintió aquellos ojos penetrantes y negros que lo miraban molestos.

—Sube al auto...