V (Quinque)

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Las desaliñadas curvas que se dibujaban a través de las palmas de mis manos, tenían un poco de acrílicos en diferentes tonalidades – eso que solo un experto en paleta de colores puede distinguir – pienso que hasta mi cabello está un poco sucio.

Era agradable regresar a casa después de una larga temporada del último campamento espiritual, doce años participé, gracias a que la abuela Mila era una de las principales benefactoras con un par de amigos de la familia. El objetivo de este lugar era liberar tensiones, encontrar nuevos métodos anti depresivos y también diversión. Constantemente Luke se burlaba de este tipo de viajes, agregando al uniforme. Un pantalón corto y una blusa con el logotipo de un buda.

Bueno, para ser honesta era bastante incómodo, peor si tienes senos abultados, piernas anchas.

Y aunque parezca extraño o raro o "friki", se lugar lo considere por muchos años una zona de confort, en donde podía estar segura sin que nadie se burlara o bufara de alguno de los integrantes de este campamento. Eran familia.

Esa misma tempestad y tranquilidad se reflejaba en el sótano – es un intento de taller de pintura – ni mis padres me interrumpían en este lado de la casa.

Gracias a estos trabajos, pude presentar un portafolio digital a la comisión de las universidades más importantes del arte. Una universidad de Los Ángeles, Estados Unidos, se interesó en mis proyectos. Sin embargo, rechace la oferta, no quería alejarme de casa, ni mucho menos de mi abuela que últimamente ha estado delicada de salud. Además mis padres hubieran estado viajando seguido para ver si su hija seguía respirando. Opte por congelar mis estudios para echar una mano a papá con sus investigaciones de bilogía marina. Este mes; tortugas marinas, una de las ventajas es que podíamos conducir hacia el zoológico, escuchar a los expertos y tomar notas, fotografías o hacer algún boceto para entregar con el informe.

En cambio, cuando debíamos estudiar sobre microorganismos o células del mar, son horas en la biblioteca de Sídney, por lo que, cuando encontrábamos imágenes de este tipo, él podía demostrar las hipótesis con mejor expansión a los que invertían en esta área.

Revisé unos de los cajones para usar azul oscuro con un verde petróleo y terminar con los retoques finales del paisaje, un anochecer con montañas, bosque. Según vi en un sueño.

Este lo acomodaríamos en el sofá de la entrada principal, para que cada quien que nos visitara fijara sus ojos en este precioso trabajo que solo tomo un par de horas del día. Se sumaría a los cinco cuadros puestos en casa.

- Listo – firme la zona superior, agregando nombre y fecha

- Quedo muy bello – su voz

Esa que me ha hecho suspirar desde los catorce años. Oliver James.

Pero, ¿Cómo entro? Se supone que la puerta estuvo cerrada todo el momento que trabaje en este proyecto.

- Lamento interrumpir tu área de trabajo – se disculpó levantado sus manos

Negué.

- El almuerzo está listo – sonrió, dejando expuesta su bella y blanquecina dentadura.

¡Rayos! Hasta mi corazón bombea rápido como el correcaminos.

Sus ojos cruzaban junto a la luz solar que entra por la pequeña ventanilla del sótano. Cafés como la madera, esa que se usa en muebles para mansiones carísimas. Sus pecas que daban ganas de contar o tal vez de besar. Un cabello castaño rizado medio alborotado, corto, así para despertar y acariciar esa cabellera.

- Melie – movió sus manos frente a mis ojos

Puedo soportar que mi familia tenga apodos "Mel", pero decir otro que suena más lindo o tierna, me encanta.

Amelia Walker, Muerte© Parte 1  PRÓXIMAMENTE EN AMAZON (EBook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora