Amelia Walker, Muerte© Parte 1 PRÓXIMAMENTE EN AMAZON (EBook)

Prologo

Un 14 de abril de 1990 nacieron dos bellos niños.

El primero a las 05:56 de la mañana con su color de piel blanca y de pequeños ojos azules. Sus padres lo nombraron Luke Dylan Walker.

Luego, el siguiente nació a las 06:01 de la mañana con la misma tonalidad que el primer bebé, un par de pecas en su rostro y unos grandes ojos verdes. Lo llamaron Oliver Noah James.

Ambos niños fueron puestos en cunillas en la sala para que los padres observaran a los pequeños. Quedaron juntos en un costado cerca de la ventanilla.

Ambos padres se felicitaron, eran amigos. Y eso sucedía con sus hijos.

Los años pasaron, el lazo de amistad es muy fuerte, por lo que, fueron criados uno al lado del otro. Aprendieron juntos a ir al baño, a decir sus primeras palabras, estar juntos sus primeros cumpleaños. Todo era perfecto para estos dos grandes amigos que se les consideraba hermanos, mellizos, siameses, clones... Seguramente en una vida anterior estuvieron moldeados por el código genético.

Sin embargo, toda esa felicidad que tenían estos pequeños "hermanos", se acabó el día que la madre de Luke llego con una pequeña en brazos, él se había convertido en hermano mayor. Eso no fue de su agrado. Ni Oliver estuvo de acuerdo con la sorpresa.

- ¡No quería hermana! ¡¿Es un castigo?! – exclamo considerando a la vieja perra que cuidaba la casa de sus abuelos maternos.

Luke lloro y suplico que cambiaran al bebé en el hospital.

Nunca logro su objetivo.

Amelia Greta Walker, dos kilos y cincuenta gramos. Treinta y cinco centímetros. Sí, soy yo.

Mi bienvenida no fue agradable para esos siameses – ni siquiera tenían el parecido – pero pasaban todo el día al lado del otro.

Mientras emprendí el vuelo de crecer, mis abuelos paternos me criaron la mayor parte de la infancia y adolescencia, salvo en las temporadas de escuela. Todos los años no hallaba el momento de que apareciera el verano y llegar a casa de la playa, donde ellos vivían. La vista del horizonte y esos atardeceres acabaron con mi felicidad, el día que aparecieron las pesadillas. Si bien intente explicarles a mis padres todo lo que estaba sucediendo, nunca fui capaz de contar la verdad y solo me dedique a mentir.

Estuve muchas horas en la habitación llorando, a través de los sueños sentí que la realidad era más potente, mis gritos comenzaron a ser constantes. Incluso aparecieron las alucinaciones en casa, en la escuela.

He cometido errores como todos lo hacemos.

Pero nada se compara a todas las mentiras que llevo cargadas en mi mochila de vida.

Nadie de la familia pensó que llegaría aquí por la muerte de la abuela Mila.

Si, era otra mentira más a la lista.

Lo único que quiero es no romper los lazos que tienen mis padres. Ni sus amigos, ni sus hijos, ni sea culpable de toda la avalancha que está sucediendo ahora.

He cometido un delito.